Este 10 de setiembre se conmemoró el “Día Internacional de la Prevención del suicidio”. Según un informe de la OMS, elaborado por la celebración del mencionado día, cada año se suicidan aproximadamente 800,000 personas en el mundo. Esta suma superaría las muertes por homicidios, conflictos bélicos y desastres naturales juntos. ¿Sabía usted que la depresión causa el 80% de los suicidios en el Perú? Según las estadísticas del Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado – Hideyo Noguchi, el 80% de los 334 casos de suicidios presentados en el país el año pasado, tuvo su origen en problemas de ánimo y depresión. De acuerdo con su Director – el Dr. Walter Castillo Martell- de cada 20 personas mayores de 15 años, una sufre de depresión al año; y de cada 20 personas con depresión, una intenta suicidarse; y de cada 20 intentos de suicidio, uno llega a consumarse. Inclusive, ante esta grave situación, el Seguro Integral de Salud en el Perú ha implementado la cobertura de las atenciones y terapias por intentos de suicidios. De otro lado, el psiquiatra Freddy Vásquez, Presidente de la “Sociedad Peruana de Prevención del Suicidio” señaló que en el país, la mayoría de suicidas son varones y que en los últimos años, el suicidio ha crecido 20% entre los adolescentes de 12 a 14 años, sobre todo en las mujeres.
¿A qué se debe que actualmente el suicidio se haya incrementado a nivel mundial? ¿Qué está sucediendo? Desde la antigüedad, el hombre siempre ha tenido una fuerte inclinación a la trascendencia. Hasta en las tribus más primitivas, existía una idea de Dios y de ciertas reglas para alcanzarlo. De allí en que el transcurso de los siglos, hayan tenido su origen diversas religiones, siendo las más importantes la religión cristiana católica, cristianos protestante, musulmana, budista, hinduista, entre otras. Sin embargo, hoy ante el advenimiento de un mundo materialista en donde la felicidad es buscada a través de un consumismo desmesurado, con la búsqueda de una satisfacción meramente materialista, el ser humano insatisfecho, ha reemplazado la búsqueda de lo trascendental y la necesidad de trascender, exclusivamente por lo material, lo cual lo ha llevado a un callejón sin salida como lo es el relativismo y permisivismo en todo, dejando de lado la búsqueda de Dios y prácticamente descartándolo de su vida. En esta realidad, lindando entre el agnosticismo y el ateísmo, el hombre cae en el materialismo más radical, debiendo agregarse una fuerte crisis de valores, de la institución familiar, del matrimonio, de las relaciones entre padres e hijos, recurriéndose a la violencia, sexo por el sexo, alcohol, la eutanasia y las drogas, como “salidas” o alternativas “éticamente válidas” e inclusive “legales”, a fin de encontrar esa “trascendencia” que no se encuentra.
Al reemplazar a Dios por lo material, el poder, el sexo, las drogas, el alcohol, etc. surge una profunda insatisfacción del hombre consigo mismo, una falta de proyectos de vida y por lo tanto, el no alcanzar su felicidad, lo cual hace que recurra al suicidio para terminar con todo ello, esto es, con esa profunda insatisfacción, tristeza o depresión. La felicidad no es otra cosa que la paz consigo mismo, y esa paz sólo se alcanza con una cierta vida espiritual en armonía con Dios. Al no alcanzarse esa paz, se llega a lo contrario, al conflicto consigo mismo, con la sociedad y finalmente con Dios.
El reciente suicidio del conocido y querido actor Robin Williams, ha hecho que muchos se pregunten, ¿Qué pudo haber llevado al suicido a una persona querida en todo el mundo, excelente actor, que lo tenía todo materialmente hablando? ¿Por qué ven en el suicidio una “salida” a sus problemas? ¿De qué naturaleza son esos “problemas”? En primer lugar diremos que, por las razones que hemos explicado, el suicida no es pues una persona feliz. La felicidad es la vocación fundamental de todo ser humano. Hacia ella apuntan todos sus esfuerzos, aun en las situaciones más difíciles o complejas. Para ello se requiere que toda persona: primero, se encuentre a sí misma, esto es, tenga una personalidad sólida con la que uno se encuentre a gusto; y segundo, que tenga un proyecto de vida. Curiosamente, la mayoría de los suicidas buscan algo trascendental que finalmente no encuentran, entrando en depresión profunda, lo cual conduce al suicidio. ¿A qué se debe que veamos personas con graves problemas económicos, laborales, tragedias familiares, etc. y que sin embargo se les ve con paz, esto es, felices? En que no han puesto su corazón y sus esperanzas en lo material sino en Dios, tienen una fe sólida con una vida espiritual intensa que los sostiene en los momentos difíciles de la vida y salen adelante pese a todo.
Terminamos con unas palabras del psiquiatra español Enrique Rojas, al describir al hombre actual el cual “… no es ni religioso ni ateo, sino que él ha construido una forma particular de espiritualidad según su perspectiva. Él es quien decide lo que está bien y lo que está mal y su anhelo de infinito empieza por una satisfacción materialista (dinero, poder, placeres, distinciones y sitio en los que figurar) y termina por fabricarse una ética [religión] a su medida… la idolatría material se mueve en la búsqueda desenfrenada de bienes y placeres, unas veces como nivel de vida y otras, de espaldas a la solidaridad con los demás. Muchas de estas doctrinas se oponen al hombre mismo, yendo contra su dignidad”. Un ser humano así no alcanza la verdadera paz, y menos la felicidad, con lo cual se termina en una vida sin sentido ya que ante la ausencia de Dios, todo carece de sentido, llevando lamentablemente a este pobre ser humano al suicidio, esto es, al sin sentido más absoluto.