Estoy a favor del matrimonio igualitario. Admito que alguna vez tuve reparos al respecto y en el marco de lo determinado por la Corte Suprema estadounidense y luego de darle vueltas al tema puedo decir que estoy a favor. Estar a favor no significa participar activamente en las campañas por la implementación de este modelo en el Perú, tampoco significa que voy a pintarme la bandera del orgullo en todo el cuerpo, pero sí significa que lo considero importante para el crecimiento del país y para el crecimiento de la tolerancia en el mismo.
Baso mi cambio de posición sin apelar al ‘amor’ como motivo, considero que este concepto es irrelevante cuando se trata de un asunto civil, casi tanto como la religión. Baso mi cambio de posición en el valor que le doy a la libertad de elegir de las personas y la importancia que tiene para mí el compromiso para las relaciones humanas. Siguiendo la línea argumentativa de David Cameron (Primer Ministro de Gran Bretaña), todo conservador valora la institucionalidad y el compromiso por encima de muchas cosas, son los vínculos humanos y la construcción de estos los que nos consolidan como sociedad y la legalización del matrimonio entre homosexuales no solo fomenta la construcción de vínculos entre parejas del mismo sexo sino que habilita un compromiso tolerante y reivindicativo entre la sociedad mayoritaria y un grupo poblacional que innegablemente ha sido discriminado y segregado a lo largo de los años.
Los grupos religiosos tienen todo el derecho de seguir y defender los ideales que forman sus creencias. La doctrina de todo grupo religioso tiene el derecho y la autonomía para exigir ciertas conductas a sus fieles. También los líderes de estas religiones tienen el derecho democrático de dar su opinión en representación de la institución y los fieles tienen derecho a expresarse como individuos en el marco de sus creencias. Todo esto es cierto pero también es importante que el Estado aborde los temas sociales sin fijarse en lo que es bueno para un grupo y malo para otro, el Estado debe abordar estos temas pensando en lo que es mejor para el país.
¿Por qué la legalización del matrimonio homosexual sería lo mejor para el país? Hay que ver las cosas de forma pragmática. El Perú es un país atomizado por muchas cosas, en ocasiones por el racismo, en ocasiones por el nivel socioeconómico y también, sin lugar a dudas, por la opción sexual. El Perú también es un país donde las instituciones son fofas e inestables, están desacreditadas y se hacen muy pocos esfuerzos para arreglar esta situación. El matrimonio igualitario contribuiría a eliminar una de las barreras que marginan a los homosexuales a intemperie, a las afueras de la sociedad. El matrimonio igualitario le daría un nuevo oxígeno y valor a la institución del matrimonio civil que tiene como uno de sus objetivos unificar a la sociedad por medio del compromiso no solo entre dos personas sino entre dos grupos humanos, dos familias.
Si bien los derechos deben ser iguales sí existe una característica distintiva entre la unión heterosexual y la homosexual, una característica que tiene que ser tomada en cuenta de forma independiente al matrimonio y es la concepción de niños. La protección del Estado a los niños es importantísima y es elemental que este provea a las familias que lo necesiten de las herramientas esenciales para el desarrollo saludable de la infancia peruanas. El Estado por ende tiene que preocuparse por las familias procreadoras y darles los beneficios y cuidados suficientes para asegurar el bienestar del niño.
Cuando se llega al tema de la adopción de niños por parejas homosexuales el debate es otro y la discusión no debe ir por el lado de los derechos de los homosexuales sino por el lado de los derechos de los niños. En lo personal creo que privar adrede a un niño de un padre y de una madre puede resultar perjudicial para el desarrollo de dicha criatura y existen estudios que comprueban esta posición. En el caso de debatirse dicho tema la preocupación principal deberá ser el niño y su desarrollo y un conjunto de estudios deberán ser llevados a cabo para demostrar qué camino es el correcto. Pero este es un debate para otro momento.
El debate por el matrimonio igualitario no es algo malo. Que existan personas que no están de acuerdo no significa que vivan en la prehistoria, significa que tiene existir un diálogo razonable con ellos, no un convencimiento sino una concientización y los que están a favor no tienen que ir con una actitud pechadora y acusativa, deben apelar a entender a la gente en vez de pretender dominarla. El fracaso de la Unión Civil en el Perú no viene por un problema en los argumentos, viene por un problema en el diálogo y las formas. Se debería empezar por usar los términos apropiados como ‘matrimonio’ y no eufemismos como ‘Unión Civil’ y la lucha tiene que ser llevada a cabo por líderes sensatos y no izquierdosos intolerantes que solo opacan el valor de lo que se busca.
Lo sucedido en Estados Unidos es la excusa perfecta para empezar un proceso de ‘concientización’ más eficiente para lograr en un futuro la aceptación del matrimonio civil entre homosexuales en nuestro país.
Quiero repetir una vez más que esto no es lo correcto por una cuestión de ‘amor’, esto es lo correcto porque el compromiso y la construcción de vínculos en la sociedad es elemental para el desarrollo de esta y que exista la opción de que una persona haga con su vida lo que considera mejor es un paso para un país más libre.