¡Terremoto!, por Eduardo Herrera

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El gran desastre del terremoto en Ecuador mueve – otra vez – las fibras más sensibles de la población peruana, el vecino que ve de reojo la desgracia ajena.

Salen entonces los reportajes – ya clásicos – de las zonas más inseguras de Lima (y que a estas alturas ya todos conocemos). Salen también las proyecciones de cuántos muertos, heridos y viviendas destruidas se producirían en un suceso semejante. Al ver eso solo queda pedirle a Diosito que nada pase.

Los profesores Michael D. Watkins y Max H. Bazerman han escrito ya sobre la materia en un artículo titulado “Las sorpresas predecibles: los desastres que usted debió anticipar”. En el mencionado artículo, cuya lectura recomiendo con devoción patriótica, estos investigadores plantean tres pasos concretos para prevenir situaciones: reconocimiento, priorización y movilización. Reconocer el evento como posible, priorizarlo en la cadena de sucesos posibles (definirlo en grado de importancia) y movilizar los recursos que sean necesarios.

Esto me lleva a observar y meditar en el panorama de nuestra realidad solo en el tema de los desastres naturales y, sin conocer a fondo la realidad de la administración pública en esa materia, me da – honestamente – un miedo increíble de solo pensar que el destino nos castigue con un hecho semejante. Basta observar lo sucedido con Ica hace ya 09 años para saber que el Estado peruano no es bueno ni siquiera en la reacción.

Sospecho que el paso – de los tres señalados anteriormente – en donde “se queda” nuestro Estado es en el segundo. Es decir, se reconoce un evento, pero no se prioriza y desde luego menos se hace una movilización de recursos para ello. Se quiere hacer todo a la vez y eso no posible (además de ser altamente ineficiente). Esto no solamente ocurre con los desastres naturales, sino también con todos los problemas del país (inseguridad, corrupción, etc.). Si tan solo pusiéramos en orden cosas – los problemas nacionales –   serían mucho más eficientes las acciones de gobierno. Como es obvio a estas alturas se trata de hacer lo simple para ser eficiente.

Prevención es una palabra que hoy se menciona mucho, se confunde – aunque parezca inédito –  prevención con reacción; tener, por ejemplo, un buen plan para evacuar no es prevención, es reacción. Partimos en una carrera en la que no se ha identificado la meta, no podemos esperar ganar.

Con ese desorden – que dicho sea de paso no es de estos años últimos – solo queda rezar y pedir que Dios nos libre de un desastre como el de Ecuador…¿hasta cuándo lo hará?

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