La antigua Roma llegó a ser lo que fue, debido a gente como: Lucio Quincio Cincinato, un “patriota”, que en lo ordinario (labores de campo) y extra-ordinario (gobierno) supo velar por el bien común.
Cincinato era un patricio romano, muy distinto a los plebeyos de la sociedad y de la política romana de aquella época. Se convirtió dentro de Roma en un ejemplo por sus virtudes morales, cualidades de mando y capacidad estratégica; no obstante Cincinato prefirió dedicarse a su finca para labrar sus campos.
Por entonces Roma era una pequeña ciudad rodeada de fuertes oponentes como las tribus de volscos, que la acosaban desde el sur, y los ecuos, que penetraban en el territorio romano por el este. En el año 458 a.C., la ciudad estaba a punto de perderse por la ofensiva bárbara, el senado estaba desesperado y fueron a buscar a Cincinato para pedirle que se hiciera cargo de la situación, ofreciéndole convertirse en el dictador de Roma (que en aquella época era otorgado a la persona más competente y solvente para el gobierno). Ante la necesidad, Cincinato aceptó y regresó a Roma. En 16 días convocó y formó un ejército de heroicos romanos que derrotaron a los volscos y a los ecuos. Inmediatamente después de esta gesta, renunció a los poderes que le fueron otorgados para volver a sus campos, rechazando el ofrecimiento por parte del senado de permanecer en el cargo.
Aquellas actitudes de servicio y renuncia respecto al uso del poder le convierten en un ejemplo de liderazgo para las organizaciones y estados contemporáneos.
Veamos a continuación algunas lecciones del caso Cincinato sobre la gestión inteligente del poder:
¿Cómo entrenarse para asumir el poder?
- Estando centrado en lo esencial de la vida.
- Teniendo una vida sobria y equilibrada.
- Aprendiendo a necesitar poco.
- Sabiendo contemplar y actuar.
- Tomando perspectiva de los problemas para hallar las soluciones.
- Empezando a ser fiel en lo poco, para terminar siendo fiel en lo mucho (de las labores de campo al gobierno).
- El bien hacerlo bien (el oficio que le corresponda).
Criterios para asumir el poder:
- Moverse por motivos trascendentes.
- Ser moralmente solvente.
- Tener las competencias para el mando.
- Saber cómo enfrentar los desafíos en cuestión.
- Gozar de legitimidad social.
- Tener capacidad de convocar, formar y dirigir un equipo.
¿Cuándo dejar el poder?
- Cuando reiteradamente no se utilice el mando cuando se requiere (defecto en el uso del poder, vacío de poder).
- Cuando se utilice desproporcionadamente el mando (exceso en el uso del poder).
- Cuando se utilice injustamente el mando o en contra de la dignidad y libertad de las personas (mal uso del poder).
- Una vez solucionados los problemas que corresponden a las competencias del líder en ejercicio (¡problema resuelto!).
- Una vez que aparezcan desafíos que requieren de líderes con otras competencias ya que las habilidades de un líder pueden ser fortalezas para unos escenarios y esas mismas convertirse en debilidades para otros escenarios (¿quién es el más competente para liderar ahora y solucionar esto?).
- Cuando la vida personal y/o familiar haya sido desequilibrada por la vida pública (SOS).
- Antes de caer presa de la seducción de la fama, logros alcanzados y recursos disponibles (¡auxilio!).
Para finalizar: recordemos que “corruptio optimi, pessima”, que “la corrupción de lo mejor es lo peor” (sentencia atribuída a San Jerónimo), y eso aplica tanto para el liderazgo político como empresarial. Contribuyamos a desarrollar líderes saludables e inteligentes, vacunados de la búsqueda neurótica del poder, tener y fama. Fomentemos ambientes virtuosos en las familias, escuelas, empresas, ministerios y partidos para que las personas puedan crecer en carácter y no sólo en competencias, que sería una lástima para el país perdernos de los líderes más competentes, por un empobrecimiento en su dimensión personal, que los lesione e imposibilite para el ejercicio del gobierno de colaboradores y ciudadanos, que muy sobrados de “Cincinatos” no andamos. ¡Felices fiestas patrias!