Lima con el caño abierto, por Fabrizio Anchorena

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Hace unos días, decenas de personas ocuparon la avenida Javier Prado en una marcha convocada en contra de la privatización de Sedapal. Pero, sobre la empresa estatal de derecho privado del Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima, nos preguntamos: ¿Lo actual debe seguir?

Nuestro país hoy en día cuenta con la más grande disponibilidad de agua dulce renovable per cápita en América Latina, cifra alentadora y visionaria si existiese un correcto funcionamiento de la actual ineficiente empresa del Estado. Ineficiente porque en la capital existen alrededor de dos millones de habitantes que no tienen conexión a Sedapal en su domicilio, generando que el 88% de las familias peruanas de la ciudad obtengan este elemento vital a través de un camión cisterna.  Por cierto, según Sunass el costo por metro cúbico es de S/.2, 35 cuando existe la conexión a la red de Sedapal, mientras que en caso de obtener el agua a través del camión el costo se eleva 12 veces más. Insólito. En un país donde el discurso de moda es la inclusión”, estas cifras no deberían ni de asomarse ni parpadear. La situación tan solo evidencia que como Gobierno y como Estado hemos fallado sin revertir en lo mínimo esta situación.

La falta de acceso a este recurso transversal tiene repercusiones en cuestiones globales pero complementarias, como lo son educación, salud, alimentación o sostenibilidad. Ante la necesidad de darle un mejor enfoque no solo para el Perú, sino para toda la región y el mundo, alertando que las correcciones se deben implementar a la brevedad, las Naciones Unidas meses atrás lanzó los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), abarcando más de 160 metas relacionadas con pobreza, desigualdad y cambio climático que buscan que durante los próximos 15 años los objetivos se logren, fomentando sociedades pacíficas e inclusivas en todos los países. Es así que entre uno de los 17 ODS se ubica el “Agua limpia y Saneamiento” que propone garantizar la disponibilidad y una gestión sostenible del agua y las condiciones de saneamiento.

Mediante este objetivo se busca que el acceso al agua sea a un precio asequible para todos (eliminando el costo de 12 veces más), acceso universal y equitativo (reduciendo los 2 y 10 millones en Lima y el Perú respectivamente de ciudadanos no conectados con una red de agua), la eficiente utilización de recursos hídricos (pasando de 250 litros de consumo de agua por día en Lima a los 50 litros de agua al día recomendados por la OMS) y mejorar la calidad de agua mediante la reducción de la contaminación (evitando que el 90% de las muertes por diarrea sea atribuible a la insalubridad del agua).

Estas cifras son cuestiones directas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Quizá el desafío empezó antes, reforma necesaria, básica y urgente. Los números variarán, pero al 2030 algunos de los tantos datos existentes deberán estar mejor posicionados. El agua es un recurso natural que no está generando su conservación, tan es así que la provisión de agua correría riesgo en un futuro próximo.

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