Previniendo derrames: El petróleo en la mira, por Inés Yábar

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Por mucho tiempo los activistas han tratado de presionar al gobierno para que no dejen que las compañías nocivas para el medio ambiente accedan a nuevos espacios. También han buscado que los consumidores dejen de comprar productos que no siguen buenas políticas respecto al medio ambiente. Sin embargo, parece que las grandes compañías, con el poder monetario y la influencia, muchas veces ganan. Por eso, para combatir las compañías de combustibles fósiles, los activistas han tenido que buscar una nueva manera de hacerse oír y han puesto como objetivo la industria de transporte de los combustibles.

Desde hace ya varios meses, vemos en los medios que se dan muchos debates y enfrentamientos en relación a este tema, sobre todo en los Estados Unidos. Actores, Americanos Nativos, ciudadanos activistas, entre otros, bloqueaban el pase del petróleo de la compañía Energy Transfer Partners. Si este no llega a su destino no se puede vender y por ende no contribuye al cambio climático ni a los desastres ecológicos.

Parece que este nuevo modo de acción ya está dando sus frutos. La construcción del oleoducto en la reserva india Standing Rock de Dakota del Norte ha sido rechazada por el cuerpo de ingenieros de Estados Unidos. Este hubiese atravesado el río Misuri y el lago artificial Oahe que son fuentes de agua potable para la tribu sioux Standing Rock. Además el oleoducto, con sus 18886 kilómetros de largo, amenazaba lugares donde se encuentran enterrados ancestros de los Sioux.

Los indígenas y manifestantes tenían motivos para estar preocupados. Desde el 2011, el oleoducto del Norte del Perú, que pasa a través del Amazonas, ha sufrido 11 derrames. Esto hace que muchas personas, dependientes del agua de esos ríos, ya no tengan acceso a agua potable. En febrero del 2016, se derramaron 3 000 barriles de crudo en la región amazónica, contaminando así dos ríos. No es excusa que el oleoducto no había sido reemplazado desde los años 60. Es simple: el petróleo y el agua no se mezclan, no hay vuelta que darle.

Además, las familias lavan, pescan y beben de esa agua, y con los derrames esto ya no era posible. Las enfermedades amenazaban a toda la población. Se hicieron comunes los dolores de cabeza, el sangrado de la nariz, las náuseas y los dolores de barriga. A esto hay que agregarle que muchas comunidades dependen del río para proveer para sus familias. Con este recurso en peligro ya no podían ni pescar.

No es como si fuera un caso aislado, ya que las compañías de petróleo siguen dando de qué hablar. Desde el 2008, el transporte de crudo ha crecido exponencialmente en el Perú. Ahora las compañías petroleras tienen acceso al 75% de la Amazonía peruana. Empresas peruanas, argentinas, británicas, canadienses y francesas buscan su “tesoro amazónico” sin importar las consecuencias ambientales. Luego nos topamos con emergencias que en muchos casos son irreversibles, como el hecho de que el petróleo probablemente seguirá presente en esos ríos por los siguientes 30 o 40 años.

La decisión tomada esta semana en los Estados Unidos muestra que los ciudadanos sí podemos influenciar en las decisiones políticas y económicas de nuestro país. Tenemos la posibilidad de hacer saber nuestro punto de vista a las autoridades. Si quieres proteger el agua, la naturaleza, los animales o lo que fuera, es hora de tomar acción. A veces no basta con firmar peticiones o quejarte con tus amigos, así que, para proteger a tu país de futuros desastres, tú, ¿qué estás haciendo?