A David Cameron le gusta meterse en complicaciones. También le gustan los referéndums. Como superó el de la independencia de Escocia -por poco, pero lo superó-, en la campaña electoral prometió otro, en 2017, para preguntar a los ciudadanos si quieren que el Reino Unido siga siendo miembro de la Unión Europea o no. Lo dicho: le gusta meterse en complicaciones. Ahora bien: ha ganado las elecciones. Ha ganado por mayoría absoluta. Nadie lo esperaba. Ni siquiera la Reina, que se había ido al norte del país suponiendo que después de las elecciones habría complejas negociaciones al no haber un ganador nítido y tener que negociar alianzas. Tuvo que regresar corriendo porque Cameron ya casi casi estaba llegando a palacio para informar del resultado y de que él solito podía formar gobierno.
No se lo esperaba nadie porque ninguna encuesta pre-electoral daba ese resultado. Y ésta es una primera pregunta: ¿qué pasa con las encuestas, que no aciertan? Ya venía pasando en España, pero ya sabemos que España es un país donde no todo el mundo dice exactamente lo que va a votar. Pero, ¿en el Reino Unido? ¿Será que hay mucho votante vergonzante de los conservadores, gente que va a votarles pero que no lo dicen?
¿O será que el sistema mayoritario dificulta las encuestas? Porque, ya se sabe, en cada circunscripción gana el que obtiene más votos: todos los demás votos se pierden. Por eso, el número de escaños para nada se corresponde con el porcentaje de voto. Por poner un ejemplo extremo: SI un partido ha sido el segundo en todas las circunscripciones, con un 35%, por ejemplo, pero ha habido siempre un primero con un 36%, el partido del 35% no obtendrá ni un solo escaño. Dicen los partidarios del sistema que favorece el que los candidatos tengan que mantener el contacto con sus electores, atender sus peticiones, intentar resolver sus problemas.
El caso es que, con ese sistema, David Cameron se ha llevado con un 37% de los votos 331 diputados de los 650 que componen la Cámara Baja: una mayoría cómoda para gobernar sin necesidad de socios. Abandona por lo tanto a los liberaldemócratas, que se han hundido estrepitosamente: se queda con 8 escaños, 49 menos de los que tenía en la legislatura anterior. SU líder, el hasta ahora Viceprimer Ministro Nick Clegg, ha dimitido. Parece que los electores han castigado al socio menor por todo aquello que no les ha gustado en este gobierno o también que los electores que consiguieron se han apartado de ellos al ver incumplidos sus compromisos electorales, aquello por lo que les habían elegido.
También ha dimitido Nigel Farage, líder del antieuropeo UKIP: de los dos escaños que tenía pierde uno, el suyo propio, que pasa a manos de un diputado conservador. Y como había prometido dimitir si eso sucedía, dimitió.
Lo mismo que el líder laborista Ed Miliband, partido que se dejó 48 escaños por el camino y llega a 232, pocos para una oposición contundente. Y como «el Reino Unido -según dijo él mismo- necesita un Partido Laborista fuerte», dimitió.
Segundo apunte: Los líderes dimiten. Cuando fracasan, dimiten. Y dejan paso a otros. Para que consigan lo que ellos no consiguieron.
El otro gran vencedor de la jornada es el Partido Nacionalista Escocés, que consigue 56 de los 59 escaños en juego en esa parte norte de la isla. Su alegría sólo se ve truncada por el hecho de no haber podido desplazar a David Cameron de la sede del gobierno. Nicola Sturgeon (curioso nombre italiano-latino de origen griego para una nacionalista escocesa; al menos significa «ganador del pueblo») ya ha asegurado que la victoria no llevará a un segundo referéndum. Parece que reconoce que esto del referéndum es una cosa seria que no se puede estar haciendo un año sí y otro también. Y quizá -¿tercera reflexión?- también se dé cuenta de que una cosa es el voto para el Parlamento y otra el voto en un referéndum nada menos que sobre la independencia. ¿Es ésta una conclusión que se puede generalizar?
Porque a David Cameron le gustan los referéndums. Y ya está preparando el siguiente: 2017 sobre la Unión Europea. O quizá incluso, cediendo a las presiones de los más eurófobos en su partido, lo adelante al 2016. Parece que ya en pocos días una delegación enviada por Cameron va a ir a Bruselas a negociar con la Unión Europea las modificaciones necesarias para que siga siendo miembro de la Unión; eso sí, por la vía rápida, sin necesidad de modificar los tratados. Y parece que en Bruselas está claro que sólo se van a hacer concesiones más bien cosméticas, sin conceder nuevos privilegios.
Porque -quizá Cameron no se da cuenta- entre los políticos europeos hay muchos que están muy hartos del Reino Unido y su permanente excepcionalidad. Y algunos -al menos en una reacción emocional- piensa que quizá sea mejor que se vayan de una vez y dejen de molestar. También hay quienes subrayan que todo este baile de «Te quiero-No te quiero» en realidad está dañando al propio Reino Unido y que los meses de incertidumbre hasta el referéndum pueden generar desventajas importantes para el mundo económico en las Islas Británicas. Y hay quienes recuerdan que el Presidente francés Charles De Gaulle, en los años 60, siempre se negó a admitir al Reino Unido en las Comunidades Europeas y por dos veces -descortesía incluida- informó de su «no» en una rueda de prensa.
Pero hay que decir que, si en las negociaciones el Reino Unido es un socio difícil de contentar, en el cumplimiento del derecho comunitario suele ser ejemplar: casi siempre ocupa uno de los puestos más bajos en cuanto a demandas por incumplimiento. «Fair play» por tanto una vez decididas las cosas. Hasta entonces, el «somos especiales» marca el tono.
Al final, ¿sería más dramática la salida del Reino Unido o la de Grecia, que -a diferencia de los británicos- está en el euro, la zona Schengen…, es decir, participa en todos los temas – excepto la estabilidad económica?
Pronto iremos sabiendo más. De momento, sería bueno que las empresas de encuestas -que han anunciado reuniones para que sus expertos estudien sus erróneas predicciones- anunciaran una mayoría en el Reino Unido a favor de dejar de pertenecer a la Unión Europea, porque entonces es seguro que el referéndum dará una mayoría a continuar dentro de ella.
Las semanas: 10 de mayo, de la prensa: En San Martín de Porres, un joven de 28 años, fue asesinado a balazos por querer evitar el robo del celular de su enamorada. 18 de abril, en la prensa: En Sullana, un padre de tres niños muere al ser baleado tras discutir por una bomba de agua. ¿Para cuándo una iniciativa para limitar la cantidad de armas de fuego que andan sueltas por el país? ¿Qué hace un agricultor con un arma de fuego? Está bien que todos -políticos, legisladores, medios de comunicación- estén muy preocupados con los casos Oropeza y Belaunde Cossío, pero cada día mueren ciudadanos porque nadie se ocupa eficazmente de retirar cientos y miles de armas en manos de malhechores o de personas que en un momento dado pierden el control. Por favor, cinco minutos de silencio por estas y otras víctimas.