En el Perú, denegar la inexistencia de gestión sanitaria es omitir que los principales hospitales del país fueron construidos hace más de setenta años. Efectuar una reforma no necesariamente implica destruir lo construido pero sí significa innovar y sus resultados deben demostrarlo. La carencia de planificación estratégica y la apología de la gerencia ineficaz de exfuncionarios no solo representan culturalmente al país mejor que cualquier plato de comida sino muestran un intento de defender la corrupción a capa y espada. Por otro lado, la necesidad de acordar una tarifa social entre el gobierno y las clínicas privadas durante el estado de emergencia resalta lo peor de una sociedad codiciosa pero también exige que el gasto público en salud sea mayor. El sistema de salubridad sigue operando en la edad de piedra y la transformación de este sector dependerá de los mecanismos que se implementen tal como de legislación que garantice un plan de financiamiento adecuado.
El plan de acción del sistema de salud debe partir con la descentralización de hospitales de mayor capacidad. Si bien los recursos estatales son limitados se debe optar por sectorizar las instalaciones hospitalarias según parámetros demográficos y culminar con la dominación de las postas médicas. Cabe mencionar que las postas médicas conforman el 55% de los establecimientos de salud a nivel nacional. Según el MINSA, las postas médicas son establecimientos estratégicos pero la mayoría de estas instalaciones no cuenta con recursos o siquiera médicos. Persistir con el uso y mejoramiento de instalaciones improductivas es ignorar las necesidades de la población, incrementar los costos de distribución de insumos y dificultar el alcance de fiscalización estatal.
La reforma sanitaria es necesaria y abarca mucho más que la construcción de infraestructura. Esta transformación institucional implica la aplicación de diversos factores interdependientes que integran los mecanismos de gestión sanitaria sea: la homogeneización de protocolos de seguridad ocupacional, la adquisición de tecnología modernizada, seguro social universal o la implementación de sistemas de gestión logística actualizados. Por otro lado, la comercialización de medicamentos de carácter esencial, en especial, el oxígeno medicinal debe ser regulado por el estado. El gobierno requiere de entidades dedicadas a normalizar la distribución y estandarización de medicamentos; por tal motivo, sería ineficiente continuar asignando toda la tarea de fiscalización a la contraloría. La cadena de suministro de insumos medicinales debe ser más práctica y versátil.
Gestionar la comercialización de insumos medicinales también implica regular los canales de distribución. Si se sigue permitiendo la venta indiscriminada de medicamentos esenciales seguirá predominando la falta de controles de calidad y la adulteración de materiales. En el caso del oxígeno medicinal, los consumidores finales deben ser las instalaciones hospitalarias no precisamente los pacientes. Es por aquel motivo que en otros países los infectados del COVID-19 no se ven en la obligación de cargar con sus propios tanques de oxígeno y de tal modo se logra evitar la especulación de precios frente a este recurso. Para lograr este objetivo primero se debe optar por implementar sistemas de vacío y generadores de oxígeno en la mayoría de los hospitales. El próximo gobierno debe reconocer que no será la última epidemia que se viva en el país y es probable que otra enfermedad infecciosa, sea el dengue o el cólera, retorne algunas regiones hacia otro estado de emergencia a corto plazo.
La planificación estratégica gubernamental debe tomar en cuenta la demanda proyectada de oxígeno medicinal al igual que de otros medicamentos y contar con redes de monitoreo para gestionarlos. Es necesario contar con redes de monitoreo para determinar la capacidad de instalaciones hospitalarias y el abastecimiento de sus recursos. La implementación del mapa regional del oxígeno medicinal es un ejemplo de las herramientas estratégicas que requiere el estado para aliviar los impactos de esta crisis y debe continuar funcionando como red de monitoreo incluso después del estado de emergencia. La distribución de insumos medicinales es un asunto de seguridad nacional y es una necesidad operar bajo un sistema eficaz de gestión logística.
La mitigación de esta crisis dependerá del éxito de las redes de monitoreo aplicadas y las medidas de ingeniería que se implementen. Carece inversión social en el país y mejorar las instalaciones del sistema sanitario es tan importante como crear una reserva farmacéutica nacional. La reforma sanitaria es inminente pero es inútil exigir esta anhelada transformación mientras que el estado siga destinando solamente 2.2% del gasto público a este sector. Cabe indicar que la OMS recomienda asignar alrededor del 6% del presupuesto gubernamental al sector sanitario; no obstante, la población puede concordar que la precariedad del sistema de salud nacional exige una inversión mucho mayor.
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