¿Paz en Siria?, por Daniel Ku Hop

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La crisis siria probablemente sea uno de los conflictos más complejos del nuevo milenio. Esta no solo ha generado decenas de miles de muertos en los últimos 5 años, sino que ha cambiado por completo la geopolítica de un país entero. El pasado diciembre, en un nuevo giro de eventos, el mencionado conflicto presenció una pequeña luz al final del camino. El gobierno sirio y los grupos rebeldes aceptaron un plan de pacificación presentado por la coalición ruso-turca. Dicho plan está basado en 3 etapas; acuerdo de cese al fuego, monitoreo y negociación de paz. En este momento, las negociaciones se encuentran en la etapa de cese al fuego, sin embargo se han suscitado diversos acontecimientos que han debilitado la esperanza de llegar a una paz duradera. Por un lado, los rebeldes acusan al gobierno de Bashar Al Assad, de haber atentado contra diversas ciudades que son de gran importancia para los grupos beligerantes. Mientras que el gobierno sirio ha respondido afirmando que las mencionadas acciones se han realizado con el objetivo de combatir la presencia de diversas células de ISIS en la zona y no para dañar a las comunidades aledañas.

Claramente, la situación en Siria, aunque más esperanzadora que a inicios del 2016, sigue siendo compleja en demasía puesto que no solo involucra a muchas y diversas partes, sino que también es cuna de diversos intereses de potencias globales y regionales. Es el objetivo de este artículo analizar el futuro de Siria con respecto a este conflicto. Para ello, será necesario desarrollar la importancia de Siria en el juego geopolítico global y describir los actores y sus posiciones dentro del conflicto en el país.

Siria es un país que, como estado, siempre ha cumplido un rol secundario en el desarrollo de los diversos conflictos a nivel global. Sin embargo, el territorio en el que se encuentra la República Árabe Siria ha despertado el interés tanto de Rusia como de los Estados Unidos. El mencionado estado no solo está ubicado dentro de la península arábiga, dando así presencia en los conflictos de la zona al estado que lo influencie, sino que posee salida al mar mediterráneo (con especial cercanía a Chipre), una zona que, históricamente, siempre ha sido preponderante para las diversas partes enfrentadas en guerra. Esta importancia geopolítica le ha traído más problemas que beneficios.

Dentro del conflicto en Siria existen diversas partes subdivididas en grupos variados y apoyados por distintas potencias. En primer lugar se encuentra el gobierno de Bashar Al Assad, acusado de haber cometido atentados contra sus propios ciudadanos y considerado por muchos estados como un gobierno dictatorial e ilegítimo. Al Assad, tiene por objetivo mantener el poder mientras pacifica a Siria de los rebeldes y ISIS. Además, este gobierno es apoyado por Rusia y  Turquía debido a intereses geopolíticos, e Irán (y por lo tanto Hezbollá) debido a que tanto Al Assad como el pueblo iraní pertenecen a la facción shiíta de la religión islámica. En segundo lugar se encuentran los rebeldes anti gobierno, aunque este actor esté formado por más de 10 entes beligerantes, persiguen un objetivo claro: derrocar a Bashar al Assad. Cabe resaltar que uno de los grupos más importantes de estos rebeldes es la Fuerza Democrática Siria, un conjunto apoyado por Estados Unidos debido al clásico juego de influencias y Arabia Saudí  puesto que tanto los rebeldes como el pueblo Árabe es Sunita, otra facción islámica. En tercer lugar, y a pesar de que existen otros grupos terroristas presentes, se encuentra Estado Islámico. Esta organización tiene por objetivo la formación del llamado “Califato Perfecto” que incluye no solo a Iraq y Siria sino que a toda la península arábiga, gran parte de África y el sur de Europa. Estos no son apoyados por ningún actor extranjero, aunque en diversas ocasiones otras agrupaciones terroristas como Al Qaeda o Boko Haram han exteriorizado su admiración por esta organización. Además tienen a ambas partes y sus respectivos aliados como enemigos dentro del conflicto. Finalmente, el cuarto actor incluido directamente en la crisis Siria es la nación Kurda. Esta, tiene por objetivo final la creación de Kurdistán y, aunque sus medidas en algunos casos han llegado a ser comparables con las de ISIS, no son considerados como un grupo terrorista. Este bando es indirecta y momentáneamente apoyado por la coalición liderada por los Estados Unidos y por los grupos rebeldes debido a su objetivo común, y tiene por principales enemigos al gobierno sirio, por claras razones, a Rusia, por ser parte de la coalición, y a Turquía porque este estado ha sido víctima de diversos atentados de grupos extremistas Kurdos que buscan independizar parte de su territorio.

La gran presencia de actores y potencias dentro de un Estado con el objetivo de “pacificarlo” ha demostrado ser la mayor traba para la solución de conflictos. Siria es un claro ejemplo de que existe una finísima línea que divide la necesidad de ayuda con respecto a un problema en específico, de la vulneración de los principios de No Injerencia y Soberanía. Si bien no hay razón para justificar al gobierno de Bashar Al Assad, tampoco existe forma de exculpar a las potencias que han hecho de Siria una nueva Guerra Proxy. Al fin y al cabo, los gobiernos cambian, los grupos terroristas pasan al olvido pero es la Sociedad Civil la que queda marcada por las diversas heridas que hoy se le causan.

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