Papas interestelares: ¿Ficción o realidad?, por Inés Yábar

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Esta semana, luego de tantas recomendaciones, vi la película “Interestelar”. Esta cuenta la historia de un grupo de astronautas que, después de ver a la tierra destruirse poco a poco, parte al espacio para explorar planetas que podrían reemplazar la tierra en la que hasta ahora todos vivimos. A pesar de que lo que vi era ficción, las investigaciones para encontrar otro planeta habitable existen desde hace un buen tiempo.

El año pasado salieron varios artículos sobre los experimentos que se llevaban a cabo con científicos de la NASA y del CIP (Centro internacional de la Papa) para ver si era posible plantar papas en Marte. La idea sería tener un huerto que los viajeros espaciales puedan usar en sus misiones. El hecho de que en el desierto de La Joya, en Arequipa, se esté investigando la posibilidad de enviar papas peruanas al espacio es algo que hace poco solo se veía en la ficción (como en la película “The Martian” con Matt Damon). Perú es el lugar perfecto para estos experimentos ya que tenemos más de 4000 variedades de papas y el laboratorio se encuentra en un suelo seco y con alta concentración de sal (como el de Marte).

Tal vez no hemos llegado al punto de necesitar “mudar a toda la humanidad” a otro planeta. Puede que por ahora estas búsquedas sean puramente científicas, para facilitar los viajes al espacio. Pero lo cierto es que sí estamos desperdiciando una gran cantidad de nuestra producción en la tierra. Sí estamos contaminando, al punto de maltratar tanto nuestro hogar que generaciones futuras podrían tener que buscar otro planeta donde vivir.

Si entras a tu cocina probablemente encuentres productos de otros países, empaquetados, llenos de pesticidas o genéticamente modificados. Todos comemos, y para no perder tiempo, le descontamos tiempo al planeta comprando lo fácil y barato. Pero de vez en cuando se nos malogra la comida, la botamos porque “la fecha de caducidad ya pasó” o simplemente compramos más de lo que podíamos comer. Es peor aún para los supermercados que a veces botan stock en vez de donarlo. Todo esto hace que, globalmente, un tercio de la comida producida para el consumo humano se desperdicie, según la FAO. Esto equivale a 1,3 mil millones de toneladas por año, por las que se gastó entonces energía, agua y suelo, creando contaminación innecesaria.

No es solo lo que se desperdicia que está malogrando nuestro planeta, también es lo que consumimos. Las comidas se han vuelto cada vez más procesadas y empaquetadas. Se da a entender que esto es por higiene pero lo cierto es que las frutas ya vienen con piel, las verduras se pueden lavar y viceversa.

Es lamentable ver la condición en las que se encuentran las playas después de las fiestas de año nuevo. En Coogee Beach, Australia, quedaron 15 toneladas de basura después de las celebraciones navideñas y muchas playas peruanas quedaron cubiertas de desperdicios luego de una noche de locura.

No necesitamos otro planeta ahora, pero necesitamos proteger el nuestro. No esperemos a que sea necesario comer papas de marte para recién ponernos a pensar sobre las consecuencias de nuestro consumo alimenticio. No botemos comida, procuremos consumir local, orgánico y productos sin empaquetar. Sobre todo no dejemos atrás una huella de desperdicios. Para no volver la ficción de un planeta B la realidad, tú ¿qué estás haciendo?

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