6 millones de dólares es la suma que habría recibido, en total, Susana Villarán para la campaña del No a la revocación. Una mitad la habría aportado Odebrecht, según lo que explicó en abril Jorge Barata, y la otra habría venido de OAS, según el expediente presentado por el fiscal Carlos Puma para solicitar 36 meses de prisión preventiva para la ex alcaldesa.
Si tomamos en cuenta la talla de los recursos publicitarios empleados a favor del No en la campaña contra la revocación en el 2013, difícilmente debería sorprendernos la cantidad de dinero que hoy sabemos fue gastado en ellos. Difícilmente uno puede haber pensado que los múltiples spots publicitarios –de excelente calidad audiovisual, dicho sea de paso– y el cúmulo de paneles que decoraron la capital con figuras públicas cruzando los brazos, fueron ofrecidos a la señora Villarán de forma gratuita y por amor de las empresas que proveen estos servicios…
Cualquier persona con dos dedos de frente podía reparar en que el No contó con muchísimo dinero, en contradicción con las voces que aseguraban que se había tratado de una campaña austera (incluyendo la de Susana Villarán).
Frente a esta realidad, resulta pertinente hacerse una pregunta ¿Cómo es que los políticos y artistas que apoyaron a Villarán nunca se animaron a cuestionar de dónde salió todo ese dinero?
Claro, desde esta columna no creemos que personajes como Augusto Rey, Anel Townsend, Mónica Sánchez, Jason Day y demás forofos de la ex burgomaestre, hayan recibido dinero ilícito a cambio de su apoyo. Estamos seguros de que lo hicieron por convicción. Pero ¿tan cegados estaban por sus ideales que no se detuvieron a preguntarse quién estaba detrás de tantos spots, paneles y mítines? ¿Nadie mencionó los millones en la habitación?
Lo más lamentable de todo esto es que estos personajes empuñaron la bandera de la honestidad para defender a Villarán. Parece que olvidaron que para ser honesto no solo hay que evitar acciones deshonestas, si no fiscalizar las que pueden estarse dando a su alrededor. En eso fallaron y deberían reconocerlo.