¿Qué se juega en la investigación a la SUNEDU?, por Gerardo Távara Castillo
Tiempo y lugar: blog de Gerardo Távara Castillo
La Comisión de Educación del Congreso de la República, presidida por la congresista Tamar Arimborgo (FP), ha decidido investigar a la Superintendencia Nacional de Educación Universitaria – SUNEDU.
No es casualidad ni poca cosa; la SUNEDU ha mostrado capacidad técnica y decisión política para elevar el nivel de la formación superior, acompañar a las universidades en su proceso de licenciamiento y disponer el cierre de aquellas que no cumplen con los estándares de calidad exigidos y son -más bien- una estafa para cientos y miles de jóvenes; entre ellas está TELESUP, del conocido político José Luna Gálvez, ex secretario general de Solidaridad Nacional de Luis Castañeda, ambos con impedimento de salida del país.
SUNEDU ha aplicado también sanciones a universidades como la San Martín de Porres a la que multó con 8 millones de soles y ha pedido la vacancia de su rector -José A. Chang, ex ministro en el segundo gobierno de Alan García- por el uso de activos para fines distintos a los establecidos en la Ley Universitaria. Igualmente, ha multado a la Universidad Inca Garcilaso de la Vega por irregularidades en el otorgamiento de títulos profesionales a bachilleres procedentes de otras universidades.
Fuentes periodísticas han dado cuenta de que la Universidad Alas Peruanas, por su parte, habría financiado la campaña de Fuerza Popular gracias a los vínculos de quien fuera su secretario general Joaquín Ramírez con el promotor de dicha universidad, Fidel Ramírez; SUNEDU dispuso en los últimos meses el cierre de algunos programas de dicho centro de estudios. De otro lado, la Universidad César Vallejo -de propiedad de César Acuña- ha financiado al partido Alianza Para el Progreso, liderado por el mismo C. Acuña por montos incluso superiores a los permitidos, lo que le ha significado una multa por parte de ONPE que -por cierto- APP no ha pagado.
Mención aparte merece el sinnúmero de universidades “pequeñas” que aparecen y desaparecen, como aquellas en las que cursó estudios y diplomados la congresista Arimborgo.
En la universidad peruana no solo hay poderosos intereses económicos y políticos de por medio, se juegan también intenciones dogmáticas, discursivas e ideológicas. Por eso es que la investigación a la SUNEDU hay que ubicarla en el marco de la batalla desatada por Arimborgo y no pocos de sus colegas contra el enfoque de género en las escuelas y toda mención al mismo en las políticas públicas. No es exagerado afirmar que se trata de un “juego en pared” para lograr el control doctrinario, político y económico de la educación peruana.
Recientemente, dos universidades privadas -la Universidad Católica y la Universidad del Pacífico- emitieron un pronunciamiento en respaldo a la labor de la SUNEDU. Qué importante sería que se sumen otras voces institucionales. Mención especial me permito hacia la Universidad Nacional de Ingeniería y a la Universidad de Piura, cuyos rectores fueron elegidos pocos meses atrás para integrar la comisión especial de la Junta Nacional de Justicia en representación de las universidades públicas y privadas que cuentan con licenciamiento y más de 50 años de antigüedad; el tema no es el mismo, pero la responsabilidad de representación asignada a la UNI y la UdeP es alta.
Las universidades privadas agrupadas en FIPES, así como las públicas que participan del Uni-Ejecutivo, seguramente tienen opiniones sobre la labor de SUNEDU y la importancia de la educación superior que sería fundamental difundir.
Sin duda, es deseable también la palabra de los gremios estudiantiles frente a la arremetida en contra de la educación superior y del enfoque de género en las escuelas. La comunidad universitaria entera tiene una responsabilidad y oportunidad que no debería eludir.
Escribo esto desde Córdoba, Argentina, ciudad a la que vine por unos días y cuya histórica universidad he visitado, no podía ser de otra manera. Al reflexionar sobre la educación en el Perú y sus retos urgentes, no puedo dejar de pensar en “el grito de Córdoba” y la reforma universitaria de 1918. Gracias a ella alcanzamos la autonomía universitaria, la participación de los estudiantes en el gobierno de la universidad, la libertad de cátedra, el predominio de la ciencia sobre el dogmatismo que controlaba por entonces la educación superior. América Latina entera ganó gracias a la reforma universitaria de 1918 cuyo Manifiesto(*) tiene expresiones que trascienden en el tiempo, como ésta:
“La autoridad en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: Enseñando. Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y de consiguiente infecunda. Toda la educación es una larga obra de amor a los que aprenden”.
Ojalá los y las congresistas, como también las autoridades universitarias, nuestros docentes, administrativos, estudiantes y egresados mantengamos la capacidad de volver siempre a la esencia de la universidad para defenderla y colaborar en su desarrollo.
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¿Qué se juega en la investigación a la SUNEDU?
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