¿Por qué armamos nacimientos en Navidad?

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Sabemos que los reyes magos fueron tres, que respondían a los extraños nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar y que traían, a parte de sus coloridas mantas; incienso, oro y mirra, respectivamente. Sabemos que en la escena también había algunos pastores, uno que otro carnero y, por supuesto, el infaltable ángel que presenciaba todo desde la cúspide de la cabaña.

Casi todo lo que recordamos del nacimiento de Jesús lo sabemos por los ‘pesebres’. Y, aunque en la Biblia jamás se narra el parto de María de la forma en la que tradicionalmente se representa en Navidad, existe un consenso universal de que fue como lo grafican estas escenas. ¿Cómo nacieron los nacimientos navideños, valga la enorme redundancia?

Según se cuenta, fue San Francisco de Asís el primer ser humano en confeccionar su propia representación del nacimiento de Jesús. ¿El año? no se sabe con ciencia cierta, pero se especula que pudo suceder en algún  lugar entre 1220 y 1223. Cuentan que San Francisco -que acaba de fundar su famosísima orden franciscana– se encontraba predicando la palabra del Señor en Rieti, Italia, cuando se le ocurrió la idea de reproducir el nacimiento de Jesús; y así, ayudado por otros clérigos, construyó una casita de paja, un portal y un pesebre, e invitó a todos los lugareños a integrarse en una escena viviente, con José y María, el niño recién nacido, los pastores, y hasta un buey y un burro para mayor veracidad.

Durante muchísimos años, mientras la obra de San Francisco empezaba a difundirse por Europa, los nacimientos navideños eran humanos; es decir, estaban representados por pobladores de las localidades y solo podían apreciarse en la víspera de Navidad. Según los historiadores, el primer nacimiento hecho con figuras de barro data de fines del siglo XV y fue elaborado en Nápoles, Italia. A partir de esa fecha, el rey Carlos III ordenó que la presentación se extendiera por todos sus dominios.

Con la conquista española en el Nuevo Mundo, los frailes utilizaron las costumbres navideñas para evangelizar a los indígenas. Y los pesebres fungieron un papel clave porque, además, los naturales de estas tierras fueron entrenados para elaborar las figuras y los motivos.