A raíz de los últimos sucesos en el mundo (guerras, Ébola, desastres naturales, crisis económicas), muchas veces escuchamos frases como: ¿Qué le está pasando al mundo? o… ¿por qué suceden todas estas cosas?
Pero…. ¿qué tal si todas estas cosas no simplemente «nos suceden», como si fuéramos pasivos espectadores? ¿qué tal si nosotros tuviéramos la capacidad de cambiar (y crearlo) todo?
Hace poco leí un artículo sobre el biocentrismo, donde se destaca el rol de la conciencia. Según Wikipedia, el primer principio del biocentrismo está basado en la premisa de que lo que observamos depende del observador, que lo que percibimos como realidad es un proceso que involucra nuestra conciencia.
Este es un concepto nuevo para la ciencia, pero en realidad ya se ha postulado antes, mediante sabidurías milenarias como la Kabbalah. De hecho, la Kabbalah enseña que nuestra conciencia (la forma como percibimos la vida, nuestro entorno, el mundo que nos rodea) es lo único REAL y que la conciencia es capaz de generar nuestra realidad.
Tal como el llamado “efecto mariposa” funciona a nivel físico (el batir de las alas de una mariposa en un lado del mundo puede causar un tornado en el otro lado), a un nivel cuántico (sub atómico) todo está conectado. Las conciencias, nuestras almas, son todas UNA, somos parte de una gran vasija, y lo que cada individuo hace de forma personal, afecta al colectivo.
Pero, ¿cómo se relaciona todo esto con el caos actual en el mundo? Bueno, si como individuos manejamos una conciencia positiva, contribuimos a que la conciencia universal también lo sea y -por el principio espiritual de causa y efecto- esta conciencia se manifieste en eventos positivos para el mundo (lluvia en vez de sequía, paz en vez de guerras, bonanza en vez de crisis, curas para las enfermedades, etc.). Es decir, el mundo es gobernado por la fuerza de compasión o “mercy”.
Por otro lado, si la conciencia individual y colectiva es negativa… ya sabemos el desenlace, porque lo estamos viviendo. El mundo estaría dominado por la fuerza de juicio o “judgment”.
Es que el universo está construido en base a tres pilares, a tres columnas si se quiere ver así. Imagínense un foco de luz.
- La columna derecha, también conocida como el “deseo de compartir” o la misericordia, funciona como el polo positivo de un foco.
- La columna izquierda o “deseo de recibir” o juicio, funciona como el polo negativo, y finalmente…
- La columna central o “balance” o “fuerza de restricción”, funciona como el filamento que ejerce restricción y hace posible la activación del circuito de luz. En el caso de los seres humanos, hablamos de luz espiritual.
Este concepto se ve manifestado en el mundo físico en el elemento básico de toda materia: el átomo. Vemos que el átomo está formado por: Un electrón (columna izquierda o deseo de recibir), un protón (columna derecha o deseo de compartir) y un neutrón (columna central). También se manifiesta en el cuerpo humano (que es un reflejo del cosmos): Tenemos un lado derecho, un lado izquierdo y una columna central.
Entonces, ¿cuál es la conclusión de todo esto? y ¿cómo se relacionan todos estos conceptos aquí descritos? y, ¿qué podemos hacer para ayudar a que el mundo sea gobernado por la fuerza de misericordia?
Podemos buscar dentro de nosotros mismos donde somos reactivos, donde somos gobernados por el deseo de recibir sólo para nosotros mismos, manifestado como ego, orgullo, ira, cólera, envidia, chismes, críticas negativas, etc., etc. y entender que eso nos desconecta de nuestra esencia y por lo tanto, dejar de ser dominados por esa conducta. Es decir, actuar con balance, conectarnos a la columna central del Universo.
Tratar a los demás con dignidad, con respeto, pensar constantemente en el bienestar de los demás, en cómo puedo ayudar en cada situación que se me presente. En vez de quejarnos por nuestro trabajo o el jefe, pensemos… ¿qué puedo hacer yo diferente?…en vez de criticar al que nos habló mal, pensar: Quizá tuvo un día difícil, quizá tiene un problema grave que yo no sé,…creo que me explico.
Por lo tanto, la paz en el mundo, el fin de las enfermedades, del caos, no depende de algo o alguien externo a nosotros, ni llegará a través de una organización, gobierno o persona, sino que está y siempre estuvo DENTRO de nosotros.
Tenemos un tremendo poder del que aún no somos totalmente conscientes: EL PODER PARA CAMBIARLO TODO.