La semana pasada leí en este mismo diario un excelente artículo de Andrea Leciñana, acerca de la importancia de estar consciente de lo que nos sucede en el día a día. Me parece un tema muy importante y que no se internaliza en las mentes de la mayoría de nosotros, y por eso, me gustaría retomarlo y aportar compartiendo algunas de las enseñanzas de Karen Berg, Directora del Centro de Kabbalah a nivel mundial, al respecto.
Karen enseña que cuando estamos físicamente en algún lado, pero nuestra mente está completamente en otro, es un signo que estamos siendo robóticos, que simplemente estamos existiendo y no deliberadamente inyectando vida y amor en nuestras vidas.
Y nos recuerda que el punto de una vida espiritual es salirnos de ese estado robótico y convertirnos en seres proactivos, de manera que cada una de nuestras acciones—desde el momento en que nos despertamos en la mañana hasta que nos acostamos en la noche, desde interactuar con las personas que nos encontramos hasta la forma como nos comportamos en el trabajo—deben ser una elección consciente de nuestra parte y no simplemente una reacción a las circunstancias externas.
No podemos olvidar que nuestro propósito en este mundo es el crecimiento espiritual, la transformación y la corrección. Cualquier cosa que podamos adquirir o cualquier posición en la que nos encontremos en un momento dado, son parte de un test para ver qué haremos con esas circunstancias.
Si hacer mucho dinero es parte de nuestro proceso por ejemplo, entonces debemos estar preparados para el hecho de que nuestra responsabilidad y carga será más grande que la de aquel que vive de una forma más simple.
Nosotros somos RESPONSABLES por hacer algo positivo por el mundo con los recursos – pequeños o grandes- que tenemos, así que mientras más recursos tengamos, MAYOR RESPONSABILIDAD debemos asumir.
La misma consideración se aplica al conocimiento, la fama o la sabiduría espiritual. Cuando somos alguien de renombre en un campo en particular, nuestra responsabilidad por servir a la humanidad es mayor, porque tenemos la habilidad de influenciar a más personas. Si tenemos mucho conocimiento y somos sabios, entonces tenemos más para compartir.
Mientras más alto llegamos en la escala espiritual, mayor nuestra responsabilidad para traer energía positiva al mundo.