En Perú ya existen indicios de haber iniciado la próxima etapa electoral camino al 2021 y algunos candidatos van iniciando su carrera buscando dividir políticamente a una sociedad que vive una resaca de conflicto político permanente por 5 años y lleva además, un luto por la reciente pérdida de tantas vidas humanas.
Empezamos este panorama electoral con una pandemia sin término aparente, un presidente sostenido únicamente por la opinión pública y un congreso que no deja de sorprender más que el anterior disuelto. Y si bien, será una etapa un tanto extraña, estamos ante lo que es probable las elecciones más importantes de las últimas décadas. Hay mucho en juego ya que estamos en el momento histórico para propiciar el desarrollo de nuestro país o para caer una vez más en la insensatez de aplicar políticas públicas que nos terminen de estancar en la mediocridad. Por eso es necesario que los jóvenes tomemos una posición política puesto que seremos nosotros los que decidiremos en estas elecciones. Dar la batalla cultural ya no es suficiente para contrarrestar el avance de la izquierda chavista que se resiste al tiempo y que no va a dejar de mover sus tentáculos en cada país de Sudamérica, especialmente en época de elecciones. Argentina es un ejemplo.
Por la importancia del contexto, es imprescindible pedirle a nuestros candidatos la unión de fuerzas en un frente común, en defensa de las políticas que nos ha llevado a reducir considerablemente la pobreza, crear más empleo, disminuir la desigualdad y ser uno de los países con la inflación más estable de Latinoamérica. Es inevitable admitir que nuestro modelo aún debe mejorar corrigiendo los errores que llevaron a un creciente mercantilismo destapado por los casos de corrupción en obras públicas, reforma que debe exigirse con urgencia.
A pesar de que se vienen presentando una gran baraja de opciones para la presidencia no se avizora una propuesta concreta para una alianza política, lo que es preocupante teniendo en cuenta que existen muchos candidatos con una visión similar en el campo de política económica. Por otro lado, algunas agrupaciones políticas de izquierda que inician su camino electoral con el debate sobre la moralidad del color de piel de los candidatos, a pesar que en los últimos treinta años han pasado diferentes presidentes y hemos comprobado que el problema de la corrupción no distingue derechas, izquierdas, ni tampoco de razas.
El periodo PPK-Vizcarra acabará en pocos meses, el tiempo corre y pronto responderán a la historia por lo bueno y a la fiscalía por lo malo. El electo presidente que llegará a la casa de Pizarro, asumirá de inmediato grandes retos y duras decisiones para salir de esta crisis, con efectos que repercutirán mucho más allá del 2026 para lo cual necesitará de una bancada política unida en el congreso y no fragmentada como terminó ocurriendo con el partido de PPK.
En vista de esto, como ciudadanos conscientes no podemos darnos el lujo de perder 5 años más con gobiernos que terminen aplicando medidas populistas o trasnochadas, que incluso ya se aplicaron en el país y fracasaron. Por lo tanto, estimado lector no busquemos un candidato ideal, más bien exijamos un frente político real.
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