El golpe de Estado
Lo primero que hizo Lenin al llegar a Rusia fue proclamar sus Tesis de Abril. En su discurso en el Palacio de Táuride, instó a los delegados bolcheviques a oponerse de forma intransigente al Gobierno provisional mediante la agitación de masas[1], a tomar el poder a través de la revolución, a crear una nueva organización internacional verdaderamente revolucionaria (la II Internacional se había moderado y estaba prácticamente disuelta por la Primera Guerra Mundial) y a adoptar el nombre de “Partido Comunista”. Aunque en un comienzo no tuvo éxito, finalmente sus posturas fueron adoptadas por el partido y puestas en práctica, teniendo triunfos y fracasos, mientras que el Gobierno provisional continuaba por un proceso de desgaste constante producto de la guerra. En palabras de Mauricio Rojas:
“Los bolcheviques serán los principales instigadores de este caos creciente, llamando a desacatar toda autoridad existente y prometiéndoles todo a todos (Asamblea Constituyente, tierra, pan, control obrero, paz). El resultado fue una creciente anarquía…”[2]
El intento de golpe de Estado del general Kornílov, comandante en Jefe del Ejército ruso, quien buscaba reprimir a los agitadores y suprimir el poder paralelo del Soviet de Petrogrado, contribuyó aún más a debilitar al Gobierno provisional y a fortalecer a los bolcheviques. En ese contexto, y ante el avance de las fuerzas armadas alemanas, el Soviet de Petrogrado propuso la creación del Comité Militar Revolucionario de Petrogrado (CRMP), bajo la presidencia de Trotski, para proteger la capital rusa[3]. Este comité, en teoría, se encontraría bajo el control del Soviet de Petrogrado (donde los partidos eserista y menchevique eran mayoritarios), sin embargo, en los hechos, terminó estando controlado por los bolcheviques, quienes lo utilizarían como instrumento para la toma del poder. Desde esa posición estratégica, los bolcheviques, que eran un movimiento radical y minoritario frente a otros partidos políticos mucho más grandes, como por ejemplo el Partido Social-Revolucionario (Eserista), comenzaron a difundir la falsa noticia de que la guarnición de Petrogrado iba a ser enviada al campo de batalla, y que se estaba gestando un golpe contrarrevolucionario.
Estando así las cosas, durante la madrugada del 25 de octubre, y ante la impotencia de un gobierno que se mostró incapaz de articular una respuesta que frenara la insurrección, la Guardia Roja bolchevique y destacamentos de tropas que creían que se enfrentaban a la reacción fueron ocupando los puntos estratégicos de la ciudad (la oficina central de correos, las estaciones de ferrocarril, la central eléctrica, la central telefónica, el Banco Estatal y el Tesoro, etc), salvo el Palacio de Invierno. Este edificio, en el cual se encontraban casi todos los ministros del Gobierno provisional, estaba protegido por un batallón de mujeres, un pelotón de heridos de guerra y algunos cadetes, quienes, tras rechazar algunos embates de los revolucionarios, finalmente abandonaron el edificio, permitiendo que los ministros sean capturados. El golpe de Estado, la leyenda posteriormente denominada “Revolución de Octubre”, se había consumado:
“… según el arte de la insurrección militar, en las antípodas de una sublevación popular espontánea y anárquica susceptible de desbordar al partido bolchevique.”[4]
Asimismo, la insurrección se realizó nombre del Comité Militar Revolucionario de Petrogrado, lo cual, tal como señala Cesar Vidal, permitió:
“… enmascarar lo que era un golpe de un solo partido como una acción global de las fuerzas obreras.”[5]
El mismo día de la toma del Palacio de Invierno había iniciado sesiones el II Congreso de los Soviets. Allí, los mencheviques y socialistas-revolucionarios se pronunciaron contra las acciones de los bolcheviques, y procedieron a abandonar la sala en protesta por el golpe de Estado. Estos formarían en el ayuntamiento el Comité de Salvación para la Patria y la Revolución, con el propósito de oponerse al Congreso de los Soviets, que quedó en manos de los bolcheviques y sus aliados, los eseristas de izquierda, una escisión del Partido Social-Revolucionario. Entonces, bolcheviques y eseristas de izquierda decretaron la creación de un nuevo gobierno, denominado: Consejo de Comisarios del Pueblo (Sovnarkom). De esta manera, Rusia fue arrancada de la senda de la libertad y la democracia, y vuelta a poner en la del autoritarismo, ya no del zar, sino de los bolcheviques.
Como podemos apreciar, la Revolución de Octubre no se trató de una acción contra el zarismo ni mucho menos contra un régimen capitalista. Ni siquiera se trató de una revolución. Fue más bien un golpe de Estado contra un régimen socialdemócrata, presidido por un socialista, que era Alexander Kerensky, quien pertenecía al Partido Social-Revolucionario (eserista), movimiento político heredero de los naródniki (populistas) rusos del siglo XIX, de bases campesinas, en un país mucho más agrario que industrializado o proletarizado.
Por supuesto que para los bolcheviques (así como para cualquier fanático) todo movimiento o dirigente político que se les opusiera, o que no comulgara con su dogmatismo, no era verdaderamente socialista, sino “burgués”, “contrarrevolucionario” o “parásito” (sus herederos actualmente hablan de “fascistas” y “neoliberales”). Es bajo esa premisa que los comunistas se conducirían desde el poder, creando el primer Estado totalitario de la historia.
Continuará…
[1] Vidal, Cesar (2005). La ocasión perdida. pág. 107. España: Península.
[2] Rojas, Mauricio (2012). Lenin y el totalitarismo. pág. 83. España: Sepha.
[3] San Petersburgo, cambiada de nombre a Petrogrado durante la Primera Guerra Mundial, fue capital rusa entre 1712 y 1918.
[4] Werth, Nicolas (2010). Un Estado contra su pueblo. Violencia, temores y represión en la Unión Soviética. En: El Libro Negro del Comunismo. pág. 76. Barcelona: Ediciones B S.A.
[5] Vidal, Cesar Op.cit. pág. 132. España: Península.