[OPINIÓN] ¡Todos a la Reina!

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Esta semana, nuestra consentida, la Reina, se ha dedicado a tratar de explicar sus inexplicables finanzas personales. Se ha utilizado desde el torpe argumento del culpable: “Ya se investigó y se archivó”, hasta el arma feminista de mano de la ex Alcaldesa Susana Villarán al indicar que solo atacan a la soberana porque es mujer. Y como siempre que la cosa es turbia han habido contradicciones, lagunas mentales, patinazos y demás birlibirloques.

Y claro, el consorte ha salido en defensa de su Reina, molesto, levantando la voz y tildando de cobardes a los que osen cuestionar un “chocolatito Godiva” de su hoy glamorosa esposa.

La Reina es, recordemos, el centro, base y estructura del consorte; ella le da el precario balance que le hemos visto hasta ahora. Sin ella, el militar no tiene idea y se siente presa de sus miedos y complejos, viendo enemigos en todas las solitarias esquinas de Palacio en sus paseos de madrugada cuando el insomnio y la angustia lo vencen.

Así, vemos que ante temas realmente importantes y hasta indignantes el consorte esboza la misma cara mil veces practicada en sesiones de media training, hasta que alguien se atreve a mencionar a la Reina. En ese momento, el consorte pierde los papeles y vemos realmente al Ollanta Humala que se esconde tras la careta presidencial. Surge el militar recio, machote, y desafiante, listo a meterle un puñete a cualquiera que se meta con la mujer de un milico.

Y lo que vemos es que desde ciertos sectores hoy se pide que se deje atrás el escandaloso descubrimiento de los gastos no justificados de la Reina, porque el consorte ha convocado a los generales a una reunión secreta y quién sabe lo que pueda hacer. No hay que seguir molestando a Humala porque al final hay que recordar que es un militar y no vaya a ser que haga una locura. Defendamos la democracia y la gobernabilidad que ya se va en un año nomás…

¿Perdón?

¿Son esas las mismas voces que se rasgaron las vestiduras por los estudios de Keiko en el extranjero, por la casa de Naplo de Alan y el lío de Ecoteva de Toledo? ¿Son los mismos que encuentran cabida en la prensa para publicar que un ex Presidente de la República preso come más o menos pescado de almuerzo en su reclusión? ¿Son los “indignados” que tomaron las calles cuando la repartija del Congreso?

Vamos por partes. ¿Esa es la idea de democracia que queremos asentar e imprimir en el inconciente colectivo de nuestros hijos? ¿Que hay que aguantarle todo al gobernante para que no vaya a “hacer una locura”?

Estamos hablando de una pareja de señores que vieron en la fundación de un partido político la oportunidad de salir de la miseria económica. De esta forma, ellos tienen el absoluto convencimiento que son los dueños del Partido Nacionalista cual accionistas al 100% de una empresa y que por esa misma razón es normal que dispongan de todo el dinero que ellos han obtenido para su partido/empresa. Y es ya conocido que la mayor parte del dinero vino del extranjero, feudo de la Reina, como jefa de las relaciones internacionales de su empresa nacionalista.

Pero curiosamente ese dinero no ingresó a las cuentas del Partido Nacionalista, sino a las cuentas personales de la señora madre de la Reina y de la hoy conocida mejor amiga real. ¿Por qué fue ello así? ¿El dinero en las cuentas del entorno real fue finalmente transferido a las cuentas del nacionalismo?. De no ser así, el dinero quedó en el entorno personal de la Reina y constituye un ingreso (por cualquier motivo), una renta respecto de la cual se debió hacer una declaración y luego el respectivo pago al Estado. Corren las apuestas que nada de eso nunca ocurrió.

Hablamos de la Reina que, hasta lo que se sabe hoy, se ha gastado casi $50,000 en compras en los viajes que pagamos con nuestros impuestos, con lo que, hablando de impuestos, ya se ha demostrado que la soberana cuando ingresó al país no declaró esas compras que superan ampliamente el límite de $1,000 y tampoco pagó los respectivos impuestos. Este tema ha tratado de ser banalizado con argumentos que no termino de entender. ¿Qué tiene que ver que se trate de la Reina? Por el contrario, ella y su marido deben cumplir con todas y cada una de las normas legales que rigen el funcionamiento del país que ellos dirigen pues deberían dar el ejemplo. Sí, el ejemplo pues en el Perú existe una SUNAT, dirigida por la prima de la Reina, que sin piedad alguna clausura una pequeña tienda de golosinas en un lugar aislado del Perú por no haber entregado un comprobante de pago por un chocolate Sublime de 1 Sol. Si no pagaron impuestos por $1,000 ¿cometieron un delito o no?

Al Capone cayó por defraudación tributaria, así que antecedentes existen.

Hablamos de situaciones muy extrañas como que la Reina recuerda hoy (no sabemos desde cuándo) que gana S/. 6,000 mensuales como Gerenta General de su empresa nacionalista cuando le preguntan por los ingresos familiares. ¿Los declara y paga impuestos como todos sus mortales súbditos?

Y ya no hablamos de cómo fue que la pareja real concretó el sueño de la casa propia. Con un préstamo hipotecario que amortizaron en solo 2 años (¡que nos cuenten el secreto!) con los flujos provenientes de contratos fantasmas con empresas de un sujeto que hoy está preso acusado de actos de corrupción. ¿Señor Presidente, huele a cloaca o no?

Tampoco comentamos de cómo la Reina puede pagar el inglés colegio de las dos princesas, agua, luz, teléfono, cable, comida y sobre todo la ropa y accesorios que luce tan emocionada en cualquier acto público, sumado a los hoy caros gustos del consorte, con el reloj Tag Heuer, las corbatas Hermes y demás. Ello, además de explicar cómo hace para pagar sus gastos de viaje, que revelan a quien nunca nada tuvo y hoy pareciera que cuenta con una gorda billetera, cuyo contenido, además, no tiene que explicar a nadie porque legalmente simplemente parece que no existe, bien fácil. Es esa persona que nunca nada tuvo la que hoy pierde el control y simplemente trata de llenar los vacíos del pasado. ¿Qué cosa es sino gastarse $2,000 en una tienda de souvenirs en Disney? A ver quien se ha gastado más de $200 en una de esas tiendas y no se ha sentido culpable hasta la muerte después.

La Reina tiene todo el derecho de empacharse comiendo casi $300 de chocolates Godiva (que dudo le hayan siquiera gustado porque creció comiendo chocolate Juguete de Motta) pero siempre y cuando le pueda explicar al país de donde salieron esos $300. Es así de simple, ella y su consorte tienen la obligación de explicar el centavo que se gastan. Y ello no solo porque es lo correcto sino porque todos sus antecesores han tenido que hacerlo de la misma manera. Algunos más hábilmente que otros, sin duda, pero al final todos han pasado por el escrutinio público en cuanto a sus finanzas familiares sin ofenderse.

Pero hoy cada vez más voces señalan que este tema es más político que legal y que ya no podemos detenernos en unos chocolates y que hay que dejar de molestar al consorte porque ya vemos que está empezando a convocar a lo generales y aceitando los tanques.

Esas mismas voces pretenden que no nos parezca escandaloso que una empleada del organismo público que controla y administra todas las contrataciones del Estado (la amiguísima real) le haya sacado una tarjeta de crédito adicional a la Reina (que equivale a darle dinero en efectivo), y que la Reina esté casada bajo el régimen de sociedad de gananciales con el consorte, con lo que, si las sumas no me fallan, es como si se la hubiese dado al consorte mismo, que al menos, nominalmente, es el Presidente de la República.

Si no vemos nada extraño en eso, no hemos aprendido nada de la época del Gobierno Militar cuando se llevaron la mitad del país en peso y la otra mitad la quebraron por incompetentes, o cuando los primos del arquitecto hicieron que el Perú comprara dos barcos que llegaron remolcados porque no funcionaban, o cuando un juvenil García importaba carne malograda para alimentar a los peruanos y depositaba nuestras exiguas reservas (netas, para los que se acuerdan) en las bóvedas del banco de los narcotraficantes, o cuando Montesinos compró (con nuestra plata) a toda la clase política, empresarial y militar de la época, o cuando agarraron al principal asesor del sano y sagrado con una maleta llena de espumosos dólares por una coima por la que purgó cárcel, para terminar con la venta de indultos a narcotraficantes.

No hemos aprendido que los gobernantes tienen que explicar cada centavo que tienen y que gastan. Y sí, 1 centavo es igual de relevante que 1 millón. Pues la moral y la ética no se miden en unidades monetarias, aunque pareciera que la legalidad en el Perú sí lo hace.

No podemos dejar pasar las cosas porque seguiremos siendo cómplices de nuestro destino.

Hoy empezamos a ver la verdadera cara de este par de aventureros que vieron en el Perú su tierra de las oportunidades (personales) y que las aprovecharon eficientemente para salir de la pobreza. Hoy vemos la cara de 2 políticos tradicionales que solo ingresaron a esta actividad para llenarse los bolsillos y empezar a vivir como nunca antes, pero con la nuestra y no con la suya. Y con el añadido de que si nos quejamos mucho, ¿nos llaman a los Generales y nos sacan los tanques a la calle?

Nada de esos señores, hoy, tenemos que estresar sin piedad al señor Humala con lo que más le incomoda y desencaja, la Reina y sus finanzas (que son al final las suyas) porque sencillamente tenemos el derecho y sobre todo la obligación de hacerlo. Sólo así veremos realmente cuál es el talante democrático del Comandante, y de paso, el nuestro.

Por ello, “¡Todos a la Reina!”