¡Me dan ganas de matarlos!, por Jessy Gonzáles

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Probablemente. No es fácil pasar por la muerte de alguien cercano producto de la delincuencia. Tengo la suerte de no haber vivido una situación así, pero no dudo que la rabia sería tan grande como la indignación. Inmensa como el miedo que siente ahora esa chica de 15 años que estaba con su amiga cuando a esta le dispararon por robarle un celular y que después de eso, no volvió a salir de su casa. E inmenso el temor de un cambista que daba declaraciones sin mostrar su rostro por temor a que esos delincuentes que dispararon sin piedad a un señor que trabajaba en el Barrio Chino, vuelvan.

Ante esto han salido ciudadanos a exigir un poco más de interés de las autoridades. Acciones concretas que, por favor nos hagan sentir más seguros. Y en medio de esos discursos aparece una vez más la pena de muerte. “Que los maten a esos malditos”. “Ellos no tuvieron piedad, ¿por qué nosotros deberíamos tenerla?”. “Esos ya no cambian y encima después los sueltan”. “Ellos roban, matan y encima nosotros los mantenemos en la cárcel”. “Que maten a uno y van a ver cómo no les quedan ganas a los demás de robar ni de nada”.

He hecho una búsqueda rápida de los argumentos en contra de la pena de muerte. Excluyo de esta lista aquellos basados en la defensa de derechos humanos, en la renuncia al Pacto de San José y en argumentos religiosos, de manera intencional. No porque no sean importantes, sino porque hay aspectos técnicos que deberían analizarse mejor para ver si esto es efectivamente viable. No he pretendido hacer una investigación rigurosa, y seguramente si se buscan argumentos a favor se encontrarán, pero aun así mi impresión es que su implementación sería sumamente costosa en nuestro país y no necesariamente eficiente en términos de erradicar la delincuencia.

Gente inocente aún es ejecutada

En los países donde se aplica la pena de muerte, se cometen injusticias. Evidentemente, el daño es irreparable en estos casos, pero además el trauma que genera en las familias de los que son injustamente sentenciados es irreparable. ¿Qué pasa además con jóvenes menores de 18 o personas con algún tipo de discapacidad mental? ¿Cómo y quién evalúa la evidencia relacionada con problemas mentales? Por otro lado, si el acusado no puede pagar un abogado, el Estado le proveerá uno, ¿quién? ¿Estaría realmente capacitado para asumir una defensa de este tipo? ¿De dónde se le pagará? En Perú, con nuestro sistema judicial y nuestro presupuesto, ¿estaríamos en la capacidad de realizar procesos judiciales realmente imparciales y objetivos? No creo.

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No cuesta menos que mantener a alguien en cadena perpetua.

Al menos no en todos los casos. Esto se debe a que los juicios suelen ser largos y mantenerlos, así como el sistema que requiere la implementación de la pena de muerte, es sumamente costosa. Estamos realmente dispuestos a gastar todo ese dinero para ejecutar a alguien que bien podría ser condenado a una cadena perpetua dentro del sistema que ya tenemos. Sí, nuestras cárceles son también focos de delincuencia, pero el punto es que la pena de muerte es más cara y no necesariamente más eficiente.

No se ha podido comprobar que la pena de muerte sea más eficiente que otras penas

De acuerdo con Amnistía Internacional, “no existe evidencia contundente de que la pena de muerte tenga una capacidad única para disuadir a otras personas de la comisión de determinados delitos”. No hay pruebas tampoco de que disuada actos terroristas, ya que por el contrario puede estimular la comisión de delitos similares en estos casos. Entonces, más que un acto disuasivo que promueve la seguridad ciudadana, es un acto de venganza. ¡Y claro! Emocionalmente, es un argumento poderoso. “Ojo por ojo, diente por diente”, ¿no? Pero en nuestro sistema, al que roba ¿se le roba algo también? Al que difama a una persona, ¿se le condena a ser difamado? Al violador, ¿se le sentencia a ser violado? Obviamente no, porque las penas no se pueden diseñar de esa manera. No es posible castigar aplicando la misma acción, porque eso es una manera de avalar dichas conductas o actos violentos. Y vivir en un ambiente donde la violencia es tolerada, crea ciudadanos más violentos.

Si no ha sido probada su eficacia y eficiencia ¿por qué es una propuesta exitosa?

Siempre habrán candidatos que propongan esta medida como solución y como es, emocionalmente hablando, una idea muy poderosa que responde a nuestra rabia e impotencia, nos distrae del real problema. La población puede estar a favor de la pena de muerte en Perú y en muchos países, pero eso no significa que se trate de una política pública correcta contra la delincuencia o las violaciones (como en el caso de la propuesta de Keiko). Habrá que pedir investigaciones al respecto a quienes hacen propuestas de este tipo, porque más bien parece que nos están distrayendo. Que nos están ofreciendo una idea atractiva en lugar de sentarse a diseñar medidas más complejas que son las que realmente necesitamos. ¿Creemos realmente que la condena de pocos a la pena de muerte podrá resolver el problema de muchos con la delincuencia? Necesitamos más bien que los delincuentes sean detenidos, condenados y rehabilitados o castigados.

Después de esto, ustedes pueden seguir a favor de la pena de muerte, yo seguiré en contra. Pero más allá de esas posiciones, pensemos un poco más en la viabilidad de esta propuesta. Porque Keiko no será la última en proponerlo ¿Dónde está el sustento técnico y las investigaciones que sostienen esta política? ¿Existen? ¿Sabemos con certeza que una medida así podría disuadir a los criminales en nuestro país? ¿O es que simplemente es más sencillo ganar votos con algo? No nos dejemos engañar tan fácilmente. ¿Será posible en el Perú?