La aparente seguridad, dotada de cierto aire nacionalista, que envolvía al presidente Enrique Peña Nieto tras la captura de Joaquín Guzmán Loera ‘El Chapo’ en enero de 2014 pareció esfumarse de cuajo con la fuga del líder del Cartel de Sinaloa del penal de máxima seguridad de El Altiplano en julio de 2015.
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Y es que, en aquella ocasión -cuando los Estados Unidos habían solicitado la extradición del narcotraficante más peligroso del planeta- el mandatario mexicano, miembro de un partido con una gruesa tradición nacionalista como el PRI, hizo caso omiso aduciendo que un narco mexicano debía pagar sus penas primero en México. “El Chapo se tiene que quedar aquí a cumplir su condena y después lo extradito. Unos 300 o 400 años años después”, llegó a afirmar en aquella ocasión el fiscal general.
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Hoy, luego de una fuga que dejó en ridículo a la administración de Peña Nieto y de una recaptura celebrada por todo lo alto, el presidente mexicano parece haber reflexionado al respecto y no estar dispuesto a tomar riesgos por lo que ha pedido a la Procuraduría General de su país que agilicen los trámites para extraditar al ‘Chapo’ Guzmán a los Estados Unidos. “La indicación a la Procuraduría es acelerar el trabajo para lograr lo más pronto posible la extradición de este delincuente”, afirmó el gobernante desde Davos, Suiza, donde se encuentra asistiendo al Foro Económico Mundial.
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En su intervención, Peña Nieto también aprovechó para abordar el problema de la corrupción, a la que catalogó como una “condición humana”, por lo que -puntualizó- su gobierno ha puesto en marcha algunas medidas para “domar y controlar” este flagelo. “No es un tema cultural, es un tema de condición humana y de lo que se trata hoy es de establecer mayores controles”, finalizó.