¿Por qué no soy conservador?, por Gonzalo Ramírez de la Torre

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Uno de mis amigos de Facebook escribió una serie de párrafos en su muro donde se mostraba molesto, según decía, por la ‘caviarización’ del Perú. “Están en todas partes”, exclamaba, “lograron lo de la AOE (anticonceptivo oral de emergencia), quieren su matrimonio gay y seguro luego vendrá la legalización de las drogas”, continuaba. Al comienzo me sorprendió que no hubiera, en ese listado de perversiones caviares, algo relativo a la economía y luego me sorprendí más al notar que, bajo la definición de este individuo, yo podría ser calificado como un caviar ¡Imagínese mi sorpresa!

Algo parecido me sucedió, por ejemplo, en un artículo que escribí sobre los derechos LGTB. “Este periodista es un caviar”, comentaba una señora que en su foto de perfil posaba a lado de una cruz. Resulta, según el imaginario nacional, que apoyar las causas que procuran la libertad del individuo implica, inmediatamente, que uno es un caviar. Y es que en el Perú se cree que para ser de derecha se tiene que ser conservador cuando, en realidad, se tiene que ser todo lo contrario.

En términos económicos, soy de derecha porque creo que el Estado no debe intervenir en la economía, creo que los individuos son los únicos que pueden saber qué es exactamente lo que necesitan y que solo a través del libre ejercicio de su voluntad pueden procurar su propio bienestar. En otras palabras, creo que no debería pretenderse que un poder central imponga un camino a seguir, sino que debería permitir que cada quien forje el que más le convenga.

Entonces, si creo que el Estado no tiene la capacidad para poder decidir por todo un país y que, por ende, no debería intervenir en la economía, solo es congruente que crea que no debe intervenir en otros aspectos de la vida de las personas ¿Dos hombres se quieren casar? Adelante ¿Un hombre adulto quiere fumarse un troncho? Que lo haga ¿Una mujer quiere evitar salir embarazada? Allá ella ¿Por qué alguien tendría que entorpecer lo que un individuo quiere hacer con su vida si esto no atenta contra la libertad de otro?

Los de derecha creemos en la NO intervención del Estado, esto en términos sociales, políticos y económicos. Todo en la vida pasa por constante estado de evolución. Las instituciones, los sistemas y las ideas, todo pasa por un proceso de selección espontanea donde lo que la sociedad necesita perdura y lo que no, perece. Para que esto funcione el individuo tiene que tener libertad. Debe ser libre para acertar y para errar.

El ser conservador implica, obviamente, conservar, mantener las cosas como están pues se cree que se puede saber cómo tienen que ser. Pero pretender ‘conservar’ un modelo específico en un en un mundo donde existen tantísimas realidades implica, naturalmente, una dosis de coerción y de intervención. Los conservadores están convencidos de que existe una forma correcta de hacer las cosas y que, por ende, hay que amarrar a la sociedad para que no se descarrille.

Un verdadero derechista sabe que la sociedad evoluciona por su cuenta, al igual que el mercado, y que, por este motivo, no se puede imponer un modelo específico a seguir. Los conservadores, por otro lado, como los izquierdistas, creen que un poder central puede tomar mejores decisiones que el individuo que tendrá que vivir con ellas.

Con esto en mente quizá tenga más sentido asociarlos a ellos con los caviares ¿O no?

“El conservadurismo”, decía Frederich Hayek (autor que inspira el título de este artículo) “aunque necesario, no es un programa social; en su tendencia paternalista, nacionalista y sedienta de poder, suele estar más cerca al socialismo que al verdadero liberalismo”.

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