No descarten aún a Donald (II), por Arturo Garro Miró Quesada

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Hace dos sábados, publiqué un artículo en el cual decía que todavía era prematuro descartar las posibilidades de Donald Trump para convertirse en presidente de los Estados Unidos; mediante la exposición de una serie de hechos –noticiosos e históricos- con los cuales busqué compartirles mi punto de vista sobre los tramos finales de la campaña presidencial estadounidense, y que había todavía –en ese momento- mucho camino por recorrer. Me permitiré hacer en esta entrega, una recapitulación de los puntos que toqué en “No descarten aún a Donald” analizando los hechos mencionados en mi anterior entrega como en los mensajes que dejó la pasada elección estadounidense.

El resultado que arrojó la elección del martes, demostró que nuevamente las encuestadoras, como en Colombia, el Reino Unido, Argentina y Perú, volvieron a equivocarse dado que absolutamente todas ellas –inclusive un día antes de la elección- daban como ganadora a la señora Clinton por tres o cuatro puntos, y que la elección sería muy ajustada. Pues bien, quien terminó ganando fue el señor Trump (a pesar de haber perdido en votación) al sacar más de 300 votos en el colegio electoral, lo cual, si lo vemos desde la perspectiva electoral estadounidense, es una cómoda victoria. Inclusive en el voto popular, a pesar de haberlo perdido, no le fue tan mal debido a que la diferencia en este rubro entre él y la señora Clinton fue de un poco más de 300 mil votos.

Fracasaron los estereotipos. Se decía que por las declaraciones que el hoy presidente electo de los Estados Unidos dio durante la campaña, generaría que los hispanos y las mujeres salgan en masa a votar por la señora Clinton dado el temor que generaban las palabras del señor Trump en estos grupos. Veamos el por qué de este fracaso. Donald Trump, a pesar de su retórica, logró el pasado martes el obtener el 30% del voto latino y el 42% del voto femenino; electorados que muchos daban ya asegurados para la candidatura de la señora Clinton. Es decir, que Donald Trump logró conectar con su famoso “we make America great again” (haremos grande a América de nuevo) con los electores hispanos, afroamericano y femenino.

Los dos párrafos anteriores demuestran que uno de los grandes ganadores de la jornada electoral realizada el martes fue el voto escondido o “vergonzante”, es decir, que muchas personas ocultaron –o distorsionaron- sus preferencias electorales de cara a las encuestadoras y grupos sociales; este factor vuelve al debate la fiabilidad de las encuestas de cara a los procesos electorales y de la tolerancia política.

La prensa estadounidense e internacional puede ingresar en la lista de derrotados de esta elección. Desde que se inició la campaña presidencial en Estados Unidos, es decir, hace 18 meses contando desde las primarias, mis colegas estadounidenses –como a lo largo del globo- decían que Donald Trump no se haría de la nominación republicana, y posteriormente, luego que se hizo de la nominación dijeron que no ganaría la presidencia; en ambos procesos -primarias y campaña presidencial- no se ha visto un ataque tan vehemente en contra de una determinada candidatura. Lo sucedido con Trump califica ampliamente como apanado mediático; y a pesar de eso ha logrado ganar la elección. Dicho esto, queda demostrado que a la gente no le gusta que la lleven de las narices a hacer algo que otros quieren que haga.

Otro cambio que se ha dado en esta elección, es que Donald Trump –68 años después- ha logrado desplazar de la categoría “milagro político”, al triunfo de Harry S. Truman sobre su contrincante republicano Thomas Dewey. Incluso,  la edición de la revista Newsweek –publicada el 09 de noviembre- puede reemplazar a la del diario Chicago Tribune de 1948 que sacó como portada el triunfo de Dewey luego que se conociera la victoria de Truman; en ambos casos, las portadas y notas interiores ya estaban preparados. Tanto los triunfos de Truman (1948) y Trump (2016), nos han enseñado a los periodistas que no se puede dar por anticipado a un ganador hasta que el último voto no haya sido escrutado. Nota aparte. Ahora Estados Unidos me ha dado otro ejemplo de milagro político para próximos artículos cuando el caso lo amerite.

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Donald Trump será desde el próximo 20 de enero el 45to presidente de los Estados Unidos, y su elección –guste o no a algunos- ha sido democrática y limpia, en el marco de las leyes electorales estadounidenses, y debe de ser respetada, en Estados Unidos como en el resto del mundo. Lo único que personalmente espero, es que no cometa el error de tener una política hostil hacia Latinoamérica porque una actitud así, le servirá a las auto denominadas “corrientes progresistas” o “socialismo del siglo XXI” recuperar el terreno que ya vienen perdiendo en la región desde hace dos años. Y Ojalá que le vaya muy bien, porque hoy por hoy, si Estados Unidos se resfría, a los países latinoamericanos nos da fiebre.

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