La indignación del pueblo rumano puso a Víctor Ponta, primer ministro, con un pie en la calle. El incendio que dejó 32 muertos en una discoteca promovió su salida. «A partir de hoy, yo depongo mi mandato como primer ministro, y el mandato del gobierno de Rumania», sentenció en la mañana. Asimismo, Ponta indicó que su salida voluntaria era legítima; puesto que se trataba de una decisión de los habitantes de Bucarest.
La renuncia se dio el día de hoy durante una rueda de prensa, poco antes de la marcha organizada por los ciudadanos exigiendo esta medida. Aunque la cabeza política esté afuera, aún se pide que otros miembros sean expulsados por el mal manejo de la situación.
La discoteca no contaba con permiso para un aforo tan alto ni salidas de emergencia o materiales de construcción adecuados. Por ello, se infiere que el local tenía licencia gracias a sobornos que pagaron los dueños del club a diversas autoridades del Estado.
Ponta señaló su responsabilidad con Bucarest de esta manera: «Debo admitir que hay una ira legítima en nuestra sociedad y también una necesidad legítima de asumir una responsabilidad más grande que los propietarios de ese club nocturno. La gente quiere más que eso y, para mí, sería un gran error de ignorarlo».
Aunque el incendio del pasado viernes desató la protesta, a Victor Ponta ya se le había pedido renunciar antes por presuntos actos de corrupción.