Para todo hay una primera vez, por Franco Mori Petrovich

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Voy a ser así de directo y de simple: Ni Pedro Pablo Kuczynski, ni Luz Salgado, me representan. No voté por ellos y, como ya he escrito en anteriores oportunidades, no son de mi total agrado. Sin embargo, no haré hoy un análisis arbitrario de cuál es el líder que considero encaja mejor con mis gustos y caprichos. No me corresponde (y creo que a nadie), seguir estancado en una contienda electoral que ya terminó y que, si bien polarizó enormemente al país, ha dejado resultados irrefutables con los cuales deberemos lidiar en los próximos cinco años.

Asi las cosas, quiero destacar aspectos peculiares de los nuevos máximos representantes del Ejecutivo, Pedro Pablo Kuczysnki, y Legislativo, Luz Salgado. No negativos. No aspectos para seguir criticándolos como si fuera aún el gobierno humalista. Ese quinquenio de la mediocridad y el oscurantismo ha cesado y el pueblo debe ser capaz de reconocer que tenemos ahora algo totalmente distinto: Con el Ppkausismo y el, aparentemente, renovado fujimorismo, surgen oportunidades que, ojalá, aprovechemos por el bienestar de todos.

Ambos personajes son conocidos, o mejor dicho, ‘viejos conocidos’ en el quehacer político. Pero, a la vez, son nuevos. El primero, nuevo en el cargo que ostenta, nuevo en sus promesas y compromisos personales y partidarios, nuevo para el Perú, que nunca antes había tenido a alguien con una experiencia -voy a reconocerlo- vasta e intachable. La segunda, es nueva básicamente en su discurso. Y un discurso que, no seamos cucufatos, da una imagen nunca antes vista en un fujimorista (y me refiero específicamente a los de la guardia vieja, los ‘albertistas’). Para todo hay una primera vez. No seamos mezquinos en condenarlos desde ya.

Los ‘anticuchos’ (o sea, cuestionamientos), que bien se podrían imputar a cada uno no tienen el suficiente peso como los que hasta ahora tienen varios líderes nacionales, como los exmandatarios García, Toledo y Humala. Distinto de ellos son PPK, porque tiene no comprobadas conductas de lobismo; y Luz Salgado, porque el vladivideo en el que aparece su participación es exclusivamente de «escucha y pregunta». No hay maniobras corruptas ni sospechosas en las trayectorias de PPK y Salgado, en síntesis.

En este sentido, nos queda observar sus discursos y desenvolvimientos. Ya hemos visto que han brindado mensajes sobrios, convincentes y hasta innovadores. Ahora viene la parte difícil: ¿Creer o no creer? ¿En serio vamos estancarnos en este dilema y repetir errores del pasado? El Perú de los años venideros, en las faldas del bicentenario de la independencia de la República, necesita dejar de lado ya tantos dimes y diretes; tantas trifulcas entre ideologías. Ya, pues. La actitud que deberíamos ejercer es nuestro derecho a exigir que las cosas se hagan bien (y por eso dije, ‘observar’). Fiscalicemos, exijamos rendición de cuentas, exijamos transparencia. Eso hará que los políticos se pongan las pilas. Condenemos y critiquemos los conflictos infantiles (que ya hubo uno, el de la disputa entre Frente Amplio y Peruanos por el Kambio por unas oficinas en el Congreso), y hagamos saber a nuestros padres de la Patria que el país, luego de Humala, estará con ojo, pestaña y ceja detrás de ellos.

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