¿Presidente del Congreso al gusto?

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En días pasados hemos sido testigos de los “intrilínguis” y negociados que se han celebrado dentro de los partidos políticos para definir a los candidatos a la Presidencia del Congreso y de su Mesa Directiva. Hemos podido apreciar como no interesa su capacidad o prestigio, o si propone una agenda parlamentaria o propósito de solucionar temas pendientes. Se trata de definir dos niveles de pugna: la pugna natural de intereses entre los diferentes partidos o movimientos políticos –más movimientos o agrupaciones que partidos por cierto; y de otro lado, un segundo nivel que radica en definir la pugna al interior entre los “candidatos” en cada agrupación o bancada que pretenden presidir el Congreso.

Solucionar el primer nivel es más sencillo pues el partido de gobierno define su candidato; y, de otro lado, los demás partidos / agrupaciones definen el suyo. Sin embargo, como estos partidos constituyen minorías absolutas, lo más lógico es que decidan presentar un candidato “de la oposición”. Obviamente gana el del partido de gobierno. Pero es en el segundo nivel en donde chocan los más diversos intereses personales habidos y por haber dentro de cada agrupación.

Es una lástima que los partidos, en lugar de presentar al mejor candidato posible con una verdadera agenda parlamentaria, con cualidades personales que lo ameriten a esa presidencia de tanto prestigio y responsabilidad, simplemente se elija a cualquiera, tal como viene sucediendo en las últimas legislaturas, no aportando nada al Congreso, sino que –por el contrario- lo desprestigia más aún. Obviamente que la independencia de poderes que -tal como lo ideara Montesquieu y Rousseau entre otros y que constituye uno de los pilares de toda democracia- ya no interesa para nada. El Legislativo debe estar sometido al Ejecutivo.

De allí que el partido de gobierno busque entre sus partidarios más adeptos y sumisos, al candidato ideal para presidir el Congreso, pues necesita a una especie de marioneta de fácil docilidad, para el cumplimiento de sus fines y metas, si es que las tiene. De esta manera se cumplirán lo dicho por el genial Manuel González Prada en su conferencia del 21 de agosto de 1898: “¿Que fueron por lo general nuestros partidos políticos en los últimos años?… paisanos astutos que hicieron de la política una faena lucrativa o soldados impulsivos que vieron en la presidencia de la República el último grado de la carrera militar” (cualquier parecido con Toledo o Humala, por sólo mencionar algunos… no es casualidad). Como se ha podido apreciar, los partidos de cien años atrás y los de ahora ¡En nada han cambiado!

Hoy la bancada del Partido Nacionalista Peruano – Gana Perú, ha ratificado a su candidata a la presidencia del Congreso. Nadine Heredia impuso a su candidata, como en todo lo demás. La oposición por su lado ya tiene su candidato. Finalmente, el resto de los miembros de la Mesa Directiva serán repartidos entre los partidos como pedazos de torta en un cumpleaños.

Ante este panorama, podemos concluir con las certeras palabras de González Prada, expresadas en 1906: “Entonces, ¿de qué nos sirven los congresos? ¿Por qué, en lugar de discutir la disminución o el aumento de las dietas, no ponen en tela de juicio la necesidad y conveniencia de suprimirse? ¡Qué han de hacerlo! Senaduría y diputaciones dejan de ser cargos temporales y van concluyendo por constituir prebendas inamovibles… Hay hombres que… haciendo el sólo papel de amenes o turiferarios del Gobierno, los honorables resultan carísimos, tanto por los emolumentos de ley como por los favores y canonjías que merodean para sus ahijados, sus electores y sus parientes. Comadrejas de bolsas insondables, llevan consigo a toda su larga parentela de hambrones y desarrapados. En cada miembro del Poder legislativo hay un enorme parásito con su innumerable colonia de subparásitos, una especie de animal colectivo y omnívoro que succiona los jugos vitales de la Nación…”.

Cualquier parecido con el Congreso actual… no es casualidad… ¡Es la realidad!