La Educación apela a la enseñanza a distancia, por Federico Prieto Celi

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El encierro social obligatorio en pleno inicio de las clases ha planteado la necesidad de ofrecer enseñanza a distancia desde la educación inicial hasta la universitaria. Gracias a Dios tenemos en el Perú libertad de enseñanza, lo que permite la iniciativa privada en la oferta de clases no personales, para que millones de jóvenes no pierdan un año de estudios.

Para los niños chicos es suficiente elegir algunos programas de televisión de dibujos animados de acuerdo a las edades de cada uno. Pero para la educación primaria y secundaria el desafío es grande. Y mayor aún si estamos hablando de la educación pública. Sin embargo, el ministerio de Educación ha dispuesto hace unos días usar la educación virtual como camino en medio del encierro social obligatorio.

Las universidades, tanto públicas como privadas,  tienen autonomía suficiente para decidir por sí mismas el prestar este servicio, sin necesidad de intervención del Sunedu -Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria- quien, empero, ha atinado a opinar a favor de la educación virtual, en su papel de velar por la responsabilidad y calidad de este nivel educativo.

Las iniciativas que han tomado algunas casas de estudio son meritorias, responden a un esfuerzo grande de profesores, administrativos y estudiantes, y expresa un deseo de aprovechar el tiempo para aprender, que merece el respeto ciudadano. Cuando termine la pandemia, cada facultad y cada programa académico deberá elaborar un plan de clases presenciales y de pruebas de evaluación de rendimiento, que permita salvar cada ciclo universitario.

Si bien forzado por las actuales circunstancias, la experiencia servirá en doble sentido: para experimentar la utilidad de la educación a distancia y para valorar más las ventajas de la educación presencial. De este modo, las instituciones educativas y universidades tendrán un tesoro inesperado: utilizar en el futuro lo bueno que resulte de este esfuerzo escolar y académico, para incorporarlo a los programas de enseñanza ordinarios.

Hay que hacer votos para que las experiencias que resulten en el país y en el mundo de esta singular circunstancia pandémica en la docencia signifique un salto adelante en el aprovechamiento de las técnicas de la información que nos ofrece el avance educativo que, en algunas naciones, como Japón, se han adelantado más que en otras.