Sin miedo a alzar su voz

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Recientemente viendo unos videos que circulan en youtube bajo el nombre de Girl Rising me encontré frente a un tema que pensé que ya se estaba superando alrededor del mundo, sin embargo me choqué frente a la dura y cruel realidad… el siglo XXI. Me di cuenta de que aún hay mucho por hacer, a pesar de que ya podamos votar, asistir a la universidad, ir al cine, entre otras cosas.

Nací y me crié en una familia donde hay más mujeres que hombres: mi papá, mi mamá y mis dos bellas hermanas. Mis padres optaron por una educación en un colegio sólo de mujeres, la verdad al principio no entendí mucho el porqué de su elección y aún no la entiendo; pero sin embargo me ha ayudado mucho a lo largo de los años para poder formarme no solo en las materias sino también como persona. Por otro lado, mi familia me ha apoyado muchísimo y me hacen sentir muy querida haciéndome hincapié en que si yo lo sueño, lo puedo hacer. Así mismo como dice mi buen amigo Walt Disney “si lo puedes soñar, lo puedes lograr”. Nunca me dijeron que por ser mujer no iba a poder trabajar, que tenía que quedarme en casa obligada cuidando a los hermanos o hijos, que no iba a poder ir a la universidad y que podía ser maltratada por cualquier persona por ser mujer. ¡SIMPLEMENTE POR SER MUJER!

Pasaron los años y pude ir poco a poco entendiendo las noticias, dándome cuenta que la mayoría de casos de violencia terminan en feminicidios, maltratos domésticos hacía la mujer, etc. Esto me hizo pensar ¿Ahora significa que soy vulnerable para cualquier persona del sexo opuesto? ¿Qué pasó con todo lo que mis papás me dijeron con tanto cariño?

Me di cuenta que como muchas otras chicas que viven en la capital limeña no tienen esa “mala suerte” por así decirlo, porque más bien me parece una desgracia atroz que en pleno siglo XXI se sigan practicando esas atrocidades por más cliché que suene. Mi voto cuenta, puedo hacer y decir lo que se me antoje, puedo recibir educación sin ser discriminada por ser mujer, nadie puede obligarme a quedar en casa limpiando sino es mi propia elección, puedo casarme con quien yo elija, y que a pesar de las diferencias puedo conseguir un mismo puesto de trabajo que un hombre, etc. Sin embargo, viendo los videos vi que este no era el caso de muchas otras chicas de mi edad en otras partes del mundo.

Se ve la clara diferencia entre vivir en una igualdad de género, que no vivirla. Una de las jovencitas que aparecía en el video era Malala Yousafzai de 17 años, la adolescente pakistaní que recibió un disparo en la cabeza por considerarse que una mujer educada era una “amenaza letal”, pues muchas de las niñas que viven con ella en el valle del río Swat y donde el régimen talibán ha prohibido la asistencia a la escuela de las niñas. Ella sin miedo a callarse la boca y decir lo que pensaba, a través de un blog que trasmitía BBC quería que sus deseos de Paz en su “hermoso valle” se vuelvan realidad y además de que todas las niñas puedan volver a recibir educación.

A pesar de este hecho casi mortal Malala no ha desistido, no pensaba callarse ni dejar sus objetivos. En un discurso a la ONU después de su recuperación pronunció: “…Pensaban que las balas nos iban a callar, pero fracasaron. Y de ese silencio surgieron miles de voces. Los terroristas pensaban que iban a cambiar mis objetivos y hacerme dejar mis ambiciones. Pero nada ha cambiado en mi vida, excepto esto: la debilidad, el miedo y la desesperanza murieron. Nació la Fuerza, el poder, el coraje. Yo soy la misma Malala: Mis ambiciones son las mismas, mis esperanzas son las mismas….”

Es esta valiente e inteligente jovencita la que me hizo darme cuenta de lo agradecida que puedo estar de haber nacido en esta tierra donde rige la democracia y eso nos hace darnos cuenta de su importancia: Soy y me siento libre, puedo opinar y hacer lo que quiera sin tener miedo a la opresión. Sin embargo, como ella yo también tengo una responsabilidad y creo que todos ustedes queridos lectores también: de exigir la misma igualdad de género, al derecho de la educación, pues es ésta la que va a cambiar al mundo, los conocimientos son armas letales contra la ignorancia y subdesarrollo.

Queridas lectoras hoy las quiero invitar: primero a darse cuenta de la maravillosa suerte que tienen de vivir en democracia y tener derecho a la igualdad, pues tienen mucho de que gozar y segundo las quiero invitar a ser un poco más como Malala y no sólo pensar en ustedes mismas sino en las otras chicas de su edad, al otro lado del mundo que no tienen la misma suerte que ustedes y quién sabe tal vez en un futuro puedan ayudarlas a alzar sus voces y así sin miedo y juntas podamos hacer de este planeta uno lleno de igual oportunidades, de igual trato, de igual opinión, de iguales derechos.