Hace pocos días murió el esposo de una ex compañera de trabajo en una circunstancia inverosímil. Son esas cosas de la vida que a uno lo lleva a pensar sobre la fragilidad frente a la muerte que tenemos los seres humanos. Lo más seguro que tenemos es que tarde o temprano moriremos y quizás lo olvidamos o nos anestesiamos fruto de la cultura consumista y trabajólica.
Pensar en la muerte no suele ser bonito, y sin embargo es el más grande motivador que tenemos para reflexionar sobre lo verdaderamente importante y en qué invertimos realmente nuestro tiempo (y nuestra vida), así como analizar si el balance espiritual está en rojo y en caso que así fuese, movilizarse a diseñar y ejecutar un plan de acción de pocos ejes, pero profundos, para transformar el balance, la vida terrena y el devenir de la vida eterna.
Steve Jobs decía que «si vives cada día como si fuera el último, algún día tendrás la razón». «Si hoy fuese el último día de mi vida, querría hacer lo que voy a hacer hoy?». Y si la respuesta era «No» durante demasiados días seguidos, sabía que necesitaba cambiar algo. Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante que haya encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones de mi vida.”
Quizás la decisión más importante tenga que ver con el servicio, el amor, la contribución, la propagación del bien; ya que como decía San Juan de la Cruz: “ en el atardecer de nuestras vidas seremos juzgados en el amor…” ¡Carpe Diem!
En tu honor…
Gonzalo