La Revolución Petrolera del “Fracking”, por Andrés Sánchez Cárdenas
Desde mediados del siglo XIX, el petróleo fue el principal motor de la revolución industrial y ha seguido siendo uno de los principales propulsores del crecimiento económico a nivel mundial, y si de poder e influencia estratégica y económica se trata, el control sobre el petróleo ha sido tan o más importante que el poder militar, económico y diplomático. Por lo que no es ninguna novedad el hecho de que este recurso también haya traído consecuencias negativas como conflictos entre las naciones, así como crisis económicas a lo largo del siglo pasado. Sin embargo, las turbulencias políticas y económicas causadas por el llamado “oro negro” aun están lejos de desaparecer, gracias al perfeccionamiento de una innovadora pero también controversial técnica de extracción de petróleo y gas conocida como fracturación hidráulica o “Fracking”.
Pero, ¿Qué es el Fracking?. El Fracking consiste en la inyección a presión de agua combinada con arena y una serie de químicos en el subsuelo, a unos 4 kms de profundidad, con el objetivo de fracturar y ampliar las fragmentaciones existentes en las rocas que encierran gas y petróleo de esquisto (gas y petróleo no convencionales contenidos en una formación sedimentaria) haciendo posible su extracción, cosa que antes era inasequible. Recientemente, este proceso está creando un nuevo paradigma en la producción, la demanda y los precios del petróleo a nivel mundial, y hay un país que está llevando la batuta al impulsar esta revolución petrolera.
Si nos ponemos a pensar qué país podría ser actualmente el principal productor de petróleo a nivel mund
ial, es común pensar en Arabia Saudita, Rusia o incluso Venezuela. Sin embargo, esto es incorrecto, ya que recientemente el primer lugar le fue arrebatado a Arabia Saudita por EE.UU. Este último, hace unos 10 años atrás, importaba casi dos tercios del petróleo que consumía, pero para el año 2013 solo importaba ya un tercio del mismo recurso. En ese mismo periodo, la producción de petróleo de EE.UU aumentó de unos 5 millones de barriles diarios a más de 10 millones de barriles por día según la Agencia de Información Energética (EIA) del mismo país. En otras palabras, la producción se duplicó. Asimismo, en el 2013 el gas de esquisto representó el 40% de la producción total de gas del país, cuando hace 10 años prácticamente no se producía el gas mencionado. Esta expansión productiva se originó principalmente gracias a la mejora del Fracking y su aplicación en forma masiva en diferentes estados del país, en donde una serie de factores favorables como las características geológicas, el sistema regulatorio, la creciente demanda energética, la creciente dificultad para encontrar yacimientos petroleros convencionales, entre otros factores, potenciaron este “Boom” productivo, el cual ha traído y traerá una gama de efectos económicos y geopolíticos a considerar.
En lo referente a aspectos económicos, EE.UU se ha visto beneficiado puesto que esta expansión condujo a la reducción de sus importaciones de recursos energéticos y no sería descabellado pensar que podría empezar a exportar parte de su producción doméstica en un futuro cercano. Incluso se estima que EE.UU podría llegar a ser energéticamente independiente en la próxima década. Esta caída en la demanda mundial de petróleo, considerando que EE.UU es también el primer importador mundial de crudo, ha llevado a un desplome del precio del barril de petróleo en los últimos años. En el 2008 el precio por Barril Brent (unidad de medida más utilizadas por los operadores en el mercado del petróleo) llegó a un pico de US$140 mientras que en el 2015 llegó a caer por debajo de los US$ 30. Esto no solo ha beneficiado a EE.UU sino también a otros países, sobretodo los que dependen de las importaciones de crudo, abaratando costos de fabricación de industrias como la petroquímica, la cosmética, la farmacéutica y las relacionadas con el plástico; reduciendo los costos de combustible y energía tanto para empresas como personas; reduciendo los costos de transporte y, por ende, aumentando la competitividad de las exportaciones de muchas naciones; entre otros beneficios. Sin embargo, esta caída de los precios también ha perjudicado la expansión de proyectos petroleros, incluyendo también aquellos destinados al Fracking, ya que necesitan un precio más elevado para garantizar su rentabilidad.
Por otra parte, los efectos del Fracking no son nada auspiciosos para todos los países, ya que para los que cuyas economías dependen en gran parte de la exportación de petróleo o gas, como Rusia, Argelia, Venezuela o Nigeria, la nueva producción estadounidense supone un gran cambio de escenario, el cual no pinta nada bien para sus intereses económicos y políticos. Por lo que el incremento de la producción de EE.UU también puede considerarse como un “arma” geopolítica que puede desestabilizar y perjudicar a sus adversarios. Por ejemplo, el 70% de las exportaciones totales de Rusia vienen del petróleo y el gas, y la mitad de su presupuesto anual depende de los ingresos provenientes de dichas exportaciones. Por lo que la caída del precio de petróleo ha sido un fuerte golpe para la administración rusa y ha ocasionado graves desbalances y déficits presupuestarios al régimen de Putin, dificultando la sostenibilidad de sus operaciones en Ucrania o Siria. Por otro lado, países como Irán y Venezuela también dependen en demasía de los precios altos del petróleo para mantener su economía y sus gobiernos a flote, y en el caso del segundo se estima que el precio por barril debería estar por encima de los US$150 para que pueda balancear su presupuesto. Asimismo, el Fracking le ha permitido a Estados Unidos depender mucho menos del petróleo y gas de países inestables de oriente medio, lo que no significa el fin de su interés en la región pero si supone un mayor grado de independencia de tan complicada zona. Por último, es importante resaltar que los recursos de esquisto no son exclusividad de EE.UU, ya que hay reservas inmensas de gas esquisto por todo el mundo, y coincidentemente es China quien tiene las mayores reservas a nivel mundial, por lo que no sería sorpresa que se una al juego.
Si bien el Fracking ha estado revolucionando el mercado energético a nivel mundial, es importante resaltar que existe una creciente oposición a dicha técnica, sobre todo por los efectos medio ambientales que puede tener, tanto por las grandes cantidades de agua que requiere (1 pozo requiere entre 8 a 29 millones de litros de agua) como por la posible contaminación de las aguas subterráneas y zonas aledañas, la inviabilidad financiera al largo plazo, e incluso por el riesgo de movimientos sísmicos. Esos temas ya han llevado a la prohibición o limitación de esta técnica en países como España, Francia, Alemania, Suiza, Inglaterra e incluso en algunos Estados de EE.UU. A pesar de que aún se están estudiando a fondo los efectos del Fracking, es fundamental incentivar la expansión y paulatina masificación del uso de energías alternativas, renovables y limpias como la energía eólica y solar, considerando no solo las secuelas negativas del Fracking para la sostenibilidad ambiental sino también el hecho de que los recursos de esquistos no son infinitos ni renovables. ¿El fracking habrá llegado para quedarse? El tiempo y sobretodo el ambiente lo dirán.