Perú: Los ideales de libertad y democracia como motivo del 199 aniversario, por Kevin Silva Carrillo

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Habrían transcurrido aproximadamente dos siglos desde que, en una mañana del 28 de julio en la Plaza Mayor de Lima, el recordado general José de San Martín nos declaraba nación de hombres libres e independientes. Para quebrar una lanza en favor de los registros históricos; hacia nuestros días han sido ciento noventa y nueve años desde que se proclamó a los dieciséis mil peruanos los ideales de una patria libre y democrática. Así tampoco podría evitarse el hecho que, a esa fecha, el Acta de Independencia ya había sido firmada por el Cabildo trece días antes. Pero, en suma; en tales registros se representa más que un estilismo cívico y moral, pues, a estos le siguieron heroicas virtudes como las poseyeron Grau, Bolognesi, Ugarte y, más de nuestros compatriotas hasta la actualidad. A esa altura más bien estaría el surgimiento de la necesidad de que, en fechas como aquellas, los beneficiarios de conquistas morales como esas sintamos la necesidad de reflexionar no sobre una quimera, cuanto más bien, en como se vienen cumpliendo esos nobles ideales.

A la larga, ofrecer una discusión honesta de estos temas no pierde de vista su riqueza dialógica; inclusive que sus puntos de vista sean una fuente inagotable de criticas contundentes. Por tales razones, la sensatez enjuicia a bien y, así, nos contiene a solo mostrar una breve opinión específica: la realización de la libertad en una sociedad democrática. Como se sabe, este telos se encuentra recogido en el artículo 43 de nuestra Magna Carta de 1993. Y, es cierto también que, este ideal democrático o, como desee esgrimirse, hundiría sus raíces en las reformas que tuvieron lugar en la polis-estado Atenas allá por el S.VI a.c. de la Antigua Grecia. El sentido que adopta la forma de gobierno del pueblo fue evolucionando hasta añadir más exigencias a este ideal y, por supuesto que puso su capacidad conceptual al servicio de una antítesis a los gobiernos tiránicos. Pero, sobre todo, su mayor logro, será siempre, la de ser el espacio idóneo para la realización de libertad de las personas. En el Perú; la república que se presenta cual poseedora de la bandera de la democracia, no puede desconocerse, de entrada, la existencia de mecanismos estatales orientados a estos ideales. Pero quizás, transmitir toda esa simbología al campo de la vigencia real y efectiva, tiene que ver más con las formas utilizadas por el gobierno. A mi juicio, la vía más expresiva es el reconocimiento jurídico y, continuo fortalecimiento a las clásicas institucionales sociales. La familia, administración de justicia, administración pública y, sin duda, el sistema de organizaciones políticas, entre otras. Et ideo sea el gobierno que sea el que ose dirigir nuestra sociedad, no podrá pasar por encima sin que sea cuestionada la legitimidad de sus maniobras y actuaciones.

Reducido el espectro, las diferencias políticas que puedan objetarse quedarán fuera en favor de la objetividad. Hemos de preguntarnos, por tanto, sí, el gobierno que dirige en la actualidad refuerza la vigencia de estas instituciones, sin olvidar que su presupuesto guarde tal criterio en sus actos. Allí, lo primero que habrá de decirse es que, en estas consideraciones es ciertamente discutible que se comprenda el acto de disolución del Congreso de la República. A pesar de las circunstancias, sí se tuvieron las formalidades correspondientes para una nueva convocatoria e instalación. Salvada esa distancia, entre las reformas políticas y las leyes propuestas por el actual gobierno las que más se enquistan a este fin, son las que tienen por ámbito de aplicación: al sistema de organizaciones políticas. Estas, sin duda que reconfiguran las libertades a participar de vida y destino político de un país. Cuestiones que, de por sí, reservan una aproximación a la libertad real en democracia. Naturalmente, el signo distintivo más bien lo conferiría a estos ámbitos la protección del contenido esencial de tales libertades.

En contexto, tener algún nivel injerencia en la inscripción de organizaciones políticas, o en las fórmulas de democracia interna, paridad, no se distanciaría mucho de proteger tal contenido. Tampoco, el hecho de hacerlo por medio de la inclusión de deberes punitivos a sus integrantes por las fuentes de financiamientos. No será por los números, tampoco por lo atractivo que sean sus nóminas, sino en que estas medidas se vea una actualización de los presupuestos normativos a las exigencias sociales, por lo que, la objetividad no podría dejar de premiar con el beneplácito. Y, ciertamente se ve, se ve en estas el recogimiento positivo de las exigencias sociales, formas de respuestas a las nuevas amenazas sociales criminales y, así la lista podría ser interminable. Por tanto, si por medio de la vigencia y realización de las libertades a participar en el destino político de un país, se consigue afirmar o negar la condición de un país cuidadoso de los ideales de libertad real y democracia; no tendría dudas que, a pesar de todo vivimos en uno dispuesto a serlo. ¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la independencia del Perú!

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