Antonia Huillca Challco, viuda de Quintino Cereceda Huisa, espera aun la llegada del fiscal junto al cadáver de su esposo, en el lugar donde falleció.
“Aquí estoy, sentada, en lo alto de este cerro, junto al cadáver de mi esposo. Ha muerto, lo han matado, ha encontrado la muerte en estos cerros, esos soldados lo han baleado”.
Cereceda Huisa falleció en un enfrentamiento entre miembros de comunidades colindantes a la mina de cobre Las Bambas, en Apurímac y la policía. Fue impactado por una bala en la cabeza. Él no era dirigente, sino un comunero que se acercó y participó en el conflicto donde controlaban el paso de los camiones de la minera china.
Su esposa, junto a unos cuatrocientos comuneros, velan su cuerpo desde el viernes 14. Su cuerpo ha permanecido sobre un pedregal del escarpado cerro por más de treinta horas. No se puede levantar el cadáver hasta que llegue el fiscal.
A mediodía del sábado, la comunidad fue informada por el Ministerio del Interior que el fiscal Rodolfo Mamani y un equipo de la Dirincri de Abancay estaban a punto de volar en helicóptero para dirigirse al cerro Huapanquiyocc, jurisdicción de la comunidad de Choquecca-Antiocc. Tres horas después, el alcalde del Centro Poblado Menor de Choquecca, Timoteo Noa Huisa, supo que el vuelo se había retrasado. Calculó que el fiscal arribaría a las cinco de la tarde, pero eso no sucedió.
“No hay nada, nos han mentido. Así es en nuestra provincia, lamentablemente ya no hay justicia para los pobres. Esta noche más amaneceremos aquí por culpa de estas autoridades”, comentó el alcalde, sobrino del fallecido.
El Ministerio del Interior comunicó que el fiscal iría por tierra, junto con miembros de la Defensoría del Pueblo y del Ministerio de Justicia. Se esperaba su llegada a las 11:30 p.m., pero tampoco ocurrió.
El alcalde señaló que tras el levantamiento del cadáver marcharán hacia la provincia de Cotabambas en una movilización: “Iremos con su cuerpo para hacernos escuchar y buscar justicia porque ha sido brutalmente asesinado”.