En medio de escombros, en una carpa recién armada, un niño tararea mientras dibuja. A la intemperie, en medio de las cenizas, una mujer sonríe mientras cocina con ollas que acaba de recibir. Muy lejos, en la comodidad de mi cuarto limpio, me apeno por los resultados de las elecciones en Estados Unidos. Parece que tengo mucho que aprender. Sí, mucho que apreciar de esas personas que lo perdieron todo y aun así siguen adelante. Que no se apenan simplemente pero que usan ese pesar para impulsarse hacia delante. Tengo mucho que aprender de esos individuos que actuaron rápidamente, aportaron dejando de lado sus planes ahora menos importantes. Tenemos mucho que agradecer a esos ciudadanos que se unieron para devolver vida, sonrisas y esperanza a una comunidad que se encontró de la noche a la mañana en la calle, sin nada.
Así es, a pesar de las 436 viviendas destruidas y las 2 038 personas afectadas directamente, Cantagallo resiste y nos enseña que en el Perú cada ciudadano puede actuar y ayudar. Voluntarios han ido llevando ayuda, dando tiempo, aportando experiencia y entregando donaciones. Así es como Cantagallo revive, con donaciones de sangre, de víveres, de materiales artísticos… También se pone de pie con vacunas para animales, actividades para niños y oportunidades de trabajo en comunidad.
Una situación similar se vivió en Bangladesh en el centro comercial Rana Plaza en el año 2013. En ese caso hubieron muchos más muertos y heridos, pero la solidaridad que se vivió también fue masiva y diversa. Luego del derrumbe de este lugar industrial que daba trabajo a muchas mujeres pero con un sistema corrupto, se empezó a crear consciencia sobre estas condiciones laborales. Llegó ayuda para los sobrevivientes pero también la idea de no permitir que eso suceda de nuevo. Se creó “Fashion Revolution” que el 24 de abril de cada año recuerda esta tragedia. Acciones que impulsan a pensar en las condiciones de trabajo de personas que crean nuestra moda y piden que sea una industria que valora a las personas, el medio ambiente y la creatividad sin dejar de lado las utilidades.
Cantagallo es nuestro Rana Plaza. Cantagallo es nuestra tragedia que nos impulsa a actuar. Cantagallo es algo que debemos recordar con la mirada hacia un futuro más prometedor. Sohel Rana (propietario del centro comercial) como también doce miembros del gobierno fueron sometidos a juicio en Bangladesh por haber ignorado señales de alerta. En Lima era cuestión de que Castañeda se pronunciara; aún no lo ha hecho, pero ya sería un primer paso. Sin embargo no señalemos con el dedo, más bien ayudemos con las manos.
Desde la comodidad de tu sillón en la ropa limpia que te pusiste hoy y desde el otro lado de la pantalla es cierto que te puedes indignar. Pero es hora de pasar a la acción. No dando ropa sucia o apolillada ni deshaciéndote de lo que hace tiempo querías botar, sino dando una mano, tu tiempo, un poco de dinero o materiales útiles. Recreemos Cantagallo; no lo volvamos al estado en el que se encontraba antes del incendio, que también era motivo de indignación. Más bien, busquemos ayudar a nuestros compatriotas que han sido ignorados, han vivido la segregación, y aún hoy sufren de discriminación. Ahora que se están criticando las acciones políticas, el futuro de la comunidad de Cantagallo está en nuestras manos, las de los ciudadanos. Ayuda a esta comunidad a volver a cantar y caminar por si sola. No te quedes de brazos cruzados. Para ayudar a los damnificados de Cantagallo o a otras personas en necesidad, tú ¿qué estás haciendo?