«¿Qué tan posible es para un club europeo volverse grande?», por Enrique Lanata

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Históricamente en Europa han sido los tradicionales grandes clubes los que hasta el día de hoy se llevan el protagonismo en las ligas locales e internacionales. Sin embargo, en las últimas décadas hemos visto como han sido varios los clubes de segundo nivel, e incluso menores, los que han querido dar un “salto de calidad” hacia la parte superior de la tabla e intentar pelear palmo a palmo con los tradicionales clubes de cada liga. Varios han sido los casos y diferentes han sido los finales, lo que nos lleva a cuestionarnos los siguiente: ¿qué tan posible es para un equipo dar ese “salto de calidad” en Europa?

“Un salto de calidad” es definido como una mejora en la capacidad deportiva y financiera de un equipo sea por la inyección de capital de sus socios; o por la generación de ingresos ante la transferencia de un jugador o jugadores a tasaciones bastante altas que le permita invertir dicho dinero en incorporar más jugadores y fortalecer la plantilla.

Ferrán Soriano, ex director general del FC Barcelona y actual CEO del Manchester City, en su libro “La pelota no entra por azar” define que en Europa, podemos dividir a los clubes de fútbol en tres principales grupos:

  1. Los equipos que apuntan a ser campeones de las ligas y líderes a nivel mundial. En ese grupo encontramos en Inglaterra a clubes como el Manchester United, Manchester City, Arsenal, Liverpool, y Chelsea. En Italia, podemos ubicar a la Juventus, AC Milan e Inter; en España, al FC Barcelona y Real Madrid; en Alemania al Bayern Munich; y, recientemente, en Francia al Paris Saint-Germain. Todos los equipos antes mencionados generan ingresos por más de £200 millones al año, poseen una historia lejana o reciente con un alto número de logros alcanzados, compiten durante las ventanas de pases por hacerse con los servicios de los jugadores más cotizados de ese momento, y pelean año a año apuntando alzarse en algún momento con la Liga de Campeones.
  2. En un segundo grupo encontramos a los clubes que intentan ganar los campeonatos de sus respectivas ligas de forma rentable. En su gran mayoría, se trata de los clubes más grandes de ligas de menor importancia tales como la portuguesa, francesa u holandesa; o de clubes que se sitúan de la mitad de tabla hacia arriba en las principales ligas europeas. Dada la limitación económica de este grupo frente al primero, los clubes de este conjunto se han caracterizado por realizar una búsqueda más profunda de talentos, llegando incluso a ligas y regiones donde el ojo de los grandes clubes de Europa no lo han hecho.
  3. En un tercer grupo encontramos a los pequeños clubes que buscan mantenerse en las primeras categorías de sus ligas, y buscan ser rentables en ese intento. Se dan por bien servidos si se mantienen en primera división, y ven como un logro mayor clasificar a una copa internacional que le permita generar mayores ingresos y mostrar su plantilla, aumentando la cotización de la misma y la probabilidad de que sean traspasados a un buen precio en el futuro.

El principal “salto de calidad” que se ha intentado dar en Europa se ha dado desde el segundo grupo hacia el primer grupo. La inversión de Roman Abramovich en el Chelsea FC en el 2003 y de los jeques árabes en el Manchester City en el 2008 son ejemplos de ello. Luego de inyectar cientos de millones de euros, ambos clubes lograron dar el salto obteniendo la Premier League y logrando mayor protagonismo en la Champions League, aunque el Manchester City todavía tiene una deuda que saldar en esta última competición. En ambos casos los inversionistas tuvieron que esperar un par de temporadas y soportar un par de fracasos iniciales para que su proyecto tome forma y comience a dar resultados deportivos favorables.

Buscando ese mismo resultado aunque con distinto final, el Málaga CF decidió dar el salto de calidad en el 2011 cuando el jeque Abdullah Al Thani adquirió el club e incorporó a jugadores de la talla de Van Nistelrooy, Santi Cazorla, Joaquín, y Jeremy Toulalan. Estas incorporaciones permitieron al equipo situarse en la tercera posición de La Liga en dicho año y clasificar a la Champions League por primera vez en su historia. Sin embargo, en los siguientes años el apoyo financiero de los capitales árabes fuer cada vez menor generando que la calidad de la plantilla se deprecie también. A causa de esto, el rendimiento del club fue cayendo hasta terminar en la novena posición en la temporada anterior, muy lejos de las clasificaciones europeas.

Un caso parecido ocurrió hacia finales de los noventas cuando el Valencia CF logró armar un equipo altamente competitivo donde resaltaban las figuras de Claudio López, Gaizka Mendieta, Kily Gonzalez y Santiago Cañizares como pilares. Este equipo logró salir campeón de La Liga en las temporadas 2001/02 y 2003/04, así como subcampeón de la Liga de Campeones de las temporadas 1999/00 y 2000/01. Estos logros hicieron creer a la dirigencia ‘ché’ que podrían competir de manera sostenida con el poderío financiero del Real Madrid y el FC Barcelona. Sin embargo, los grandes de Europa fueron desmembrando las buenas plantillas valencianas reduciendo el poderío del equipo, su performance internacional e incluso sus finanzas. Por esta razón en el verano del 2014, el millonario singapurense Peter Lim adquirió a un cada vez más  el amilanado club con la intención de inyectarle capital y así devolver al Valencia CF a la Champions League, logro que finalmente consiguió en la temporada pasada al terminal en cuarta posición de La Liga.

Como hemos observado, han sido muchos los casos de clubes que han dado ese salto de calidad en Europa, así como también han sido diferentes los desenlaces. Si algo puede concluirse es que cuando el salto se da a causa de una inyección de capital es importante, más allá del monto inyectado, que el compromiso del nuevo dueño sea lo suficientemente fuerte como para soportar un par de años que el nuevo proyecto madure y comience a dar frutos.

Por otro lado, si el salto de calidad se da por causa de una nueva camada de talentos, es mejor saber gestionar la mejor forma de rentabilizarlos mediante transferencias sin que perjudique a la estructura de la plantilla. Asimismo, que las utilidades generadas sean reinvertidas en la generación de nuevos talentos que puedan confeccionar un círculo virtuoso en la creación de valor del club. Es mejor que este club siga jugando y compitiendo con los de su misma escala en vez de buscar un “salto de calidad” que no sería sostenible en el largo plazo si es que su mejora no se soporta en un mejor respaldo financiero.