#QueLaCorrupciónNoPostule, por Eduardo Herrera

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¡Qué barbaridad aún existen salvajes que votan por corruptos! Entonces hay que prohibir que postulen personas con sentencia por esos delitos y ¡listo!, solucionamos el problema. Ahh ya ¿y qué hacemos con los regalan cosas a las personas para que voten por ellos? Ya está prohibamos los regalos, que solo puedan regalar chicles; hay que decirlo expresamente para que no queden dudas.

Esta es la tendencia legislativa en el Perú. La prohibición ciega, porque prohibir es fácil. Hemos llegado al paraíso de la radicalización normativa.

Les pongo un ejemplo para que vean como ese tipo de normas no sirve, no está ni cerca de solucionar el problema. Hace algunos años se prohibió la reelección de autoridades, la razón se apoyaba en aquellos casos, no pocos, en los que la autoridad que iba a la reelección usaba los recursos públicos para su campaña en una clara trasgresión de un “estándar” ético: el conflicto de interés ¿Cuál fue el resultado de esta innovadora disposición legal? Hubo uno que postuló como teniente alcalde, otro mandó al hijo y hasta hubo de aquel que postuló al distrito de al costado. Por el contrario, por ejemplo, se cortaron gestiones eficientes que venían haciendo bien las cosas. El caso es eminentemente ético; #postula con la tuya.

Alguna vez un amigo me dijo que los políticos son como estrellas de cine porque viven de la popularidad (ojo, no todos). Luego, entonces la forma de “jubilar” a un político “no deseado” es castigarlo con el látigo de la indiferencia (no votar por él/ella) ¿o me van a decir que no hay casos de personas que no teniendo ni siquiera una investigación abierta tienen serios cuestionamientos? ¿o me van a decir que no es medianamente sencillo “arreglar” un caso para que no te sentencien nunca? ¿o tampoco existen condenas en primera instancia de dudosa solvencia jurídica? ¿cuál es la prohibición siguiente? Así, legislar es muy sencillo (y verdaderamente no lo es).

Pero como la solución tarda mucho y necesitamos algo para las próximas elecciones, entonces prohibamos. Si hubiéramos empezado hace veinte años a educar a las personas a no regalar su voto, a no votar por el que #roba pero hace obra, a no votar por el de siempre porque tiene buen floro y promete cosas que me parecen bacanes (sin saber si son posibles), otra sería la historia. Lamentablemente, “hubiera” murió.

Y si mucho del error está en el “comensal”, también deberíamos ocuparnos de afinar el “menú”. Lo que sucede es que existe temor a aprobar reformas que involucren eliminar partidos que, todos sabemos, tienen propósitos -y estructuras- no transparentes (por favor no lo tomen literal porque sería contradictorio; me refiero a que la tendencia sea a que este tipo de partidos desaparezcan). Pero cómo no queremos aplicar la valla electoral nunca y eso sí que es una reforma de prohibición contundente, prohibamos más y más, recortemos opciones, sigamos tratando a las personas como menores de edad (con eso nunca conseguiremos ciudadanía). Sigamos pensando en la “gente” no entiende, que no aprende (son brutos). Falso, lo que pasa es que es más difícil y demora más.

Así como se crean hashtags bonitos y se fomentan prohibiciones fáciles, hagamos la difícil, proporcionemos información en cantidades industriales (facilitémosla), fomentemos el “roche” popular, pensemos en el voto facultativo, castiguemos duro a los partidos que trasgredan normas esenciales (de verdad y en serio), fomentemos la ética (responsabilidad en el voto). Mejoremos el menú. Ayudemos al comensal a elegir mejor. Jubilemos políticos indeseables (que muchos de ellos no tienen ni denuncias).

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