Noche triste en Anfield. Al Liverpool se le acaba de escapar su primer torneo en lo que va de la temporada, y genera una gran decepción en los fieles hinchas porque la eliminación de la Capital One ha sido consumada a manos de un modesto equipo, el Southamptom.
Las tribunas se llenaron, los hinchas cantaban el tradicional himno “You’ll never walk alone”: todo estaba listo para remontar ese uno a cero en contra. Klopp puso su mejor once dispuesto a conseguir ese pase a la final, pero también buscando cortar la mala racha de partidos que afrontaba su equipo. Desde el primer minuto, el conjunto “red” salió desesperadamente en busca de la remontada. Pero Southampton aguantaba sin pasar mayores apuros gracias a un planteamiento ingenioso de su entrenador, el francés Claude Puel. Ninguno de los atacantes más peligrosos de Liverpool conseguía superar esa línea defensiva a la que se sumaban los volantes de banda. El planteamiento consistía en cerrarle los ingresos al Liverpool apelando al apoyo en el marcaje por parte de los volantes de banda. A eso se le sumaba el rombo de tres volantes de contención aguerridos, robustos, que luchaban cada balón como si fuera el último. Con este sistema defensivo, el entrenador francés pretendía conseguir un gol en algún contragolpe. Y así lo sería. En el primer tiempo todo funcionó perfectamente según lo que había planeado Claude Puel. Este planteamiento requería de mucho desgaste físico, porque los volantes y defensas del equipo visitante debían correr prácticamente atrás de la pelota, haciendo sombra hasta los últimos tercios de su campo. Ya en la segunda mitad, Liverpool trasladaba el balón de un lado a otro con mucha mayor velocidad e intensidad, hasta encontrar un espacio por donde filtrar el balón al área rival. Liverpool sometía progresivamente al “Soton”, que se encontró muy mal parado en reiteradas ocasiones. Pero los atacantes Sturridge y Firmino no estuvieron finos de cara al arco. Coutinho y Lallana tampoco estuvieron en su mejor partido. A falta de veinte minutos, tanto los hinchas como los jugadores “reds” se desesperaron excesivamente. Las ancianas hinchas del Liverpool rezaban para que llegué el gol, los señores se mordían las uñas. En los jugadores, el estrés y la desesperación se tradujo en imprecisión para dar pases. Y exactamente a los 91 minutos del complemento, el Liverpool – lanzado desordenadamente al ataque – se encontró muy mal parado quedando en un dos contra dos. La contra fue perfecta para el Southampton, y Jake Long selló la clasificación con un remate cruzado.
El triunfo del Southampton se concreta gracias a que su entrenador entendió perfectamente cómo debía jugar, y sus jugadores cumplieron al pie de la letra su táctica defensiva. Otro factor que podría explicar la derrota “red” se encuentra en el bajo rendimiento de los principales referentes del equipo de Anfield; ni Coutinho, ni Lallana, ni Sturridge, vienen teniendo grandes partidos. Nos perdemos de una final soñada entre Liverpool y Manchester United, que superó en la otra semifinal al Hull City. Pero, sin lugar a dudas, la final en Wembley será de todos modos apasionante entre un equipo chico y aguerrido como el “Soton”, frente a un conjunto lleno de estrellas y con mucha jerarquía como los “diablos rojos” de Old Trafford.