Hoy se cumplen 24 años del atentado terrorista en la Calle Tarata, zona ubicada en el centro de Miraflores, Lima.
El atentado subversivo en la Calle Tarata fue uno de los episodios más sangrientos de los ataques producidos por el Partido Comunista Peruano Sendero Luminoso. Este dejó 25 muertos y 155 heridos, ocurrido en la noche del 16 de julio de 1992. El ataque simboliza el momento en el cual el terror habría llegado a Lima; ataques terroristas ya no era una realidad ajena provinciana. El impacto fue causado por un coche bomba que contenía aproximadamente 400 kilos de explosivos. La explosión se sintió en un radio de aproximadamente 300 metros, estremeciendo suelos, y sacudiendo ventanas, un remezón como si la bomba hubiese explotado en la puerta de sus casas. Se destruyeron parcialmente viviendas residenciales, locales comerciales y entidades bancarias y financieras de la zona. El Instituto de Defensa Civil registró 360 familias damnificadas y daños materiales mayores a US $ 3´120,000.00.
A pesar de que dos años después se inauguró el Paseo de la Solidaridad y algunas familias vuelven a habitar la calle, esta sigue siendo descrita como “fría” y trae memorias de una de las peores manifestaciones durante el Conflicto Armado Interno en el Perú.
Testimonios recogidos por la Comisión de la Verdad y Reconciliación muestran la planificación detrás del atentado. El PCP-SL había acordado explotar un coche bomba en Miraflores, dirigiendo el ataque a las entidades financieras del distrito, tales como las del Banco de Crédito y quienes se ubicaban en la Av. Larco. La tarea fue asignada a “Daniel” y “Nicolás”, quienes decidieron localizar el coche en la intersección de la Av. Larco y Shell, frente al Banco de Crédito. Al no poder estacionar en su objetivo -los vigilantes del Banco no dejaron que se estacionen- el coche bomba fue ubicado con rumbo en Tarata sin ocupantes, destinado a deslizarse y estallar.
“[…] el presidente Gonzalo plantea que ese es error porque no se ha golpeado a la gran burguesía nacional y la pequeña burguesía emergente.”
Para dispersar a las fuerzas policiales Sendero Luminoso realizó otros ataques de menor magnitud el mismo día. Hubieron atentados contra las comisarías de San Gabriel, José Carlos Mariátegui, y Nueva Esperanza en Villa María del Triunfo, asó como en el Banco Latino en La Victoria.
3 miembros del PCP-SL combinaron nitrato de amonio con petróleo y lo empaquetaron en la mañana del mismo 16 de julio. Horas después llegó un automóvil marca Datsun para ser acondicionado con los explosivos. Quienes se trasladarían en este vehículo llevarían un arma de fuego y pequeños explosivos para distraer al personal de seguridad que encontrasen. Llegando a Tarata el conductor del Datsun disminuyó la velocidad y luego abandonó el vehículo, dejando que este se deslice por la calle hacia los edificios El Condado, San Pedro, Tarata, Residencial Central y San Carlos. El automóvil contenía aproximadamente 400 kilos de dinamita combinada con anfo. Se usó otro automóvil para el resguardo del coche bomba y la movilidad de retiro de quienes iban en este. Una vez se fugaron los atacantes el segundo vehículo fue abandonado en la cuadra 6 de la Avenida Larco.
El Centro de Investigación de Proyectos Urbanos y Regionales realizó un empadronamiento de este atentado subversivo. Declara que murieron 25 personas, de las cuales 3 mujeres y 2 varones no fueron identificados. 5 personas desaparecieron y 155 quedaron heridas.
Los responsables del atentado recién fueron identificados cuatro años después. El 28 de junio de 1996 la Dirección Nacional Contra el Terrorismo detuvo a Juanito Guillermo Orozco Barrientos Orozco brindó información tanto sobre Tarata como otras acciones del PCP-SL. Su testimonio resultó en que se logre identificar y detener a la mayoría de responsables del acto subversivo. Once personas fueron procesadas por el delito de terrorismo como autores del atentado. La sentencia de la Sala Superior Penal Corporativa Nacional para casos de Terrorismo fue expedida el 10 de agosto de 1998.
Presentamos testimonios de testigos del atentado:
“[…] Ese día del atentado, fue un jueves, yo lo recuerdo muy bien. […] Yo vivía en Tarata, […] subí a buscar a mi hermano. En el trayecto del edificio, al subir, me pude encontrar con los vecinos que vivían en el edificio. […] Muchos de ellos, por no decir todos, bajaban con los oídos con sangre, con la nariz con sangre, con heridas en la cara. Todos tenían algún tipo de lesión, definitivamente, no pude ver una persona en estado totalmente normal. En el trayecto también pude ver cadáveres mutilados, pude ver escenas que realmente me hacían pensar que estábamos viviendo una guerra[…]”.
– Cuarta Sesión en las Audiencias Públicas de Lima, dado ante la CVR.
“Estaba en una esquina del Jr. Tarata con mi mamá, que trabajaba de ambulante, cuando se escuchó una detonación. Sin embargo sólo se rajaron las lunas. Luego llegó lo peor. Se vio una luz y se dejó sentir la segunda explosión. Todo se quebró, mi mamá gritó –coche bomba– y al instante me cargó y me alejó algunos metros. Recuerdo cómo la gente corría de un lado para otro, ensangrentada y gritando. Horrible. En eso le dije a mi mamá que me dolía la pierna. Fue entonces que ella dio un grito. Mi pierna no estaba, había volado. Mi mamá corrió en busca de mi pierna para colocarla en su sitio pero no la encontró. Me llevaron al Hospital Casimiro Ulloa y meses después los doctores me colocaron una prótesis. Sabe, ya no tengo pesadillas como antes, sin embargo a veces todas esas horrorosas imágenes aún dan vueltas en mi cabeza”.
– Vanesa Quiroga Carvajal, nota de prensa del Diario Expreso.
Pueden encontrar el informe completo de la CVR en este enlace.