No sé ustedes pero la era PPK es, desde ya, otra cosa. Un discurso que se deja entender por su simpleza y precisión, pero por su firmeza y determinación es, por lo menos, digno de un rotundo aplauso. Y cuando digo ‘aplauso’ no me refiero a aquél que habla bien, sino principalmente a aquél que manifiesta todas las ganas de querer hacer las cosas bien. Decidir luchar contra una corrupción de rotunda raigamble histórica (fertilizada por el fujimorismo noventero y cosechada por los gobiernos posteriores), no es fácil de cumplir por lo que, en este sentido, si existe alguien con la correa necesaria para encarar este cáncer político, necesita del apoyo de todos y cada uno.
Pero la verdad es que pareciera que existen quienes no desean un verdadero cambio en el país. Como es sabido, la nueva bancada fujimorista acudió a un velorio, aun entierro, a una misa o a cualquier otro evento similar excepto a la juramentación de un Presidente. Las imágenes que se mostraron en televisión (es decir, caras largas de los fujimoristas, expresiones corporales inmóviles, el silencio ensordecedor y la ausencia de aplausos), dan un deplorable mensaje a la nación: Que les importa poco o les da igual escuchar al máximo representante del país.
Y todo parece indicar que se trató de una maniobra premeditada: Busquen el video de la juramentación en youtube y encontrarán un momento en el que un fujimorista se pone de pie porque algo de lo que dijo PPK le gustó, pero parece que alguien le pasó la voz desde la parte anterior a los curules indicándole que se siente y deje de aplaudir.
Esta actitud no se había dado en la ceremonia de juramentación de Luz Salgado. Como se recordará, días atrás, cuando la flamante presidenta de la Mesa Directiva prestó juramento de ley, el Congreso se transformó en la más apasionada cancha de fútbol. En cambio, con Pedro Pablo, esta vez se vistió de luto.
Quiero creer que se trata de una estrategia (muy mala, por cierto), para insinuar al país que ellos son una fuerza poderosa a la que PPK debería tener respeto. Quiero creer que en los días siguientes esa imagen conciliadora y dialogante que demostró Luz Salgado en su discurso se harán notar y se conviertan realmente en decisiones integradas y coordinadas con los planes del Ejecutivo. Quiero creer que los 73 parlamentarios de Fuerza Popular recordarán siempre que quienes votaron por ellos no lo hicieron para que estén sentados en un estadio de fútbol demostrando qué equipo se impone más alto con su barra.
Los gestos valen oro. En política, éstos definen un voto, si no pregúntenle a Alfredo Barnechea a quien un chicharrón, un poncho y una soberbia rebalsada, le costó una elección; o pregúntenle a Luis Castañeda, a quien el apodo (o estrategia) del ‘mudo’ le hizo recuperar el sillón edil; o pregúntenle a Lourdes Flores Nano, quien perdió las elecciones municipales por el uso de un lenguaje vulgar en una llamada telefónica. En fin, pregúntenle a quien quieran, pero tildar de ‘huachafadas’, como lo hizo Luis Galarreta, a la ausencia de aplausos por parte de la bancada fujimorista, es nada más que un absurdo engaña muchachos.
Siendo un político de vasta experiencia congresal, Galarreta debería saber que el mensaje que se traduce de una ausencia de aplausos es el rechazo, o sea, prácticamente deslegitimar la investidura del candidato ganador. Esta actitud es congruente con la de Martha Chávez, quien nunca quiso aceptar a PPK como campeón de las elecciones presidenciales; también se condice con la abusiva expresión «ya sabemos de quién es el Congreso», de Pedro Spadaro.
Comprendo que resulta absurdo iniciar una polémica porque 73 individuos no quisieron aplaudirle al Presidente de la República, pero el asunto trasciende en que estas personas hablan tanto de reconciliación pero pocas muestras dan cuando llega el momento indicado.
¿Huachafadas? Ah, sí, yo he visto recientemente algunas huachafadas como una foto trucada publicada por Héctor Becerril; algunas afirmaciones discriminatorias de Carlos Tubino contra miembros del Frente Amplio y, peor aún, una exlegisladora negando a lo ‘San Pedro’ que PPK haya ganado las elecciones. Esas si que son huachafadas, y de las bravas.