En 1940 se instauró el gobierno de Vichy en Francia luego de la invasión alemana a este país. Títere como fue este gobierno, eran los alemanes quienes tenían el poder. Estos, entre otras cosas, les exigieron a los operarios de los ferrocarriles franceses el transporte de los “no-deseados” a campos de concentración y eliminación. Aproximadamente unas 70 mil personas se vieron afectadas por esta exigencia y solo alrededor de 2500 de estas personas sobrevivieron el Holocausto.
Hace unos días, la operaria francesa de ferrocarriles SNCF, empresa estatal tanto entonces como ahora, acordó con el gobierno estadounidense la compensación de 60 millones de dólares para ser repartido por el gobierno americano entre los sobrevivientes, cónyuges o descendientes. En otras palabras, los beneficiados por esta medida recibirán más de 100 mil dólares si son sobrevivientes y hasta decenas de miles para aquellos que son familiares.
Hay varias objeciones que pueden surgir con respecto a esto. Una podría ser la incógnita de quién compensa a los descendientes de personas que fallecieron en el Holocausto. Otra podría venir por aquellos que disienten de la medida por la coerción alemana que hubo en la exigencia. Todo esto, desde el acuerdo hasta las objeciones, parte de qué es justa compensación en este caso.
Es curioso cómo funciona la justicia. Cuando finalizó la Guerra, los Aliados le exigieron a Alemania una serie de cosas en compensación por los daños ocasionados. Alemania le entregó miles de millones de dólares a Israel y el congreso judío. No solo eso, entre muchas cosas más, se les dio propiedad. ¿Alguien le exigió a Alemania una compensación a los Romas? ¿Cuántos países del Centro y del Este de Europa han compensado a los sobrevivientes del Holocausto que sus mismos gobiernos enviaron a Auschwitz o a Dachau?
Saludo la buena intención de las compensaciones. Sin embargo, estas vienen con cierto peligro. Al parcializar las compensaciones a un grupo violentado, se parcializa también la memoria. Por consiguiente, tenemos una realidad con una historia monopolizada. Al hablar del Holocausto, uno refiere siempre a los judíos. Y tienen toda la razón en incluirlos. 6 millones de muertes judías es fortísimo pero también lo son los 250 mil Romas que murieron en el Holocausto. La diferencia entre miles será abismal pero como la diferencia entre uno y dos cuando respecta a la muerte es infinita, todo vale lo mismo.
La monopolización de la historia desemboca en la sobre-visibilización de algunos grupos y la invisibilización de otros. Al olvidar estos últimos, se minimiza el sufrimiento y se produce una tensión social. Ejemplo de esto son los veteranos de la Guerra de Vietnam y la Guerra de las Malvinas a quienes su gobierno les dio la espalda: la tasa de suicidio voló. Peor aún, al olvidar a los grupos antes mencionados, se les condena a que la historia se repita. Es por todo esto que se les debe dar suma importancia a todos por igual. Los afectados no son huérfanos quienes dependen de países que los adopten y exijan compensaciones en su nombre. De esa manera, los países más poderosos pondrán las reglas de juego y decidirán qué es justa compensación. Al hacer esto, como hemos dicho antes, desembocaremos inevitablemente en una parcialización e invisibilización. El Holocausto no son solo los judíos. Es importante recordar a todos. Como dijo Von Schiller, “una memoria ejercitada es guía más valiosa que el genio y la sensibilidad”.
Como se habrán dado cuenta, hablé de un grupo en específico: los Romas. Esto debido a que es espeluznante lo similar que es la discriminación contra este grupo durante el régimen nazi y ahora. En el 2008 fue un comisionado de derechos Humanos del Concejo Europeo quien hizo una comparación. El 2011, Amnistía Internacional reportó que había una sistemática discriminación en Europa contra este grupo. El 2007, por ejemplo, la Unión Europea tuvo que sancionar a oficiales de la República Checa y Slovakia por no permitir a niños Roma estudiar en colegios regulares. Sumado a eso, hay varios casos más de discriminación que también se hacen presente en los medios sociales. No son pocas las personas que usan a los Roma como sinónimo de ladrones: políticos de varios países lo han hecho. Esperemos que la situación no escale. Esperemos que la historia no se repita. El primer paso es aprender de ella. Para que esto suceda, no la podemos monopolizar como se está haciendo.