El pasado viernes hubo tres ataques terroristas en simultáneo alrededor del mundo. Estos actos aborrecibles se han dado dentro de una “guerra” contra el terrorismo que se ha atizado en el último par de años debido a la vehemencia de parte de ISIS y la falta de visón y liderazgo de los líderes mundiales. Estos ataques sugieren más que nunca la necesidad de desplegar en el más amplio espectro de lo posible todas las actividades de inteligencia.
El viernes 26 de junio, hubo cuatro ataques terroristas que se dieron al mismo tiempo alrededor del mundo. El más sangriento fue un coche bomba en un resort al norte de Túnez que dejó el saldo de 39 muerto y 28 heridos. A ello se sumó un ataque donde se decapitó a una persona en Lyon, un ataque en una Mezquita en Kuwait que dejó 27 muertos y otro ataque en una base del Ejército en Somalia que no ha dejado una cifra certera de afectados para este momento. Estos ataques, en materia de planeamiento y acaparamiento mediático, presentan un nivel de organización propio de al-qaeda y de los ataques que tanto tiñeron de luto al mundo. Un caso similar fue el ataque a las embajadas estadounidenses en Tanzania y Kenia el mismo día de agosto de 1998. En estos actos centenares de personas murieron. A ello también se suma el ataque al USS Cole en Yemen, en el 2000, donde murieron cerca de una veintena de marinos y las amenazas del Milenio, que luego se concretarían en el 11 de setiembre.
Todos estos actos tuvieron posibilidad de ser imaginados, si es que no previstos, pero lamentablemente la administración de William J. Clinton no le dio jamás la importancia del caso. Se arguyó que la inteligencia no era necesaria, se recortó el presupuesto federal a la mitad y el ratio de reposición de personal de la Comunidad de Inteligencia no era buena. Tanto así que la oficina del FBI en Nueva York tenía más personal que toda la CIA en el mundo en año 2000. Ese mismo cariz, sumado al tinte izquierdista que se pregona en varias partes del mundo, pretenda ridiculizar la necesidad de contar con sistemas de inteligencia. Para mal de aquellas corrientes, los hechos vuelven a poner de relevancia la importancia, cuasi permanente, de contar con estamentos de inteligencia con el mayor margen de acción posible.
El 3 de junio el Presidente Obama firmó la nueva Ley de Libertad (es) (USA Freedom ACT). En esta renovación de la Ley que ampara las actividades de la NSA, se eliminó la provisión para hacer interceptaciones telefónica. Claro está, que estas siempre se han hecho bajo el amparo de la Foreign Intelligence Surveillance Act (FISA) bajo mandato judicial de Cortes de justicia especializadas. Al quitarse estas provisiones, Estados Unidos se encuentra más ciego y más sordo en casos donde tenga fuertes sospechas, siempre bajo investigación fiscal, donde pueda haber casos de terrorismo.
Estas posiciones políticas parecen obedecer más a la platea que a la necesidad del pueblo, afectando el libre desempeño que estas puedan tener en una sociedad libre.
Lamentablemente con leyes de alcance doméstico no se borra la necesidad de contar con un apoyo verdadero a las Comunidades de Inteligencia. Leyes civiles, simbólicas, hacen olvidar las verdaderas funciones del Estado, mantener un libre mercado entre sus habitantes, y protegerlos. Cualquier otra distracción en temas donde el Estado no debería legislar es ello mismo, una distracción…las elecciones son el momento ideal, más no los únicos, de mostrar las fallas del Estados.