No basta con que se vaya, por Daniella Paredes

«Es necesario que Pedro Castillo dé un paso al costado o sea destituido del cargo. Pero no basta con la renuncia o la vacancia del presidente de turno si en los próximos gobiernos puede entrar una persona igual de improvisada e incapaz».

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¿Es necesario que Pedro Castillo renuncie o sea destituido del cargo? Sí ¿Ello evitaría que, eventualmente, otra persona con la misma incapacidad asuma como Presidente de la República? No. Lo ideal sería esperar que la mayoría de votantes no vuelva a escoger a alguien con la misma incapacidad de Pedro Castillo, pero, en tanto el proceso electoral lo permita, seguirá existiendo el riesgo de que alguien que no tenga la debida preparación llegue a ser (nuevamente) jefe de Estado.

Aún estamos a la expectativa de cuál será el futuro de Pedro Castillo como Presidente; la palabra vacancia ha vuelto a resonar en el Congreso y la renuncia del mandatario, aunque utópica, parece ser la opción más sensata. Pero hay que entender que este personaje, además de ser el causante de muchos problemas que afronta el país, es también la consecuencia de un sistema electoral que no aspira a que los más preparados sean parte del Gobierno.

Gestionar un país no es muy diferente a administrar una empresa; mientras el jefe o, en este caso, el presidente sepa delegar y tenga un conocimiento básico de las diferentes áreas, el proyecto va a prosperar. Pero, si quien delega a un equipo de trabajo, además de tener un desconocimiento total del proyecto, escoge a personas que también desconocen sus áreas, el único destino de este es el fracaso.

Es por eso que uno podría preguntarse ¿Por qué cualquier persona puede ser jefe de Estado si no todos tienen la capacidad de gestión y delegación para dirigir a un país? ¿Por qué el sistema electoral no establece nuevos requisitos mínimos para quienes deseen participar en las elecciones?

Una reforma electoral, la cual establezca nuevas exigencias razonables para los futuros candidatos a la presidencia, como experiencia laboral por un periodo determinado de tiempo, sería una forma de reivindicar la política como vocación de servicio y filtrar a quienes están capacitados para decidir el futuro de millones de peruanos de quienes solo anhelan un cupo en el poder. Si bien es cierto, existirán personas que sigan viendo el servicio público como un medio, se reduciría el riesgo de ser gobernados por alguien que “no fue preparado para ser Presidente”.

Es necesario que Pedro Castillo dé un paso al costado o sea destituido del cargo. Pero no basta con la renuncia o la vacancia del presidente de turno si en los próximos gobiernos puede entrar una persona igual de improvisada e incapaz. Es importante entender el problema en su totalidad y evitar que un escenario tan crítico como el que estamos viviendo se pueda repetir en los próximos años.

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