Conversé con Fernando Gil Sanllehí, administrador de empresas por la Universidad de Piura, candidato a EMBA por INCAE Business School, músico, deportista, autor del libro “SER FELIZ”, exgerente general y actual gerente comercial de una de las escuelas de coaching más importantes del país: JAMMING.
BC: Bruno Carranza
FG: Fernando Gil Sanllehí
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BC: Fernando, tengo que empezar por lo básico y seguramente un concepto que para algunos no queda tan claro aún: ¿Qué es el coaching?
FG: Yo estoy un poco molesto con el concepto de coaching o con lo que la gente está entendiendo, porque se está entendiendo como sonrisas, colores rosados o montañitas, y para mí es algo mucho más duro, orientado a resultados. No hay persona que no se mueva en este mundo hacia resultados y el coaching es una herramienta que te permite pulirte en los aspectos que tengas que, para poder alcanzar resultados específicos y avanzar hacia eso. Es trabajar con tus fortalezas y debilidades para maximizar tu potencial y poder alcanzar resultados concretos a nivel personal o profesional. El coaching es una herramienta de mejora continua personal que lleva a sacar la mejor versión de ti mismo para alcanzar los resultados que se quieren.
BC: Perfecto. En esa misma línea, entiendo que existen muchos tipos de coaching. Basándome en la propia literatura de Jamming, ¿cuál es la diferencia entre el coaching neurolingüístico, ejecutivo o transformacional?
FG: Son distintas gamas de un mismo color. Para mí solo hay dos tipos de coaching: se lo haces a una persona o a un equipo con un objetivo en común. El coaching lo que hace es hacer preguntas orientadas hacia alcanzar un objetivo.
Hay un coaching transformacional porque se trabaja con el paradigma de que tú debes transformarte, no cambiar. Porque, así como yo uso una camisa hoy y me la cambio, puedo volver a usarla en tres días. Sin embargo, la transformación es como la oruga y la mariposa, cuando la oruga se transforma en mariposa ya no hay manera de que pueda volver. Es cómo superas un hábito para que ese hábito no vuelva nunca más.
Coaching ejecutivo se le llama al que trata específicamente temas ejecutivos; y, coaching neurolingüístico, porque se acompaña de herramientas de programación neurolingüística.
BC: Es decir, dos tipos de coaching adecuado a distintas metodologías o públicos. ¿Cómo es que llegas a ser un trainer o cómo es que te “formas para formar” en coaching?
FG: Para volverte un trainer deber volverte un coach profesional y tener ciertas horas de vuelo. Luego se pasa por un proceso de evaluación y entrenamiento donde te desarrollan las habilidades para poder entrenar. Un buen coach no necesariamente es un buen profesor y hay muchos ejemplos internacionales donde algunos autores muy buenos no tienen buenos resultados cuando entrenan. Entonces, un mix sería tener buenas habilidades para hacer coaching, haber trabajado duro en tus procesos de desarrollo personal para que te creas las herramientas que estás utilizando y, además, poder entrenar de manera efectiva. El combo de esas tres te hace un buen trainer. Y hay ciertas organizaciones internacionales que te certifican como tal.
BC: JAMMING es una conocida escuela de coaching, pero además una empresa familiar. Desde tu experiencia, ¿cómo ha sido crecer dentro de una empresa familiar y además ser parte de una familia empresaria, que son conceptos similares pero distintos a la vez?
FG: Es súper interesante eso porque además de ser una empresa familiar somos una familia empresaria como dices, pero el ají del asunto es que somos una familia de coaches; entonces, no hay comunicación que no tenga que ver con lo mismo que hacemos acá en la empresa, y como a todos nos encanta, en los almuerzos familiares siempre hablamos de lo mismo.
Si hablo de la empresa familiar, tendría que hablar definitivamente de mi padre. Ha sido genial verlo liderar la empresa e irse desarrollando en estas habilidades del coaching, y luego yo poder tomar la posta y tomar las cosas que él hacía bien para potenciarlas, así como las cosas que creía que no hacía tan bien para transformarlas y poder llevar la empresa a un siguiente nivel. Y como toda estrategia tenía su fecha de caducidad, yo también sentí que había cosas que no estaba pudiendo alcanzar y volverle a pasar la posta para que lo que a partir de lo que hizo más lo que pudo aprender también de mí, ahora la lleve a un siguiente nivel, del cual yo estoy aprendiendo. Difícil separar papá de jefe o hijo de jefe, a veces tenemos “encontrones” pensando en lo mejor para la empresa, pero felizmente siempre que salimos de esa sala de reuniones, el lazo de papá-hijo, y de amigos, se mantiene.
Intentamos que se maneje de la manera más corporativa, si se quiere, pero hay todo un tema emocional que no se puede evitar y que tenemos presente.
BC: Definitivamente es un mundo distinto el relacionar lo familiar con lo corporativo. Justamente quiero hablar de la influencia de tu padre en tu camino, cuando conversemos sobre tu libro. Pero para no perder el tema empresa, ¿cuál crees que ha sido la clave para que JAMMING se coloque en el lugar en el que está hoy?, ¿qué ventaja diferencial ofrece frente a otras escuelas?
FG: Creo que la punta de la flecha es la pasión que tiene mi padre por hacer que las personas sean mejores. Primero con él, desde el ejemplo, retándose constantemente a evolucionar más, pero la pasión que tiene por ayudar a otras personas a que mejoren o encuentren sus caminos es la gasolina de esta empresa. La ventaja diferencial de JAMMING, como no lo vemos solamente como un negocio, es la pasión de querer buscar lo mejor, traer lo mejor y dárselo a nuestros clientes, buscando tendencias en todo el mundo; además de manejar los dos frentes, no solo el soft y emocional, sino el empresarial, y cómo se complementan en este aprendizaje.
Sin problema podría decir que mi padre es el mejor coach de Latinoamérica, por la cantidad de trabajo y horas que ha metido en esto. Él entrena a los que tiene alrededor para que sean lo más cercanos. Y mi componente en esta empresa ha sido volverla una empresa de genios que no se vendían tanto a una empresa de genios que se venden y que saben que mostrándose van a transformar aún más el mundo. Entonces, no solamente ser capos en algo sino hacer que los otros lo sepan. Además de manejarnos como empresa, donde la importancia es también tener utilidades, ser rentables, alcanzar las metas, tener una estructura organizacional. Yo soy administrador y él es economista, así que tenemos el ADN de negocios que es necesario para construirlo.
BC: ¿Y cómo se manejan en otras ciudades? ¿Cómo es el coach en provincia? ¿Ha costado adaptar contenidos, teniendo en cuenta realidades algunas veces ampliamente distintas?
FG: Yo diría que el 70% del contenido es igual. Finalmente, como el coaching es hacer preguntas, casi las mismas preguntas se las puedes hacer a todos. Depende mucho del nivel cultural y educativo de la persona que tienes en frente, tal vez a algunos se les hará preguntas más simples que pueden no parecer potentes, pero para muchas personas van a ser súper potentes. Hay preguntas básicas como “¿qué te hace falta para ser feliz?”, que calan en cualquier persona, pero la esencia se mantiene.
BC: Ahora sí, entrando al libro que has publicado, “Ser feliz”, que es tu propia experiencia contada desde tu etapa en áreas netamente comerciales en trasnacionales hasta hace pocos años. En ese libro he encontrado muchos temas interesantes, y quisiera enfocarme primero en la relación con tu padre. ¿Cuánto ha influido él para que nazca el libro?
FG: Yo diría que él fue el que dio el empujón para que las cosas sucedieran. Yo tenía la vida totalmente paralela a lo que hacía mi padre. Hasta el 2011, yo sabía que él hacía “algo en recursos humanos”. Cuando él me sugirió certificarme como coach es que tomo la decisión de salirme de la “burbuja” y ver de qué estaba hecho.
BC: Hay una parte donde ejemplificas los tipos de personas: la que sirve, la que ve a sí mismo y el equilibrio, que es donde se debe llegar. ¿Podrías profundizarlo?
FG: Esos fueron conceptos que no sé cómo me nacieron, pero sí a partir de que me gusta saber por qué las personas se comportan como lo hacen. El primero es el altruista, donde todos están antes que uno; el “egoísta”, donde estoy primero yo; y el punto medio.
Sin embargo, a nivel fisiológico, todo lo que hacemos es egoísta; todo lo hacemos solamente por nosotros. Para mí la persona más feliz es la que puede ser flexible, que tenga la capacidad de ser egoísta y altruista cuando lo decida. Que no funcione en piloto automático en cualquiera de las dos. Yo promuevo en mis clases que el egoísmo es una palabra muy criticada, pero es precisamente desde el ego que nos movemos. Si ves a personas que ayudan mucho como mi padre, él recibe una retribución por eso que va más allá de lo económico, porque cuando él ayuda a alguien, se está sintiendo bien. Si no se sintiera bien por ayudar a alguien, no lo haría.
BC: Es interesante tu planteamiento. A partir de eso, yo quiero comparar lo que afirmas con la teoría antropológica propuesta por Pérez López en la Universidad de Navarra y que ha sido ampliamente replicada alrededor del mundo en los más altos niveles directivos, sobre los motivos como consecuencias de acción y las motivaciones, como mecanismos hacia una acción; donde la motivación racional por motivos trascendentes, que buscar el servir y el dar, es por sí misma el camino lógico hacia esa felicidad que planteas en tus preguntas. ¿Crees que es compatible a tu modo de enseñanza?
FG: Yo creo que son compatibles, o sea, creo que el ser humano está hecho para ayudar a los demás, pero para ayudar a los demás tiene que ayudarse a sí mismo primero. Entonces, si estuvieras parado en ese punto centro, ¿hacia dónde doy el primer paso? Mi filosofía es que no puedes dar nada que no tengas, por lo tanto, el primer paso lo vas a tener que dar hacia ti mismo, y el segundo deberías darlo hacia los demás. Creo que es un “baile” que hay que hacer en ambos rangos, y el que más feliz va a estar es quien sea más flexible, dependiendo de los objetivos de cada uno. Y sí, con los motivos a los que te refieres: intrínsecos, extrínsecos, trascendentes.
BC: Para terminar, ¿a quién está dirigido JAMMING?
FG: A cualquier persona que quiera alcanzar mejor sus objetivos, cualquier persona que se quiera hacer mejor persona o que le esté costando alcanzar algo y quiera alcanzarlo. Ese es el coaching, eso es lo que hacemos. Desarrollamos personas más competentes, con mejores habilidades para alcanzar mejor sus resultados.
JAMMING no es para alguien que no tiene hambre de vivir y de querer seguir creciendo. Y no necesariamente crecer para conseguir más plata. Cualquier persona que tiene objetivos y que quiere moverse hacia esos objetivos tiene un espacio en JAMMING donde puede explorar para potenciarlos.
BC: ¿Cómo es el modelo que manejan? ¿Qué duración tienen sus cursos?
FG: Para personas, tenemos tres niveles de cursos: talleres, programas y certificaciones. Los talleres duran entre 6 y 16 horas, lo programas duran entre 24 y 90 horas, y las certificaciones pueden llegar a durar hasta 200 horas. Son distintos niveles con distinto nivel de intensidad en cada curso y cada uno va desarrollando cosas distintas, dependiendo de lo que la persona necesite.
BC: ¿Es solo presencial?
FG: Sí, tenemos algunas cosas virtuales, pero como es muy humano y de contacto, el tema presencial es bastante importante. Pronto sacaremos algo más online, pero realmente cae mucho la calidad en nuestro rubro. El coaching online tiene sus limitaciones importantes, es como tener una relación amorosa a larga distancia. Las habilidades técnicas sí se pueden aprender virtualmente, pero aprender a conversar, negociar o liderar, necesita de personas.
BC: ¿Cómo los contactan?
FG: Nos pueden buscar en la página web: http://jamming.pe, nos pueden mandar un e-mail a programas@jamming.pe, o en Facebook como Jamming, Escuela de Coaching y Desarrollo Organizacional. Lo que hacemos es asesorarlos y desde ahí dar la mejor receta.