Desde que Keiko Fujimori, ante la mirada atónita de su audiencia universitaria señaló que el Informe de la CVR fue positivo, los comentarios de todo calibre no se han hecho esperar. Luego de más de 10 años de obstaculizar, denostar y boicotear todo lo relacionado a la Comisión de la Verdad y Reconciliación. La lidereza y heredera del régimen que lideró un hombre acusado de cometer delitos de lesa humanidad, cuyo gobierno fue también señalado por la CVR como activo participante de los crímenes, había cedido. Tal vez por mero calculo o tal vez sólo era un aspaviento sin un fin particular, pero luego de batallar contra ese informe que a los ojos de todos sus seguidores fue parido por “rojos y pro-terrucos”, la afirmación no es ligera.
Sin embargo, mientras sorprendía a tirios y troyanos en Harvard, en el Perú los más devotos seguidores de la CVR preparaban las hogueras del escepticismo. Rápidamente salieron a gritar que todo era puro cálculo electoral, que eran burdas mentiras adaptadas al escenario progre al que se dirigía la candidata Fujimori. Y como es natural llenaron las redes sociales y las columnas de opinión enumerando toda la trayectoria política del fujimorismo. Era claro que el comportamiento político del fujimorismo en el congreso, donde los votos cuentan, había sido diametralmente distinto a lo señalado por Keiko. Justamente al hacerlo están cayendo en el saco de los fanáticos, de los parcializados y de los caza brujas. Convierten al Informe de la CVR, más que en un estudio profundo sobre los sucesos durante el periodo de conflicto armado interno, en una bandera ideológica expuesta a la guerra electoral. En otras palabras acompañan el juego de los enemigos de la CVR.
La miopía política y el odio no dejan ver lo que los politólogos ya andan señalando. El fujimorismo puede evolucionar a una corriente política seria. No obstante, los procesos sociales y políticos no ocurren en cuestión de días. Desde el 2001 hemos visto la consolidación del liderazgo de Keiko al mando de Fuerza Popular y sus esfuerzos por transformar al movimiento adicto a su padre en una agrupación política. Más aún, desde el 2011 hemos escuchado a Keiko declarar en varias oportunidades que intentaría compensar su pobre record en derechos humanos con medidas concretas como hacer vinculantes los informes de la Defensoría. Creo que ese es el resultado progresivo del empoderamiento de una mujer que inició su carrera política tan sólo como la hija del dictador y que hoy reclama un espacio político propio que se ve confirmado por su posición sostenible en las encuestas. Esto la habilita para ser más osada en sus posturas políticas y dejar al margen al fujimorismo más radical.
¿Qué importancia tiene todo esto? Más allá de las suspicacias sobre los cálculos o las esperanzas sobre un vuelco democrático, lo importante es que se abre una oportunidad para llegar a un consenso sobre lo dicho en el Informe de la CVR. Nada menos que la puntera en las encuestas y otrora opositora a la CVR ha dado un guiño en Harvard. Este guiño no debe ser recibido con piedras y prejuicios, sino con audacia y oportunismo en favor de los derechos humanos y sobre todo los derechos de las víctimas. Así como MVLL aprovecho la coyuntura para exorcizar los demonios que aquejaban a Ollanta Humala, los activistas de derechos humanos deben deponer sus ascos y acoger la oportunidad para comprometer a la candidata. No deben dejar que la riña intrascendente opaque la oportunidad histórica para logar una verdadera reconciliación. Termino con esto: Mortal, mortal, no dejes que tu odio sea inmortal.