¡Nos faltan 1035!, por Verushka Villavicencio

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Documentar la verdad para que se haga justicia, es la premisa que mueve a los hombres de prensa de todo el mundo. En los últimos 15 años, siguiendo esta consigna, han muerto 1,035 periodistas según Reporteros Sin Fronteras.

Muchos se podrán preguntar, qué mueve a los reporteros a salir de su zona de confort, dejar su hogar, su país, para documentar guerras, tráfico de armas, violaciones a los derechos humanos, narcoterrorismo, corrupción y toda clase de situaciones que vulneran la convivencia pacífica de una nación. Revelar la infracción de la ley para que se haga justicia es una explicación, pero existe otra mucho más profunda: construir una sociedad mejor.

La esperanza de acabar con un sistema corrupto que excluye a los más vulnerables así como la difusión de los hechos reales que ayuden a que los ciudadanos opinen con conocimiento de la verdad, son dos de las razones que llevan a los reporteros a investigar. Y para proteger esta labor que forma a los ciudadanos democráticamente, Reporteros sin Fronteras ha efectuado recomendaciones sobre la seguridad de los periodistas ante la Asamblea General, el Consejo de Seguridad y el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, así como ante el Consejo de Europa. La más reciente recomendación fue promulgada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 20 de noviembre pasado, protegiendo a las mujeres periodistas de la discriminación y la violencia por razones de sexo y género, la intimidación y el acoso en Internet o en otros medios.

Pero estos esfuerzos no son suficientes. Nos faltan 1,035 periodistas que en 15 años han muerto por tratar de documentar la verdad, ejerciendo sus funciones. Y cada año este número aumentará porque los Estados no implementan medidas efectivas que detengan la corrupción y la violencia.

Este último 13 de abril, murieron 3 periodistas ecuatorianos que documentaban la situación de la población que vive en la frontera entre Ecuador y Colombia después de la firma de la paz con las FARC. Pero siendo esta zona extremadamente deprimida, es necesario que se adopte una política de Estado que reemplace el cultivo de la droga por cultivos alternativos cuya comercialización les permita vivir. De lo contrario, la población seguirá vinculándose con los narcoterroristas y esta verdad incómoda seguirá siendo una ventana abierta para la muerte de colegas periodistas junto a todo aquel que intente brindar ayuda para el desarrollo. Generar polos de desarrollo con cultivos legales es la clave para un desarrollo sostenible.

Según el mismo informe de Reporteros Sin Fronteras, después de Siria, México es el segundo país más peligroso para los periodistas. 12 reporteros han muerto el 2017 y 507 fueron agredidos ejerciendo sus labores periodísticas. Y seguirán muriendo más en todo el mundo mientras el Estado no adopte medidas correctivas contra la corrupción que vayan más allá de la militarización contra el crimen organizado.

El precio por la libertad de expresión no debe ser ninguna vida humana. Documentar un hecho no debería costar la sangre y el dolor de una familia que pierde a un ser amado. Las imágenes de sufrimiento de las familias y amigos de los colegas ecuatorianos desaparecidos deberían conducir a los decisores a pensar en implementar medidas que eviten la muerte de nuevos hombres de prensa. ¡Ahora faltan 1035! Descansen en paz.

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