La semana pasada, el presidente nigeriano Muhammadu Buhari aseveró que Boko Haram -el grupo terrorista más pernicioso de África que en abril de 2014 secuestró a 219 chicas de una escuela secundaria pública- había sido ‘técnicamente derrotado’ y que sus miembros -islamistas cuyo objetivo es desterrar el cristianismo del planeta- no tenían capacidad para atentar contra alguna ciudad importante del país africano.
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Hoy, la realidad parece haberle explotado en la cara al mandatario, luego de que el grupo terrorista llevara a cabo tres atentados bajo la modalidad del ‘kamikaze’: mujeres atiborradas con lanzagranadas y explosivos estallaron dejando casi un centenar de fallecidos. El primero de estos se registró en Maiduguri, donde un grupo de terroristas sitió la ciudad a punta de lanzagranadas y ataques kamikazes que, según información del portal web Infobae, habría dejado al menos 50 muertos. A 150 kilómetros de ahí, en la ciudad de Madagali, dos atentados suicidas ocasionaron la pérdida de -cuanto menos- 30 vidas humanas.
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«Estamos bajo asedio», expresó el funcionario del gobierno Yunusa Abdullahi, «no sabemos cuántas de esas bombas ni de esas atacantes suicidas ingresaron a Maiduguri anoche», alertó luego de informar que varios residentes de la ciudad atentada encontraron algunas bombas sin detonar en las calles.
A pesar del elevado número de víctimas, las milicias nigerianas evitaron una catástrofe mayor luego de que desbarataran -gracias a la información de un extremista capturado– trece ataques kamikazes y lograran el arresto de una terrorista.