Reflejos políticos autoritarios (parte I), por Óscar Balladares

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Imaginemos que, tras unas elecciones bastante cuestionadas, alcance el poder una coalición política extremadamente radical. Que entre sus principales componentes, se encuentre un partido que 2 años atrás perpetró un fallido golpe de Estado, así como otras organizaciones políticas que apoyaron dicha intentona revolucionaria. Que los componentes de esta coalición tengan como referente político, en mayor o menor medida, a una dictadura totalitaria. Que dentro de ese marco, pocos años antes, este mismo sector político haya logrado imponer una Constitución también radical, y transgresora de muchas libertades y tradiciones del pueblo. Que el régimen comience entonces a perpetrar una serie de abusos, de manera sistemática, y bajo el amparo de dicha Constitución. Y que para sentirse respaldado, el oficialismo reparta armamento militar a miles de simpatizantes ideologizados. Finalmente, proyectémonos que miembros de la policía de tal régimen van durante la madrugada a la casa del líder opositor, se lo llevan a la fuerza y lo asesinan a tiros.

En el escenario descrito se puede ver un claro ejemplo de ruptura del orden institucional, así como la progresiva imposición de un revolucionario Estado de Legalidad, que nada tiene que ver con un verdadero Estado de Derecho, es decir, con un sistema en el que se encuentren efectivamente protegidos los derechos y las libertades civiles y políticas de la ciudadanía. Todo el sistema legal y político se encuentra quebrado de antemano, vulnerado por el propio régimen. Entonces… ¿cuál es la única salida para los ciudadanos ante una situación así? La rebelión, evidentemente. Es algo teorizado desde John Locke, quien consideraba que la tiranía era el ejercicio del poder más allá de las leyes (naturales). ¿Quién está obligando a la población a salir por la fuerza de tal situación? Pues el mismo régimen. ¿Los abusos de un gobierno acaso no radicalizan a la oposición? Evidentemente, lo hacen. ¿Es objetivamente posible un resultado democrático tras una confrontación violenta en una sociedad profundamente polarizada? Es casi imposible, pues el bando vencedor, indefectiblemente, se enquistará en el poder estableciendo una nueva dictadura, pero de orientación política opuesta. Es lo que yo denomino reflejo político autoritario.

El ejemplo anterior no es sacado de mi mente, ni tampoco es aún el caso de Venezuela. Sucedió en España, concretamente en julio de 1936. Este lunes 17 de julio se han cumplido 81 años del inicio de la sangrienta Guerra Civil Española (1936-1939), conflicto con múltiples atrocidades perpetradas por ambos bandos, que se internacionalizó y que terminó siendo el preludio europeo de la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué había sucedido en la España de la Segunda República (1931-1939)? Pues en 1936 llegó al poder el Frente Popular, coalición de distintas organizaciones políticas de izquierda, entre las que destacaban el Partido Socialista Obrero Español – PSOE , el Partido Comunista Español – PCE, el Partido de Unificación Marxista – POUM, entre otros movimientos radicales, muchos de los cuales tenían como referente a la “democrática” Unión Soviética de Stalin, y que dos años antes, en 1934, habían respaldado o participado en el golpe de Estado conocido como Revolución de Asturias. Entonces, el nuevo régimen empezó a abusar del poder, violando derechos y libertades, reprimiendo a la oposición, polarizando a la sociedad, repartiendo armas a milicias revolucionarias, persiguiendo a la Iglesia, y permitiendo saqueos, destrucción de símbolos religiosos y el asesinato de centenares de sacerdotes y laicos. Finalmente, miembros de la Guardia de Asalto (policía del régimen), pasando por encima de la inviolabilidad del domicilio y de la inmunidad parlamentaria, sacaron de su casa al líder de la oposición, José Calvo Sotelo, y lo asesinaron a balazos.

Tal situación política, en la cual un régimen da armamento militar a una parte de la población civil y en donde su policía asesina al líder opositor, desencadenó lo que yo llamo un reflejo político autoritario. Autoritarismo ante una situación previamente autoritaria y de desorden y descomposición social. Efectivamente, ante la intentona revolucionaria de la izquierda en el poder, los militares de derecha se alzaron, siendo apoyados por una Iglesia previamente perseguida y reprimida por el propio régimen. Así empezó el golpe de Estado que desató la Guerra Civil Española. Dicho golpe en un inicio no fue encabezado por Franco, sino por los generales Emilio Mola y José Sanjurjo, quienes morirían en accidentes aéreos durante el inicio del conflicto. Sin embargo, el poder en el bando alzado se unificaría entorno a la figura del Generalísimo Franco, a la vez que dentro del bando republicano se desataría una miniguerra civil entre anarquistas, socialistas y comunistas, quienes se matarían entre ellos y finalmente perderían la guerra. El resultado de esta guerra civil fue el franquismo, esto es, una dictadura ultraconservadora de más de 36 años, reflejo político autoritario de lo previamente acontecido. Y es que, ¿acaso hubiera sido imaginable que el bando alzado, radicalizada y victorioso, convoque elecciones libres tras la guerra? Lo ideal hubiera sido que sí, que tras el fin del conflicto se convoquen elecciones y se retorne de inmediato a la democracia, sin embargo, lamentablemente, el mundo no funciona así.