El concepto de Genocidio fue desarrollado por el jurista polaco Raphael Lemkin en su libro “El Poder del eje en la Europa ocupada” (1944). El prefijo griego “genos” significaba raza, tribu y el sufijo latino “cidio” era aniquilamiento; así que dicha terminología la definió como “la aniquilación planificada y sistemática de un grupo nacional, étnico, racial o religioso, o su destrucción hasta dejar de existir como grupo”[1].
Por esta razón, el concepto de genocidio no significa estrechamente que debiese existir una destrucción masiva e inmediata de una nación. En breves palabras, significa que es la coordinación de un plan con diversos pasos y actores que buscan aniquilar la vida de grupos “nacionalistas”.
Los pasos por el cual se refiere el plan son: desintegración de las instituciones políticas (violación de la seguridad personal, libertad), sociales (económica) y culturales (religión). Junto a ello, la acción no está dirigida al individuo por ser individuo, sino que va más allá: es dirigida por ser miembro de un grupo nacional con una entidad arraigaba y que lo diferencia del resto de ciudadanos. Se buscan con ello los dos principales objetivos del genocidio: primero, desterrar al grupo nacional (características) de un territorio determinado para que, como segundo paso, se logre la imposición e intromisión de las características del grupo dominante.
Pese a lo mencionado líneas arribas, el genocidio ha permitido que a los grupos de victimas de cualquier aniquilación se les reconozca que fue producto del delito, sin importar las cuestiones básicas y menos la normativa internacional. El delito se ha convertido en la defensa de las posibles víctimas para construir identidad. Diversos autores desean borran el concepto de Genocidio y empezar a trabajar con argumentos enfocados desde la historia y la realidad de la etnicización; los genocide studies[2] están dominando el campo, las tensiones entre los usos públicos, el derecho y las ciencias sociales están reformulando el concepto, además de las tensiones metodológicas, mencionadas inicialmente (historia y realidad).
Producto de lo anterior se ha abierto el debate, desde el punto de vista de los sociólogos, para definir a los perpetradores, la intención aniquiladora, el fundamento (razón), la intensidad, los métodos de exterminio y la propia naturaleza (características) del grupo víctima. Lo jurídico ha alejado la formulación de conceptos sociales, no porque esté mal, sino porque es necesario preguntarse si el genocidio pertenece a la rama social; así lo menciona el politólogo francés Jacques Semelin en su libro “¿Qué es genocidio? Una revisión a la historia europea” En lo que respecta a este columnista, el genocidio tiene una base social y posteriormente jurídica, pero se han distanciado generando una visión más plural de la que existía hace un par de años.
La definición de Lemkin es un punto de partida importante y relevante, tomando en cuenta lo vivido por él a raíz de lo sucedido en su natal Polonia, intentando con ello que se proteja, construya y refuerce las identidades nacionales. No obstante, como surgimiento de una Ciencia Social, es pasible de construcción de definiciones modernas que estrechen la historia con la realidad.
[1] Raphael Lemkin, El Dominio del eje sobre la Europa ocupada (Argentina: Prometeo Libros, 2009).
[2] Christian Gerlach, Extremely Violent Societies: Mass Violence in the Twentieh-Century World (Inglaterra: Cambridge University Press, 2010)