Líderes Valientes, por Esteban Bedoya

«La representación gremial del empresariado peruano tiene todo el poder económico, intelectual, social y legal, pero actúa como el manso gatito ante los revoltosos de turno, porque tiene miedo de perder lo suyo».

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El otro día recibí en mi WhatsApp un video de un tipo que bajaba a toda velocidad por un circuito de no más de 1 metro de ancho en su bicicleta, filmándola con una cámara desde su casco. Pasaba junto a barrancos, árboles y personas a una velocidad que, estoy seguro, debe haberse sentido mucho mayor en la vida real que a través de la cámara. “¡Qué tipos tan valientes estos!” – pensé.

Y es que, tendemos a ver la Valentía como un atributo unidimensional, vinculado al riesgo físico. Valiente es aquél que expone su físico ante las circunstancias, ya sea porque corre una ola muy grande, escala una montaña empinada, enfrenta a un rival más poderoso o lo que se quiera…

Sin embargo, existe un tipo de valentía menos recorrida. Tal vez por ser más sutil o menos frecuente que la otra, pero de vital importancia en momentos límite de la sociedad.

Se trata de la Valentía Moral, que consiste en HACER LO QUE ES CORRECTO, aunque no te convenga, aunque tengas mucho que perder.

Los esclavos de lo políticamente correcto, no conocen de esta valentía, ya que siempre están poniendo la otra mejilla ante cualquier circunstancia, ya sea por populismo o, generalmente, por cuidar sus propias espaldas e intereses personales de corto plazo. Los políticos son expertos en esto.

Hoy, que se cierne sobre el Perú una nube oscura de comunismo al más puro estilo cubano y venezolano (un estilo fracasado, predecible y nefasto), muchos de los llamados “líderes” empresariales han decidido esconder la cabeza. Su tibieza moral es escandalosa y desesperante. Los Gremios Empresariales, que deberían ser bastiones de defensa de la Libertad Económica y de la Democracia, sacan menos que tibios comunicados expresando sus “preocupaciones” por el andar de las cosas.

¡Claro!, como juegan al doble cachete, no tienen el coraje de condenar categóricamente lo que está pasando y mucho menos de “arrojar los cargamentos de té al mar”, como ocurrió en el motín del té en 1773 en Boston.

La representación gremial del empresariado peruano tiene todo el poder económico, intelectual, social y legal, pero actúa como el manso gatito ante los revoltosos de turno, porque tiene miedo de perder lo suyo. Seguramente, tendrán más “preocupaciones”, hasta el día que, como en el pasado, les arrebaten lo que es suyo por derecho. Y ojo, ser valiente no significa no tener miedo. Ser valiente significa actuar con convicción, a pesar de tener miedo. A la larga, tienen mucho más que perder, que a la corta. Lo que los dictadores necesitan es el flujo de dinero. Adivinen de dónde viene: ¡de las “cajas de té”!

Citando una vez más a Churchill, “El que se humilla para evitar la guerra, tendrá la humillación y también la guerra.” Estamos advertidos.

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