Es curioso que en un país donde declararse de derecha equivale a ser contrarrevolucionario y ultraconservador, por lo que nadie lo hace, un aproximado 65 por ciento de los electores vote por la derecha. Fujimori bordea el 38 por ciento, Kuczynski el 24 por ciento, al contarse cerca del 62 por ciento de los votos de la primera vuelta, con una proyección al alza. Claro que es una derecha preocupada por los pobres, un centro derecha si se quiere, que visita a las aldeas más apartadas de Lima (Keiko Fujimori) y proclama la instalación de agua y desagüe en esos poblados (Pedro Pablo Kuczynski). Forman clara mayoría en el Congreso.
Se está conformando una clase media sólida, que se puede dividir en tres niveles: media alta, media media y media baja, pero al fin y al cabo clase media, que quiere trabajar y progresar en paz, con un estado que le brinde facilidades para vivir y un bienestar que afiance a la familia con libertad.
Estados Unidos puede estar tranquilo en su política exterior con el Perú. El esposo de Keiko es norteamericano; la esposa de Pedro Pablo también. Y a los once millones de peruanos que han votado por uno de esos dos candidatos tal hecho no les afecta nada, sabiendo que ninguno de los dos antepondrá un interés estadounidense al interés nacional, por lo que los peruanos debemos estar tranquilos.
A los partidos tradicionales del centro político (Apra, Acción Popular y el Partido Popular Cristiano), con un denominar común socialdemócrata, centro izquierda en teoría, les ha correspondido en conjunto un porcentaje redondeado del 15 por ciento. Posiblemente se unan para tener alguna presencia significativa en el Congreso. Y si no lo hacen, peor para ellos.
Veronika Mendoza, del izquierdista Frente Amplio, obtuvo el 17 o 18 %, según cifras oficiales todavía parciales de la Oficina Nacional de Procesos Electorales de Perú, ONPE. Dándole el privilegio de la duda, sumando sus votos a otros dos candidatos izquierdistas cuyos nombre no recuerdo de memoria, el porcentaje de la izquierda parece que será del 20 por ciento. Apenas uno de cada cinco electores.
Fujimori ha hablado de reconciliación nacional; Kuczynski de concertación nacional. Dos ideas que confluyen en la misma política. Porque en el Congreso ambas fuerzas tendrán que trabajar juntas.
El subconsciente electoral peruano ha salido a flote: no más gobiernos de izquierda que lo cambian todo y no hacen nada bueno. Apostemos por gobiernos de derecha que incentivan la producción y utilizan el Tesoro Público para hacer obras y prestar servicios a los más pobres.
Discrepo de los que han intentado subrayar la presencia del Frente Amplio como un resurgir de la izquierda. La izquierda marxista está desapareciendo. El voto en favor de Mendoza es un voto poco informado, casi desesperado, un SOS a la sociedad porque siente que requiere de una urgente mayor atención. No es un voto ideológico sino protestatario, compresible. Irá descendiendo en la medida que el estado resuelva los problemas de los más pobres.
En paralelo, queda el tema de política de moral pública, no sujeta al dictamen de la mayoría de votos. La ley moral natural fundada por la civilización por la vida, frente al materialismo hedonista y permisivo de la civilización de la muerte. Este puede ser el tema que defina al ganador en la segunda vuelta.
Uno de los protagonistas de este proceso electoral ha sido el Jurado Nacional de Elecciones. Su errático comportamiento obliga a la mayoría del próximo Congreso a preparar una inteligente y ponderada reforma política, constitucional y legal si es necesario, con el fin de que iniciemos el tercer centenario de la República con paso más firme y seguro.