Para nadie es una sorpresa que la izquierda local suele hacer uso prolífico de ciertos vocablos con el fin de diferenciarse del resto de la clase política y, de este modo, terminar legitimando su discurso. A saber, “Derechos Humanos”, “coherencia” y “democracia” son algunos de estos estandartes, aunque ciertamente no son los únicos. Desde hace algunas semanas ha comenzado a reavivarse -con especial insistencia- el uso del término “memoria”, y vaya que ha sido de un modo bastante conveniente. ¿A qué se refiere entonces nuestra izquierda cuándo habla de memoria?
¿Se trataría acaso de las violaciones a los Derechos Humanos cometidas por el Estado peruano? De ser ese el caso, ¿Por qué insistir con tanto fragor únicamente respecto a las perpetradas por el gobierno fujimorista y por el primer gobierno aprista? Una memoria completa debería recordar que junto a los casos de “Barrios Altos” y “El Frontón” podríamos también mencionar a “Los Cabitos” en el segundo gobierno de Belaunde, al “Plan Cóndor” y al “Tacnazo” en el gobierno de Francisco Morales Bermúdez, al “Limazo” en el gobierno de Juan Velasco Alvarado, y así regresivamente. Si de violaciones a los Derechos Humanos se trata, habría entonces que precisar que ello fue más bien una constante en todos los gobiernos peruanos de la segunda mitad del siglo XX, algunos de los cuales produjeron un saldo de víctimas mucho mayor que el dejado por Fujimori y García. El mutis de la mayoría de la izquierda respecto a ellos deja mucho que desear.
¿Podría entonces referirse a las continuas rupturas del orden democrático que ha sufrido nuestro país? Nuevamente, esto pareciese ser verdad solo a medias. Los golpes de estado suelen ser efectivamente recordados por los personajes de izquierda, aunque de modos bastante diferentes ¿Alguna vez los han visto dar igual trato al recuerdo del 05 de Abril y al del 03 de Octubre? Por el contrario -y aunque sea a todas luces paradójico-, cada 03 de Octubre no es para nada extraño encontrar un sinfín de columnas y editoriales justificando el golpe de Velasco por las urgentísimas demandas sociales insatisfechas. Sí, exactamente con la misma precariedad lógica con la que el Fujimorismo suele justificar su autogolpe en la apremiante situación económica: las orgásmicas emociones con las que un izquierdista añora la reforma agraria no distan mucho, al fin y al cabo, de las de un fujimorista nostálgico por el cierre del congreso. Ya no hablamos entonces en este caso de un mutis sino más bien de una ruidosa incoherencia, la misma que deja también mucho que desear.
¿Aludiría, finalmente, a los ataques con los se ha solido mellar instituciones sociales o jurídicas? Una vez más, la reminiscencia se agota en el gobierno de Fujimori: la prensa comprada y los diarios chicha, así como la espuria constitución aprobada durante su mandato, son temas de investigación predilectos, no tanto así las expropiaciones de Velasco a La Prensa de Pedro Beltrán, a Correo de Banchero Rossi o a El Comercio de los Miró Quesada, como tampoco la práctica ausencia de constitución durante todo el gobierno militar -los Decretos Ley se convirtieron en Lex Legis y Norma Normarum-. Las reacciones ante estos incómodos capítulos de nuestra historia entonces se bifurcan: algunos optan por el silencio, otros por la justificación -¡muchos de los cuales trabajaron precisamente en el SINAMOS!-. Lo cierto es que todos dejan -a la postre- mucho que desear.
Que no existe memoria neutral es una verdad indiscutible y, en esa medida, eso está concedido. Lo lamentable es que teniendo abundante data para hacer contrastes y, al menos, mínimas concesiones, un gran sector de nuestra izquierda pretenda seguir predicando una “memoria” que peca de amnésica con muchos, lo que no puede sino hacernos dudar de su honestidad -descontando siempre a las honorables excepciones-. De esta manera, la historia reciente de nuestro país se reduciría a un relato afín a sus intereses políticos. Algo a lo que sin duda alguna debemos oponernos los que -aunque nunca ciento por ciento neutrales- procuramos tener una memoria algo menos selectiva.