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La elección volátil: Clinton versus Trump
Celebradas las Convenciones Nacionales de los dos partidos principales y elegidos sus candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia formalmente, sería la fórmula Clinton/Kaine la que arrancaría en Agosto liderando las encuestas. Cabe mencionar que normalmente cuando el candidato de republicanos o demócratas ya se conoce esto le otorga un plus en las encuestas respecto del otro partido. Así, en las presentes elecciones fue dado a conocer primero que Donald Trump sería el candidato del partido republicano, puesto que ya en la primera semana de Mayo era el único que no había renunciado -siendo los últimos en renunciar Kasich y Cruz-. Esto le dio un empujón frente a la aún disputada nominación demócrata. Para la primera semana de Mayo, mientras se daba a conocer que Trump sería el virtual candidato republicano, Bernie Sanders aun guardaba esperanzas luego de su triunfo en Indiana, que le dio una bocanada de oxígeno a su campaña luego de sucesivas derrotas en distintos estados. Aunque Trump nunca llegaría a superar en las encuestas a Hillary, para inicios de Mayo se encontraba en empate técnico frente a la que sería la candidata demócrata -o, en el peor de los casos, perdía por una ligerísima ventaja que se traducía en 30 votos electorales de diferencia-.
Sin embargo, como ya se señaló, este panorama solo duraría hasta la celebración de las convenciones. Clinton comenzaría el mes de Agosto con una ventaja de hasta más de 12 puntos porcentuales en las encuestas nacionales, que se concretaban en una virtual victoria nacional por más de 100 votos electorales. La diferencia parecía ya irreversible hasta que una serie de coyunturas hicieron que se fuese acortando paulatinamente durante todo el mes de Septiembre.
La primera, un lamentable comentario de Clinton en el que se refería a la mitad de los votantes de su contrincante como una “panda de deplorables” -quizá pasando por alto que para la mitad de Estados Unidos ella es tan deplorable e impopular como Trump-, además de añadir otros calificativos como “racistas, sexistas, homófobos, xenófobos e islamófobos”. El electorado norteamericano suele ser bastante sensible a este tipo de comentarios, puesto que tienden a polarizar las elecciones y avivar sentimientos de rechazo. Baste recordar, por ejemplo, el caso del republicano Mitt Romney en las elecciones inmediatamente anteriores, en las que se dio a sí mismo el tiro de gracia al señalar que los votantes de Obama tenían decidido su voto por él porque dependían de las ayudas del estado, lo que avivó el rechazo de ese sector de votantes y terminó siendo un factor de su derrota. En el caso de Clinton, si bien esta terminaría pidiendo disculpas, el daño a su campaña ya estaba hecho.
Otra coyuntura que permitió el recorte de las diferencias fue el lento pero constante crecimiento en los meses previos de los candidatos Gary Johnson y Jill Stein. Como se señaló, estos fueron creciendo en su intención de voto gracias a la gran impopularidad de Trump y Clinton. Si bien ya para Septiembre ambos habían llegado a un techo de 12% y 4% -respectivamente- en las encuestas nacionales, esto no quitaba que su candidatura robaba más votos de la demócrata que del republicano. El Partido Verde de Jill Stein es claramente un partido más orientado a la izquierda en el espectro político, por lo que era natural que atraiga votantes demócratas, especialmente de los que en las primarias apoyaron a Bernie Sanders. Un tanto más discutible es la influencia de Gary Johnson, puesto que el Partido Libertario aboga por la libertad económica, clásicamente atribuida al programa de los republicanos. ¿No debería atraer entonces más a los votantes republicanos que a los demócratas? El sentido común nos diría que sí. Pero si analizamos a los candidatos y no a sus partidos -y a las afinidades ideológicas que estos puedan tener- nos topamos con que Johnson atrae, fundamentalmente, a votantes jóvenes -los denominados Millennials-, grupo del electorado en el que incluso se encontraba en segundo lugar por encima de Trump. Clinton lideraba la intención de voto en este sector, por lo que los jóvenes representaban a buena parte del total de sus seguidores. En ese sentido, Johnson estaría robándole más votos a Clinton que a Trump -en el caso de este último, principalmente le estaría robando votos de republicanos reticentes a respaldarlo-. La influencia de estos dos candidatos se confirma echando un vistazo a las encuestas, puesto que en los escenarios donde solo se enfrentan Clinton y Trump (The 2-Way Race) la demócrata suele obtener una mayor ventaja que cuando se incluye a Johnson y Stein (The 4-Way Race).
Finalmente, no podemos dejar de mencionar el incidente en New York, donde la candidata demócrata casi se desploma cuando se encontraba en una ceremonia en conmemoración de los atentados del 11 de Septiembre. Posteriormente esta sería diagnosticada con una neumonía que la alejaría de su campaña por una semana. El liderazgo suele estar asociado con salud y vitalidad, por lo que para cualquier campaña política una enfermedad puede resultar desastrosa. La experiencia norteamericana demuestra que en ese país esto no es distinto. Roosevelt, por ejemplo, trató siempre de mantener oculta su invalidez aun cuando ya era presidente. Kennedy, igualmente, ocultó durante su campaña y breve mandato la fragilidad de su condición física y los terribles dolores que sufría en la espalda. Y es que ambos sabían que admitir la debilidad de su salud podía representar un costo político terrible. En el caso de Hillary, mientras ella guardaba reposo y se mantenía alejada de la campaña, su contrincante republicano continuaba sus actividades con normalidad, haciendo derroche en sus discursos de su histriónica vitalidad.
Todos estos factores crearon las condiciones perfectas para que a fines de Septiembre la ventaja de Clinton haya desaparecido, encontrándose en empate técnico con Trump o, en el mejor de los casos, aventajándolo por una diminuta diferencia.
Octubre y los debates
Todo parecía favorecer entonces al republicano, que se encontraba con tendencia al alza en las encuestas nacionales y que había ganado terreno en importantes swing states como Ohio, Iowa, Carolina del Norte, Colorado y Florida. En su mejor momento, comenzó a aparecer por delante de Clinton en todos esos estados, por lo que le hacían falta poco menos de 30 votos electorales para aparecer como ganador en una hipotética elección nacional. La situación se mantendría así por poco tiempo.
Previamente a la elección del 08 de Noviembre se tenían programados tres debates presidenciales -fijados para el 26 de Setiembre y el 09 y 19 de Octubre- y uno vicepresidencial -fijado para el 04 de Octubre-. La importancia de los debates es innegable: un leve yerro puede traducirse en una pérdida de votos considerable y, viceversa, una buena actuación puede sumar a los indecisos. Esta importancia es aún más palpable hoy en día, ya que la tecnología permite que casi todos puedan contemplarlos a detalle desde la comodidad de sus hogares.
El primer debate presidencial, celebrado el lunes 26 de septiembre en la Hofstra University (Nueva York), fue crucial. A este llegaba Hillary Clinton después de días de suspender sus actividades para concentrarse en su preparación, lo que contrastaba con el magnate inmobiliario, quien incluso se jactaba de arribar al debate sin preparación previa. Era natural que Trump llegue sereno a la contienda, puesto que las encuestas de ese mismo día ya lo ponían por delante de Clinton en los más importantes swing states -señalados líneas arriba-. Paralelamente, era también normal que Clinton haya dedicado tanto tiempo en su preparación. Con una tendencia a la baja y con Trump de subida el debate representaba su mejor posibilidad para revertir la situación.
Es en ese contexto que los candidatos llegaron a la Hofstra University. La mayor preparación de la demócrata se hizo notar, especialmente ante los refritos que representaban las ideas de Trump. Pero no fueron las ideas lo más llamativo del debate, sino los ataques. El republicano, fiel a su estilo agresivo, comenzó apabullando a Clinton al recordarle lo dañino para la economía que podrían ser los aumentos en las regulaciones e impuestos que esta impulsaba. Prosiguió devolviendo el ataque que la demócrata había hecho respecto a su no revelada declaración de impuestos, condicionando su publicación a los famosos correos que Clinton mantenía ocultos. Trump también señalaría que Clinton no tenía la fuerza para ser presidenta, en probable alusión al delicado estado de salud en el que ella se había encontrado días antes. Sin embargo, el vigor de los ataques del multimillonario irían perdiendo fuerza conforme transcurría la contienda, pasando a estar a la defensiva en más de un momento, como cuándo se le recordó la mofa que le hiciese 20 años atrás a la ex miss universo Alicia Machado. ¿El resultado? Clinton terminaría ganando el debate no tanto por sus ideas o sus ataques, sino porque Trump no pudo obtener la victoria aplastante que necesitaba para seguir de subida y consolidarse en el liderazgo de las encuestas.
Así, a partir de ese día el republicano fue cayendo lentamente en los sondeos, tendencia que ni si quiera la clara victoria de su vicepresidente Mike Pence sobre su similar demócrata John Kaine pudo revertir. El debate vicepresidencial se realizó el 04 de Octubre en Virginia y contó con una audiencia mucho más modesta, lo que consecuentemente se traduciría en una también menor influencia en los votantes. Curiosamente, daba la impresión de que Kaine ocupaba el lugar que Trump ocupó en el primer debate presidencial, puesto que dedicó la mayoría de sus intervenciones a realizar ataques e interrumpir a su contraparte, mientras que Pence parecía ocupar el lugar de Clinton por su mayor concentración en propuestas. Pence logró resistir los ataques de Kaine inteligentemente y supo “lavarle la cara” a Trump en la medida de lo posible, sin embargo, esto no sería suficiente para evitar su desplome en los sondeos.
Clinton y Trump se confrontarían por segunda vez el 09 de Octubre en la Universidad de Washington, St. Louis-Misuri. Días antes, el 07 de Octubre, el Washington Post difundiría grabaciones del 2005 donde Trump hacía una serie de comentarios obscenos hacía las mujeres. Esto acentuaría dramáticamente la tendencia a la baja del republicano, pero provocaría además que muchos miembros de su propio partido decidieran quitarle su apoyo e incluso exigir que retire su candidatura -entre los que cabe destacar a Jhon McCain, candidato republicano a la presidencia en el 2008 y actual Senador por Arizona-. El escándalo, naturalmente, también terminaría marcando el debate. Clinton lo usaría desde un inicio como arma contra Trump, el que replicaría recordándole los también escandalosos incidentes en los que su esposo y ex presidente Bill Clinton se vio involucrado durante su gobierno. El debate, más allá de eso, se centró en los ya conocidos ataques sobre Wikileaks y los impuestos de Trump -quien reconocería que usó millonarias pérdidas para evitar pagarlos-. Quizá el momento más álgido e importante del encuentro llegaría cuando el republicano señalara que de estar a cargo de las leyes del país Clinton estaría en la cárcel.
Entre el segundo y tercer debate muchas mujeres acusarían de acoso a Trump, lo que reforzaría la brecha que lo separaba de Clinton en los sondeos. La demócrata llegó a aventajarlo hasta en 12 puntos porcentuales en el voto nacional y hasta en 142 votos electorales, según RealClearPolitics. Con esta marcada diferencia como telón de fondo es que ambos se enfrentarían por última vez en el tercer debate presidencial, celebrado el 19 de Octubre en la Universidad de Nevada, en Las Vegas. Este tendría como particularidad un inicio ahora sí enfocado en la discusión de temas relevantes, como la posesión de armas y el aborto. Sin embargo, degeneraría en más ataques como cuando Clinton acusara a Trump de ser un títere de Putin, o cuando el republicano llamase “mujer desagradable” a la ex secretaria de estado. El momento más importante del debate llegó con la negativa del magnate a aclarar si aceptaría una virtual derrota: “Lo mantendré en suspenso”, expresó.
El desarrollo de los debates coincidiría con el paulatino aumento de Clinton en los sondeos. Pese a que Trump iba mejorando sus actuaciones en cada debate las diferencias seguían aumentando, en buena medida gracias a sus escándalos sexuales y a la crisis partidaria en la que se encontraba envuelto. Así, para fines de Octubre y a tan solo unos días de la celebración de los comicios se pronosticaba una cómoda victoria de Clinton. Sin embargo, las elecciones darían un vuelco de nuevo.
El escándalo del FBI y el panorama a pocos días de las elecciones
Clinton había sido investigada el 2015 por haber usado un servidor de correo electrónico privado mientras ejercía el cargo de secretaria de estado durante el primer gobierno de Obama. El servidor había sido usado tanto para su correspondencia personal como para la del trabajo. Esto motivó las investigaciones del FBI, puesto que podían contener información clasificada que podía poner en riesgo la seguridad nacional de USA. La investigación terminaría sin presentar cargos en Julio del mismo año. Sin embargo, el 27 de Octubre y estando casi a 10 días de las elecciones el director del FBI, James Comey, decidió reabrir las investigaciones tras haber estado investigando al esposo de una asesora de Clinton, Anthony Weiner.
A este escándalo se sumaría uno nuevo proveniente de Wikileaks. Esta organización difundiría correos de Clinton en los que se revelaba que había recibido anticipadamente las preguntas de un debate en las primarias demócratas por parte de una ex colaboradora de la cadena CNN.
Estas noticias tuvieron un impacto inmediato en las encuestas, en las que Clinton se encontraba cómodamente a la delantera. En cuestión de pocos días se encontraba, en el mejor de los casos, en empate técnico con Trump -quien incluso la aventajaba en algunos sondeos-. Según el diario británico The Guardian, incluso con la ventaja que aún tienen los demócratas en el “voto anticipado” (early voting), estos se encontrarían preocupados, puesto que si bien se están movilizando más latinos que en la elección pasada, esto se contrarresta con una menor movilización de afrodescendientes.
A tres días de las elecciones Clinton parece haber perdido nuevamente estados clave como Nevada, Carolina del Norte y New Hampshire, y se encuentra empatada en otros dos: Florida y Colorado. Estos dos últimos podrían inclinar la balanza hacia el extremo opuesto el día martes, lo que deja en suspenso el resultado de la que bien podría ser una de las elecciones más controvertidas en toda la historia de la potencia del norte.